José Herrera
Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad
de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja
actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha
seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de
Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición
en el Centro Andaluz de Fotografía "Operación Flecha Rota.
Accidente nuclear en Palomares". Posteriormente dirigió el
largometraje documental homónimo (2007).
por Salvador López
Arnal
Me había quedado
aquí. ¿Qué premio concedió la revista Esquire? ¿Por qué tanta
inhumanidad?
JH.- En un país
tan competitivo como los Estados Unidos, donde una parte significativa de la
sociedad divide maniqueamente a las personas en triunfadores y
fracasados, se es demasiado proclive a hacer leña del árbol caído.
En 1967 la revista Esquire llevaba 6 años eligiendo los «Premios
Anuales de Dudosas Hazañas», cuando le otorgaron a la tripulación
el galardón de «Dedos de mantequilla» por haber perdido una bomba
en el Mediterráneo.
¿Qué pasó por
cierto con Larry Messinger? Tuvo que litigar
JH.- La
tripulación siempre sostuvo que se produjo un fuerte estrépito,
seguido de una súbita descompresión, momentos antes de colisionar
con el avión cisterna. Este hecho nunca se pudo demostrar, pero sí
introducía una duda razonable, pues el B-52 había iniciado
lentamente un descenso en los instantes previos al choque. Puesto que
el cabeza de turco para sus compañeros fue Larry Messinger, que
pilotaba el bombardero, la actitud de los mandos fue humillante: así
que decidí tomar medidas, dado que no me trataron como me merecía.
Contraté a un par de buenos abogados de Washington D.C (…) El
Tribunal me declaró inocente, así que me exoneraron por completo,
me indemnizaron y volvieron a asignarme el rango que me correspondía.
Nos explicas
brevemente la historia de la desalinizadora que se construyó ¿Qué
paso con ella? ¿Para qué se hizo?
JH.- Tras la
descontaminación parcial, la estafa a la población, la salinización
de sus acuíferos y el descontento por las irregularidades en las
indemnizaciones, las conciencias de los de aquí y los de allá no
deberían estar demasiado tranquilas. Algo tan frecuente en
relaciones internacionales no hace mover ficha, excepto que la
renovación de los acuerdos hispano-norteamericanos estuviese próxima
y la posición negociadora de partida de los Estados Unidos se encontrara
resentida tras el accidente. Para remediarlo ofrecieron una donación
a los vecinos que, tras consultas varias, se materializó en una
desalinizadora que únicamente funcionó en pruebas, con un
inasumible coste por litro y una indispensable red de distribución
que el Gob. de España nunca construyó. Tras la inversión del
equivalente actual a 9 millones de €, la flamante depuradora,
publicitada en su día a bombo y platillo, fue abandonada, sepultada
en el olvido, mientras el mar la transformaba lentamente en
herrumbre. Hasta su desmantelamiento como chatarra, la desalinizadora
de Palomares quedó como un monumento a la ignominia de los Estados Unidos y
España con los vecinos.
Hablas de la
segunda movilización, en el XX aniversario del accidente atómico.
¿Por qué entonces? ¿Qué pasaba por aquellas fechas? Hablamos de
1985, 1986.
JH.- El plazo
para reclamar daños diferidos por el accidente expiraba a los 20
años. A pesar del desconocimiento sobre el plutonio en aquellos
años, se sabía que los daños a la salud, para exposición
permanente y a bajas dosis, superaba muy ampliamente tal lapso, por
lo que el establecimiento de este insuficiente plazo no parece
inocente ni casual.
¿Qué nos puedes
decir de la actitud, del compromiso de Antonia Flores, la alcaldesa
de Palomares en aquellas fechas?
JH.- El acceso de
una joven pero resoluta alcaldesa del PSOE, hija de afectados por el
accidente, fue decisivo para poner en marcha una difícil y procelosa
actividad reinvindicativa que llegó a chocar frontalmente con su
partido, tanto a nivel gubernamental como provincial, además de
tener en frente a un sector de la barriada, partidarios del aquí y
ahora, frente a las generaciones futuras y el medio ambiente, «del
dinero antes que la salud», como decía una vecina. Instigadores
victoriosos del silencio, por el daño a la incipiente pero pujante
economía local.
¿Cómo se
consiguió la ayuda del CAPS? Un amigo, Eduard Rodríguez Farré, un
gran científico franco-barcelonés, colaboraba en ese Centro de
Análisis y Programas Sanitarios.
JH.- Eduard ya
conocía Palomares y su problemática, porque hacía unos meses había
asesorado a Jordi Bigas de Greenpeace. La colaboración del Centre
d’Análisis i Programes Sanitaris, integrado por profesionales
independientes, probablemente se consiguió por los avales de Eduard,
Greenpeace y especialmente del prestigioso cardiólogo Pedro Zarco,
como presidente de la Asoc. Intern. de médicos por la prevención de
la guerra nuclear que justo ese año había recibido el Nobel de la
Paz.
