La ONU tuvo que
proteger a la ONG Global Witness para que sus representantes no
fueran detenidos por revelar vínculos del partido oficial con
proyectos hidroélectircos que han causado decenas de muertes.
por Jacobo García
La organización
Global Witness denunció que Honduras es “el país más peligroso
del mundo para los ecologistas”. Por esta razón, el martes 31 de
enero presentó en Tegucigalpa un informe con ese título, resultado
de dos años de trabajo y cientos de entrevistas, donde dice haber
recogido pruebas sobre 123 asesinatos desde 2010.
Hasta ahí todo
dentro de la macabra normalidad hondureña en lo que a ecologistas se
refiere. De hecho, el acto se había celebrado sin contratiempos y
con la presencia de instituciones nacionales e internacionales
incluida la hija de Berta Cáceres, líder ecologista asesinada en
marzo de 2016, en señal de respaldo,
Sin embargo, dos
días después de su presentación, el jueves 2 de febrero, Ben
Leather y Billy Kyte, representantes de la organización, pidieron
urgentemente la protección del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los DDHH en Tegucigalpa, cuando vieron al ministro de
Ambiente José Galdámez aparecer en televisión y exigir su
inmediata detención durante un programa matinal.
Ante la amenaza
de ser encarcelados y los reproches posteriores de destacadas figuras
políticas del país, el Alto Comisionado se encargó de su simbólica
protección durante las 24 horas que continuaron en el país, hasta
su salida definitiva el viernes 3 de febrero.
Durante esas
horas ambos contaron con escolta policial, proporcionada por la
oficina de DDHH de Honduras, mientras las embajadas de Inglaterra y
Estados Unidos ayudaban a su resguardo.
“Fue una
amenaza política sin ningún fundamento legal. Que un ministro pida
públicamente a la fiscalía que actúe, sólo porque no está de
acuerdo con nosotros, es un gesto que refleja la dramática situación
que viven los defensores de DDHH en Honduras” explicó Leather a El País.
En medio de un
creciente acoso y persecución hacia los ecologistas que se oponen a
los distintos proyectos hidroeléctricos en Honduras, el informe de
Global Witness, una organización con sede en Londres y Washington
con 24 años de experiencia en el la investigación de delitos
ecológicos, se enmarca en el mismo contexto de anteriores informes
publicados por Amnistía Internacional, Naciones Unidas o la Corte
Interamericana (CIDH) quienes han expresado su preocupación.
Tanto la CIDH
como la ONU habían exigido al gobierno de Honduras medidas para que
los defensores de derechos humanos puedan ejercer su labor “sin
temor a las amenazas o el asesinato" e insistieron en que
“Honduras es una de los países más peligrosos para los defensores
de derechos humanos” señalaron en agosto Michel Forst (ONU) y José
de Jesús Orozco (CIDH).
Sin embargo, la
reacción del gobierno de Juan Orlando Hernández fue todo lo
contrario.
El informe de
Global Witness que tanto irritó al Gobierno de Honduras incluye la
denuncia de importantes vínculos de miembros del derechista Partido Nacional, actualmente en el poder, con las empresas hidroeléctricas.
El informe hace un detallado recorrido por las élites políticas y
empresariales hondureñas que estarían usando medios corruptos y
delictivos para sacar provecho de la riqueza natural del país
consiguiendo el apoyo de las fuerzas estatales, para asesinar y
aterrorizar a las comunidades que se atreven a interponerse en su
camino" dijo Kyte durante la presentación.
En concreto el
documento cita a la presidenta del Partido Nacional y vicepresidenta
del Congreso, Gladis Aurora López, como propietaria de proyectos
hidroeléctricos en el oeste del país. La ONG afirma en el documento
que el esposo de López, Arnold Castro, construye dos megaproyectos
hidroeléctricos -Los Encinos y La Autora-, para vender energía al
Estado.
La diputada sin
embargo dijo que las acusaciones son falsas y aunque admitió ser
propietaria del proyecto Aurora desmintió estar involucrada en actos
de violencia. López reprochó también a quienes "ponen en
riesgo la inversión en el país" con denuncias falsas y amenazó
con denunciar a la ONG a la que pidió retractarse.
En la misma
dirección el presidente Juan Orlando llamó “irresponsable” a GW
y acusó de presentar el informe sin pruebas. "Cuando uno
denuncia, crítica, protesta, tiene que dar la cara y decir acá
están las evidencias" y pidió a los hondureños “cuidar la
imagen” del país.
"El hecho de
que la ONU me tuviera que rescatar quiere decir que el gobierno tiene
miedo de los hallazgos (...) El Estado negó la evidencia contundente
en nuestro informe, basado en una investigación seria y rigurosa con
más de 250 fuentes que incluyen documentos del propio Estado”
defendió el representante de Global Witness.
Para los
ecologistas la actitud del gobierno de Honduras, lejos de facilitar
su trabajo añade más tensión a una labor de resistencia que en
Honduras se paga con la vida. Segun Reina Rivera, activista de DDHH
quien maneja un fondo de ayuda a ecologistas en peligro, "solamente
en el Bajo Aguan, en los últimos tres años, hemos contabilizado 90
asesinatos de miembros de movimientos campesinos", denuncia a El País. Según sus datos "la cifra de 123 asesinados de GW se
queda corta".
Fuente:
Jacobo García, El informe ecológico que irritó al Gobierno de Honduras, 10/02/17, El País. Consultado 12/02/17.
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