Imponente. El río comienza en el cerro La Paraguaya. De allí recorre 12 km hasta la ruta 8 y otros 12 km hacia el sur hasta el río Chaján. Foto: LaVoz |
En zonas de San Luis y Córdoba, donde no había señales de actividad hídrica en sedimentos en 28.000 años, surgieron al menos seis cuencas; el Nuevo "nació" en 1985 y causa destrozos.
por Gabriela
Origlia
CÓRDOBA.-
El río Nuevo es el más joven del país: tiene 32 años. Irrumpió
de la nada y alarmó a los habitantes del noroeste de San Luis. Hace
unos 18 meses surgió el arroyo La Paraguaya, más al Oeste, ya en
territorio cordobés. Para los expertos, es un "llamado de
atención" sobre el impacto del desmonte.
Durante
28.000 años no había habido rastros de agua en la región. Desde
mediados de los 80, en la zona límite entre San Luis y Córdoba se
formaron seis cauces, de los cuales el Nuevo es el más espectacular.
Los expertos piden repensar la infraestructura de la región.
El
Nuevo apareció en 1985, en la zona noroeste de San Luis, ubicada
entre El Morro y la ciudad de Villa Mercedes. E inundó los campos de
la zona de Juan Jorba, donde hay unos 500 habitantes, incluidos los
del área rural.
En
2005 causó destrozos y cortó las rutas nacionales 7 y 8 (claves en
la comunicación del Mercosur) y anegó unas 220.000 hectáreas, con
viviendas que cedieron, cosechas perdidas y animales muertos.
El
arroyo La Paraguaya apareció sobre la superficie el 25 de noviembre
de 2015 y empezó a marcar su cauce sobre los campos. Por aquellos
días también cortó la ruta nacional 8 y complicó la cotidianidad
de los vecinos de Chaján, ubicado 290 kilómetros al sur de la
capital cordobesa, en el departamento de Río Cuarto.
Esteban
Jobbagy, ingeniero agrónomo investigador del Conicet, subraya a La Nación que el río Nuevo ofrece "un reloj" que la Argentina
no tenía. Se refiere al corte de sedimentos que muestran que en
28.000 años nunca hubo actividad hídrica como la actual en la
región.
¿Por
qué el fenómeno se registra en esta región? El geólogo Oscar
Barbeito -autor de una investigación sobre este tema para el
Instituto Nacional del Agua (INA)- apunta que es una zona de dunas,
de antiguos depósitos eólicos que actúan tapando la red de
escurrimiento. Son de un estadio climático "anterior", de
unos 1000 años. Esas características del ambiente geomorfológico
determinan una respuesta "muy rápida" al aumento de la
humedad.
¿Por
qué los ríos aparecen recién ahora? Para Esteban Jobbagy, ésa es
la clave. Hay tres factores que inciden en estas "rarezas":
terremotos, períodos de lluvias excepcionales y cambios en la
vegetación. "Es poco probable que los dos primeros no se dieran
nunca en 28.000 años. Lo nuevo es el desmonte, el uso de la tierra."
La
región -una franja semiárida de montes y pastizales- hasta hace
unas décadas era riesgosa para la agricultura por las sequías. Se
hacían cultivos de baja inversión por temor a las pérdidas. La
siembra directa implicó un cambio significativo y mejoró los
rendimientos.
"No
nos imaginábamos que, por su efectividad, la siembra directa es
conservadora en el uso de agua por lo que hace falta una vegetación
que absorba la humedad. El desmonte cambia la relación de
evaporación, nada absorbe el agua subterránea", indica Esteban
Jobbagy, que colaboró con el documental científico Río Nuevo,
elaborado por la Universidad Nacional de San Luis.
Los
cañadones que se abrieron con los nuevos cauces no desaparecerán y
la estimación es que seguirán creciendo. No hay señales de que el
proceso vaya a detenerse incluso sin lluvias excepcionales. En sus
orígenes, el río Nuevo no llegaba a salir de la cuenca de El Morro,
moría sin conectarse con otro curso de agua; hoy ya alcanza el
Quinto, que desagua en la llanura pampeana.
