Mitsuko
Sonodawill, superviviente de Fukushima, testifica hoy sobre los
continuos abusos contra los derechos humanos de las víctimas de
Fukushima y los riesgos que plantean las centrales nucleares a las
comunidades que viven cerca de ellas en el Consejo de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas. Ella está presentando pruebas en la
pre-sesión para el Examen Periódico Universal de Japón -una
evaluación de cada nación por la Comisión de Derechos Humanos de
Naciones Unidas.
La Sra. Mitsuko
Sonoda se vió obligada a huir de su casa para proteger a su hijo de
10 años después de la catástrofe nuclear en Fukushima. Desde
entonces, ella y otras madres han estado de pie para luchar por sí
mismos y sus hijos.
Desde Greenpeace
queremos apoyarla con un símbolo por la paz y la justicia: la
icónica grulla de papel. Una leyenda japonesa dice que si haces mil
grullas de papel se te concederá un deseo del corazón. Con esa idea
en la mente, Sadako Sasaki, una niña japonesa que le gustaba
muchísimo correr y que tuvo que dejar de hacerlo al verse afectada
por la bomba sobre Hiroshima, empezó a hacer grullas de papel para
que su deseo del corazón, que era correr de nuevo pudiera
realizarse. Sadako hizo las mil grullas (lás últimas con mucho
esfuerzo porque estaba muy enferma), pero aunque murió su sueño del
corazón transformó sus grullas de papel en el símbolo de la paz en
Japón.
La historia de
Mitsuko Sonoda (superviviente de Fukushima, que las representó en
Naciones Unidas)
Yo solía vivir
en Fukushima, con mi marido y nuestro hijo. Nuestro pueblo estaba
situado en un hermoso campo. Vivíamos en un entorno natural
fantástico, con una formidable comunidad local. Eso fue hasta el
gran terremoto que golpeó el este de Japón el 11 de marzo de 2011.
Fue un terremoto
de magnitud 9,1, el más grande que jamás se había producido en el
país, y causó un tsunami con olas de más de 15 metros. El desastre
destruyó las comunidades costeras y se cobró decenas de miles de
vidas.
Al día
siguiente, las réplicas posteriores fueron constantes. Ya era
realmente espantoso, por lo que nuestro miedo aumentó
inimaginablemente cuando, al día siguiente, el edificio de
contención del reactor 1 en la central nuclear de Fukushima Daiichi
explotó. Unos días más tarde, la contención del reactor 3 también
explotó, y luego al día siguiente el reactor 4.
El reactor 3
utilizó combustible MOX, que contiene plutonio muy peligroso. Cuando
explotó, decidimos irnos al oeste de Japón para proteger a nuestro
hijo.
El gobierno elevó
el nivel de exposición "aceptable" al mismo estándar al
que se permite exponer a los trabajadores nucleares, 20 veces más
alto que el estándar público internacional. Mi hijo no es un
trabajador nuclear. Era un niño pequeño y más vulnerable a los
efectos de la radiación que los adultos.
Al igual que mi
familia, muchos de los que huyeron de la región contaminada dejaron
áreas que no superaban los niveles de emergencia planteados, pero
muchas veces eran más altos de lo que es aceptable para el público.
Hemos sido etiquetados como los "auto-evacuados". Nuestros
problemas han sido tratados como propios. Nunca hemos recibido
ninguna compensación, sólo un poco de apoyo de la vivienda.
Mi corazón se
desgarró cuando dejé Fukushima, pero tuvimos que proteger a nuestro
hijo de los efectos potenciales de la radiación. Y los efectos
secundarios para las niñas y niños de Fukushima no sólo han sido
físicos. Algunos han luchado para adaptarse a un entorno diferente.
Han continuado echando de menos a su familia, amigos y su antigua
escuela, y han sido intimidados por otros niños en sus los nuevos
lugares a donde se han trasladado. Incluso hubo rumores de “contagio”
de radiación.
Muchas niñas y
niños también echan de menos a sus padres, que a menudo se han
quedado en Fukushima por sus trabajos. Las madres han estado en
silencio abordando estas dificultades, incluyendo problemas de salud
en sí mismas y sus hijos. A veces hemos sido etiquetadas como
neuróticas, irracionales y sobreprotectoras, con nuestras
preocupaciones sobre la exposición a la radiación. Las separaciones
familiares y el divorcio han sido muy comunes.
Mientras tanto,
echamos de menos a nuestros familiares, amigos, la antigua comunidad
y la naturaleza en la que vivíamos.
En marzo de este
año, el gobierno levantó las órdenes de evacuación, y el apoyo de
la vivienda para los auto-evacuados fue cancelado. Los ciudadanos
fueron presionados para regresar a Fukushima, aunque no creyeran que
era seguro. La investigación dijo que los niveles de radiación aún
superan las metas del gobierno a largo plazo.
Los ciudadanos
fueron presionados para regresar a Fukushima, aunque no creyeran que
era seguro.
Además, debido a
que se han levantado las órdenes de evacuación, TEPCO también
dejará de indemnizar a las víctimas de estas áreas para marzo de
2018.
Nuestras vidas ya
se han hecho mucho más difíciles. Necesitamos este apoyo para el
alojamiento para poder continuar con algún tipo de vida estable, y
estamos siendo presionados para regresar a lugares que no creemos
seguros.
Antes de
Fukushima, dijeron que un accidente grave no podía ocurrir. Ahora
dicen que la radiación no es un problema. Dicen que no hace falta
ninguna evacuación, y por lo tanto que casi ninguna compensación es
necesaria. Pero ¿por qué tenemos que volver a vivir en un área
radiactiva?
Las víctimas
nucleares no parecen tener derecho a estar libres de radiación. Es
como si estuviéramos siendo ignorados. Es casi como si no
existiéramos.
He viajado a
Ginebra esta semana para testificar en una sesión preliminar para la
revisión de Japón por el Consejo de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas, el llamado Examen Universal Periódico (EPU).
Lo que ocurrió
inmediatamente después fue un fracaso. Pero las actuales políticas
de reasentamiento del primer ministro Abe violan deliberadamente
nuestros derechos humanos. Si el gobierno japonés no apoya a los
supervivientes nucleares, lo que está haciendo es impedir que otros
países lo hagan en el futuro. No queremos eso.
Conozco a tantas
madres que han estado sufriendo y sufriendo como resultado del
desastre nuclear, porque el gobierno japonés y TEPCO no reconocen
sus responsabilidades.
Quiero que el
gobierno japonés asuma la responsabilidad del desastre nuclear y
detenga todas las centrales nucleares. Debe apoyar a las personas que
quieren marcharse, en lugar de presionarlos para que vivan en áreas
de alta radiación, especialmente las niñas y niños. Deben revisar
más a fondo la salud de las personas y el medio ambiente y
asegurarse de que la información se haga pública.
Es útil cooperar
con Greenpeace. Sé que no estoy sola en Ginebra: creo que todos
estamos conectados y espero que nuestras voces puedan llegar al mundo
tanto para ayudar a Japón como para advertir a otros.
Mitsuko Sonoda es
una superviviente del accidente nuclear de Fukushima. Ahora es una
evacuada y aboga por los derechos de las víctimas de desastres
nucleares.
Fuente:
Mil grullas de papel para las víctimas de Fukushima, 12/10/17, Greenpeace España. Consultado 12/10/17.
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