La planta de Guadalajara, que comenzó su desmantelamiento en 2010, muestra el proceso para acabar con una nuclear, un camino que deberá seguir Garoña.
por Hugo Gutiérrez
En la próxima
década, la energía nuclear se enfrenta a un nuevo desafío: el
desmantelamiento en todo el mundo de cientos de centrales que
superarán los 40 años de vida. Hasta la fecha, en España solo se
han realizado dos desmantelamientos: Vandellós I (Tarragona) y José
Cabrera (Guadalajara), la conocida como central de Zorita, un proceso
que comenzó en 2010. A estos dos casos se unirá próximamente el de
Garoña (Burgos), cuyo desmantelamiento fue anunciado por el Gobierno el pasado 1 de agosto.
Con estos
antecedentes, la planta nuclear de Garoña ya se mira en el espejo de
la central de Zorita. Al ser del mismo tipo (de agua ligera), tendrá
un desmantelamiento total e inmediato, similar al de José Cabrera,
según responsables de Enresa, empresa pública que gestiona los
residuos radiactivos. En Vandellòs I, en cambio, al ser de grafito,
se realizó un desmantelamiento en diferido, ya que todavía está el
cajón del reactor sellado a la espera de cumplir el periodo de
latencia para su desmantelamiento total. “Las tareas de
desmantelamiento son un traje a medida para cada central”, explican
desde Enresa.
Además, los
tipos de desmantelamientos se dividen asimismo en varias fases. La
primera de ellas es la retirada del combustible nuclear gastado. Esto
se ve en Zorita, donde hay junto al edificio del reactor un almacén
temporal individualizado (ATI) en el que está el combustible -uranio
en su mayoría- depositado en unos bidones de grandes dimensiones
(unos cuatro metros de alto por 2,5 metros de diámetro). Una zona
que para quien pasa cerca, transmite una sensación de un contenido
de alta peligrosidad. No tanto por su aspecto, pero sí por las
medidas de seguridad que lo rodean: cuenta con varias vallas que
impiden el paso a unos 300 metros y está protegido por operarios de
una empresa de seguridad. En la central de Garoña ya se construye
uno similar.
Estos procesos
tienen tres niveles posibles. El primero de ellos, consiste en sacar
el combustible nuclear gastado y dejar la central en vigilancia. En
el segundo -el que se aplicó en Vandellòs I-, se retiran los
edificios, sistemas y equipos externos al cajón del reactor, que se
mantiene sin el combustible y se sella durante un periodo de 25 años.
Por último, el nivel 3 de desmantelamiento contempla la retirada de
los elementos convencionales y radiológicos, la descontaminación de
los edificios y su demolición, para que el terreno quede de la forma
más parecida posible a cómo eran antes.
Desmantelar una
central, paso a paso
Si se entra en el
terreno de la central de Zorita, la primera nuclear que se construyó
en España a la que ha tenido acceso El País, se ven zonas en las
que se han realizado otros trabajos correspondientes a la primera
fase de desmantelamiento: edificios y espacios adaptados y
acondicionados para los trabajos de retirada de la planta. Un ejemplo
de esto es el espacio contiguo a la antigua sala de control, donde se
guarda material de baja y media actividad, antes de enviarse al
almacén de residuos de El Cabril, en Córdoba. Asimismo, dicha sala
de control de la central de Zorita, centro de operaciones durante
décadas, ahora no es más que un espacio vacío, sin vida, tras
desmontarse por completo durante la segunda fase del
desmantelamiento.
Para llegar hasta
aquí, las medidas de seguridad son muy restrictivas, aunque se
aumentan todavía más cuanto más cerca se está del corazón de la
central. Este es, sin duda, donde estaba el reactor. Un espacio de 48
metros de alto, circular, coronado por una cúpula roja. Todo el
personal que accede a este lugar necesita ir con ropa especial,
guantes, zapatos de seguridad y casco. “Venga quien venga, solo
puede entrar en los espacios permitidos. En los que hay algún
posible riesgo, no permito el acceso. Lo más importante es la
seguridad de las personas”, explica José Acisclo Hernández,
encargado de seguridad de la planta, al que se le conoce como el
policía de José Cabrera.
Una vez en la
zona del reactor, la escena es de película. Un lugar desconocido e
inimaginable. El ecosistema lo forman diferentes luces, marcas en las
paredes, avisos por megafonía y ruido de los trabajadores picando la
pared. Todo para luchar contra la radiactividad todavía presente en
el lugar. No se ve, pero está ahí. Aquí es donde en estos momentos
se está realizando la mayoría de los trabajos pendientes:
descontaminación y desclasificación de materiales para dejarlos
listo para su demolición. Unas labores que no son sencillas. "Hay
lugares donde es fácil de eliminar la radiactividad, pero en otros
es necesario picar el suelo y la pared varios centímetros para poder
retirarla por completo", explica Manuel Ondaro del Pino,
director de la instalación de Enresa.
El agujero del
reactor
Un lugar enorme
con el rastro del reactor en la base, a través de una cavidad con
forma de estrella. Allí se producía la energía nuclear y, por
ello, es la zona de más riesgo y más contaminada del recinto.
Asimismo, es por esta razón que cada persona que accede al lugar
tiene que portar un aparato que mide la radiactividad, como una
alarma. Desde arriba, si se sube por unas escaleras muy empinadas, en
la zona más alta del edificio se puede contemplar con vértigo,
miedo y fascinación todos los trabajos que se realizan. Además de
imaginar todo lo que fue este lugar.
El resultado que
se pretende con estos trabajos ya se ve también en algunas zonas de
la central de Zorita. Por ejemplo, en una de las plantas superiores
del edificio de contención (donde estaba el reactor). Allí hay un
espacio que se denomina como el cuarto limpio. Una habitación
aislada y vacía. Sin nada, solo la historia que lleva consigo. "Es
una zona que ya está descontaminada. Cuando se concluya con el
resto, todo quedará así, listo para demoler y poder restaurar la
zona". Esta será, precisamente, la cuarta y última fase. La
restauración del terreno que pretende dejarlo lo más parecido
posible al origen.
Fuente:
Hugo Gutiérrez, En las entrañas de Zorita: así se desmantela una central nuclear, 23/10/17, El País. Consultado 23/10/17.
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