¿Qué se
apuntaba en ese informe que elaboró el CAPS?
JH.- Para los que
nos interesábamos por el accidente y sus consecuencias, el informe
del CAPS, a pesar de sus limitaciones por el férreo secretismo que
imperaba, arrojó luz a mucha ignorancia, dudas y algunas medias
verdades que padecíamos. Algunas de ellas fueron que el plutonio de
la zona, en forma de dióxido de plutonio, es insoluble y no es
absorbido por los cultivos, a diferencia del cesio en Chernóbil y
Fukushima, o que sus potenciales efectos para la salud no eran
leucemia, ni abortos, sino cánceres de pulmón, hígado y hueso
principalmente. También nos enteramos de las trampas a la hora de
mostrar los niveles de contaminación, con técnicas de despiste y
desorientación, a base del uso de magnitudes varias e incomparables
entre sí. También del tan refinado como perverso método de
presentar los valores de resuspensión del plutonio diluidos en las
medias anuales, cuando en un solo pico, generado por los fuertes
vientos o la actividad humana, es más que suficiente para la
contaminación interna de las personas que hayan respirado ese
aerosol. Además, dejaron claro que, una vez se ha contaminado un
individuo, es irreversible, o sea, imposible descontaminar las
partículas sitas en los alvéolos pulmonares. Nos enteramos que la
metodología usada hasta el momento en el Proyecto Indalo era
errática y deficiente; que Palomares era una de las zonas más
contaminadas por plutonio a nivel global, o que la investigación en
humanos con riesgos a su salud, llevada a cabo hasta el momento, no
resultaba lícita si no existe un consentimiento plenamente
informado. En pocas palabras, desarrolló un discurso crítico que
por primera vez contradecía la historia oficial y que posteriormente
sería corroborado por la evidencia documental.
¿Por qué se
recogieron firmas? ¿Los ciudadanos de aquellos años estaban unidos?
JH.- Se intentaba
prorrogar en las instituciones competentes el insuficiente plazo de
20 años para poder reclamar daños a la salud debidos a la
contaminación. Para ello se precisaba la firma del documento de
cesión de poderes. Aunque la mayoría quería seguir con las
movilizaciones, el sector partidario de la inacción y el silencio,
para no dañar su vulnerable economía y que las generaciones futuras
arrearan con el problema, se oponía firmemente a toda acción. El
giro de 180º gubernamental del PSOE, de cara al referéndum de la
OTAN, hizo que los valedores de la postración volvieran a callar
cualquier vindicación. Estos han sido minoría en dos ocasiones
excepcionales, siempre durante bienios y gracias al poder aglutinador
de lideresas: 1966-67 por la Duquesa de Medinasidonia y 1985-86 con
Antonia Flores.
Tus palabras de
cierre: "Más allá de los logros materiales o avances en el
conocimiento, las movilizaciones lideradas por la joven alcaldesa
Antonia Flores sirvieron para recobrar algo inmaterial, imposible de
aprehender, difícil, al igual que la radiactividad, de detectar y
medir. Sin valor alguno para aquellos que solo valoran lo material o
crematístico: la dignidad como personas en pos de la verdad robada y
la dignidad como colectivo maltratado por los Estados Unidos y su propio
gobierno". ¿Se puede recobrar la dignidad? ¿La han recobrado
los pobladores de Palomares?
JH.- En el ámbito
de la problemática medioambiental que padecen, al igual que en otras
parcelas de la vida, la dignidad se otorga en la lucha y se pierde en
la claudicación. Si no nos lobotomizan con ideologías castrantes u
opios del pueblo, lo natural en la supervivencia del individuo es el
compromiso con su destino y circunstancia, sean cuales sean. Si
hablamos de derechos ciudadanos, el Poder nada nos otorga; ni hay
manás del cielo, solo conquistas.
Las gentes de
Palomares han demostrado en las últimas décadas su gran capacidad
emprendedora. Han hecho frente al duro trabajo realizado en una
auténtica revolución socioeconómica, que ha transformado el
paisaje urbano de manera radical. De la emigración de los 50-60 a la
inmigración de los 80-90. Ese orgullo resulta tan innegable como el
mérito de su esfuerzo. Pero cuando el inventario radiológico ha
destapado su realidad y han constatado que fueron engañados por la
dictadura y todos los partidos de nuestra Democracia y no se han
rebelado, ni exigido con firmeza a los Estados Unidos y subsidiariamente a la
connivente España una inmediata solución al lastre que dejaron,
postrándose al discurso hegemónico de unos pocos, queda en jaque la
dignidad y el orgullo de todos.
Te pregunto ahora
por el referéndum de la OTAN en Palomares
Cuando quieras.
Fuente:
Salvador López Arnal, “El informe del CAPS desarrolló un discurso crítico que contradecía la historia oficial y que luego sería corroborado por la evidencia documental”, 10/05/17, Rebelión. Consultado 11/05/17.
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