El 60 por ciento
de las frutas y verduras que comen los porteños contienen al menos
un plaguicida. Cuatro de cada
diez productos contienen sustancias prohibidas o exceden el límite
permitido. Y un diez por ciento tiene una combinación de al menos
tres agroquímicos. Los datos pertenecen a un estudio hecho por dos
organismos de la UBA y la Universidad Nacional de La Plata.
Seis de cada diez
frutas y verduras que se consumen en la ciudad de Buenos Aires
contienen al menos un plaguicida; cuatro de cada diez exceden el
límite permitido por la regulación actual o contiene agroquímicos
prohibidos y un diez por ciento tiene al menos tres plaguicidas
mezclados de distinto tipo. Estos son algunos de los resultados de
una investigación que presentaron ayer la Cátedra de Soberanía
Alimentaria (Calisa) de la Escuela de Nutrición de la UBA, en
conjunto con el Espacio Multidisciplinario de Interacción
Socioambiental (Emisa) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
“El objetivo de
este trabajo es generar conciencia sobre la importancia de comer
seguro y soberano, eso implica una larga lucha en la universidad, con
los productores, pero también en la sociedad. Este estudio demuestra
que el uso de los agroquímicos no es un problema sólo de los
pueblos fumigados o de los sectores rurales, sino de toda la
población”, aseguró la coordinadora de Calisa, Miryam Kurganoff
de Gorban. La investigación consistió en la búsqueda de residuos
de plaguicidas -que abarcan a los insecticidas, fungicidas y
herbicidas- en un total de 85 muestras de naranjas, morrones,
lechugas, zanahorias y tomates entregadas por la población de
Capital Federal a partir de una convocatoria de la cátedra de la UBA
entre el 27 y 30 de septiembre de 2015 que invitaba a llevar a la
universidad “las frutas y verduras que se compran cotidianamente en
la verdulería”.
Luego de
analizarlas, la investigación encontró que el 42 por ciento de las
muestras tenía concentraciones de agrotóxicos que superaban los
límites máximos de residuos (LMR) establecidos por el Servicio
Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), dependiente
del Ministerio de Agroindustria. El informe detectó, además, que en
algunas muestras había plaguicidas que están prohibidos como
Paratión o plaguicidas organoclorados. Esto ocurre, según la
investigación, debido a “procesos de translocación desde el
suelo, por la persistencia de estos compuestos en suelo como
consecuencia de su uso y persistencia, en el pasado”.
De los alimentos
analizados, la zanahoria fue el que resultó tener mayor carga total
de plaguicidas, seguida por la naranja y en último lugar se ubicó
la lechuga. El informe indica que “la concentración más alta
cuantificada fue de 450 microgramos/kilo para L-Cialotrina en una
muestra de zanahoria, para la cual no está regulado; para este
alimento también se detectaron tres excesos de LMR para el compuesto
Azoxistrobin”. Luego detalla que “en morrones se encontraron como
plaguicidas más problemáticos Tebuconazol, Epoxiconazol, Acetocloro
y Corpirifós así como en naranjas el piretroide Cipermetrina con
205 microgramos/kilo y tomate con 89 microgramos/kilo”.
Entre los
plaguicidas encontrados en frutas y verduras, el que se detectó con
más frecuencia fue el Clorpirifós, en más de un 15 por ciento de
los alimentos, seguido de Epoxiconazol y Fipronil, en un 14 por
ciento, y en tercer lugar se ubicó la Permetrina, en casi un 13 por
ciento. En el año 2015, el Espacio Multidisciplinario de Interacción
Socioambiental (Emisa) de la UNLP había realizado una investigación
similar con frutas y verduras del Banco de alimentos de La Plata y
los resultados encontrados revelaron que 42,5 por ciento de las
muestras tenían plaguicidas que superaban el límite permitido o que
no estaban registrados. “Es sorprendente ver cómo coincide ese
porcentaje en dos ciudades diferentes y con dos años de distancia.
Observamos entonces como problema principal que hay químicos que no
están registrados y, por lo tanto, no están regulados”, señaló
Damián Marino, investigador de Conicet especializado en
contaminación ambiental derivada de actividades agropecuarias y
responsable del Emisa.
Fuente:
Marche una ensalada con agrotóxicos, 13/07/17, Página/12. Consultado 17/07/17.
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