Cauce
hondo
El
Nuevo se extiende 47 kilómetros, tiene un cauce hondo y en su
naciente -en el cerro de El Morro- no deja de sumar efluentes. "Las
incisiones se abren en la tierra, pero ninguna fue tan brutal e hizo
tanto daño como el Nuevo", agrega Esteban Jobbagy.
Poco
antes habían "nacido" el Zanjón Negro y La Guardia. El
proceso avanza de Este a Oeste; después del Nuevo fue el turno de El
Quebrachal y La Paraguaya, todos similares en su formación.
Esteban
Jobbagy y Oscar Barbeito insisten en que, en otro paisaje, el
sobrante de agua se convierte en una inundación; en esta región los
terrenos son más inclinados y en el basamento hay rocas. "La
irrupción nos alivia de bastantes anegamientos y salinización, pero
genera otros problemas", describe el investigador del Conicet.
"Es
un fenómeno muy particular en el que coinciden un ambiente
geomorfológico especial y propicio y el desmonte -aporta Oscar
Barbeito ante la consulta de La Nación-. No podría definir cuál
tiene más peso; las napas freáticas están en la superficie y van
aflorando." De hecho, hay áreas donde el suelo se mueve como si
fuera una lona cubriendo una pileta.
Rodolfo
Gil, especialista en Suelos del Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (INTA) Castelar, sostiene que "con un solo cultivo
al año no se alcanza a extraer el agua que se sacaría con el ciclo
natural". Si a ese manejo se le agrega el factor "relieve,
que canaliza y concentra el exceso hídrico, tenemos ríos en
superficie".
Los
expertos consultados por La Nación advierten que no hay una obra
ideal para solucionar el fenómeno de la irrupción de cuencas
hídricas, por lo que hay que diseñar una infraestructura flexible.
"No
hay que pensar en un megapuente, sino en un badén que permita su
limpieza rápida; hay que establecer caminos alternativos",
grafica Esteban Jobbagy.
Como
regla práctica general indica que las vías deberían ir de Norte a
Sur y no de Este a Oeste, como avanzan las cuencas nuevas. "Lo
que está en juego no son solamente los campos, sino toda la
logística de las rutas nacionales 7 y 8; hay que desarrollar planes
de contingencia", añade el investigador del Conicet.
Estela
Acosta, jefa comunal de Juan Jorba, menciona que en su localidad
lograron que se les acondicionara un camino alternativo de 14
kilómetros porque en las crecidas del Nuevo quedan aislados por los
cortes de rutas.
Su
par de Chaján, Ricardo Reynoso, insiste en que el arroyo La
Paraguaya no baja su caudal y cuando crece corta la ruta nacional 8:
"Se lleva el terraplén como si nada. Estamos esperando que se
termine la obra de una alcantarilla doble que reemplazará el puente
hasta que se defina el recorrido del agua".
Estela
Acosta admite que se empezaron a tomar medidas persuadidos de que
tendrán que convivir con una nueva geografía en la región. La ley
de emergencia hídrica de San Luis hace hincapié en el manejo de
suelos por parte de los productores. "A 150 [productores] con
menos de 200 hectáreas se les dio la asistencia de ingenieros
agrónomos; están obligados a que el 5 % de la superficie sembrada
debe ser forestada", dice la jefa comunal de Juan Jorba.
Se
proyecta que en la zona se requieren unos cinco millones de árboles
y de cultivos de cobertura (protegen el suelo de la erosión) para
que absorban el agua. El fenómeno de irrupción es por sapping, agua
que cava desde abajo hacia arriba. "Llevará tiempo, pero
trabajamos para prevenir que se repita lo que ya nos pasó",
añade.
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Fuente:
Gabriela Origlia, Nuevos ríos: otras sorpresas que trajo el cambio climático en la Argentina, 06/06/17, La Nación. Consultado 06/06/17.
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