viernes, 7 de octubre de 2016

Cómo es que la mafia produce cáncer

A médicos rurales italianos les resultaba incomprensible que comenzara a haber un aumento de los casos de cáncer. Entonces advirtieron que había una conexión con desechos industriales que arrojaban organizaciones criminales locales. Ian Birrel descubre las trágicas consecuencias.

por Ian Birrell

Pocos días antes de que visitara el poco higiénico Hospital de Santa Anna y San Sebastián en Caserta, llegó un chico de 11 años quejándose de dolores de cabeza. Los médicos temieron lo peor y efectivamente, el caso fue rápidamente diagnosticado como otro niño con cáncer cerebral. Algunos de estos pacientes jóvenes llegan con terribles dolores, otros que no entienden por qué se caen a cada momento; no saben hay que tumores letales expandiéndose en sus cabezas. Otros más llegan con cáncer en la sangre, los huesos, la vejiga. Hay tantos casos que no todos pueden ser tratados en los hospitales de Campania, una región predominantemente rural del sur de Italia.

Era demasiado pronto para dar un pronóstico para el chico con cáncer cerebral, no se hable ya de tranquilizar a la familia acongojada con algún informe real reconfortante. En un pueblo donde los médicos rara vez se encontraban con un chico con cáncer, ahora ven estos casos traumáticos casi todos los meses. Demasiados pacientes jóvenes terminan muertos, algunos apenas salidos del útero pero con sus cuerpos ya dominados por la enfermedad. Y hay mujeres con cáncer de mama a edades inusualmente tempranas, los hombres con cáncer de pulmón pese a que no fuman, los niños nacidos con síndrome de Down pese a que sus madres son comparativamente jóvenes.

El triángulo de la muerte
¿Entonces por qué sucede esto en un área al norte de Nápoles conocida como el 'Triángulo de la Muerte'? La respuesta, según la gente local, casi con certeza puede encontrarse en lugares tales como una vieja cantera a cinco kilómetros, cerca de la ciudad histórica de Maddaloni, a la que visité con un energético asistente social de 57 años, dedicado a la juventud, de nombre Enzo Tosti. Mientras íbamos hacia allí en el auto me contó que lo estaban tratando para contrarrestar los altos niveles de dioxinas descubiertos en su sangre cinco meses antes. "Mi esposa trabaja como radióloga en los hospitales y está muy preocupada", dice. "Pensé en ir a vivir a otro lado por mi salud, ¿pero a dónde iría? Esta es mi tierra".

Era un anochecer glorioso luego de un día anegado de lluvia, con el sol hundiéndose en un cielo surcado de franjas color lavanda, cuando dejamos el camino principal y pasamos por un naranjal, luego campos con arbustos de arvejas recién nacidos. Era fácil comprender su afecto por esta zona llamativa de Italia, que cuenta con algunas de las tierras más fértiles de Europa gracias a las erupciones del Vesubio, al sur. Pero a pesar de tanta belleza natural, las escenas que me confrontaban no podían ser más deprimentes.

Al bajar del auto, Tosti se tapó la boca con la mano y me dijo que nos apuremos. Había basura por todas partes, con bolsas de plástico, contenedores de pintura y botellas de vidrio cubriendo el suelo. Fui tropezando por el suelo ondulante, con grietas y pozos, esforzándome por seguir a mi guía. En una bajada sentimos el hedor acre de sustancias químicas y vimos una pequeña pluma de humo surgiendo de la tierra. Pero Tosti rechazó mis preguntas con un gesto de la mano. "Podemos hablar en el auto", dijo. "Salgamos de aquí".

Los desechos de la mafia
Mientras nos alejábamos, explicó que la mafia había descargado inmensas cantidades de desechos industriales contaminados allí y luego inesperadamente obtuvo permiso retroactivo para ello. Pero estos materiales riesgosos eran dejados en el medio de tierras agrícolas de primera, junto a una concesionaria de autos, con salas de bingo y mueblerías camino abajo y a tan solo unos cientos de metros de un pueblo de 39.000 personas. Se lanzó una investigación penal del incidente hace 18 meses, pero la gente local no cree que habrá condenas.

Porque este está lejos de ser un incidente aislado. Hay miles de basurales similares por toda esta zona en un tiempo paradisíaca de Italia: en canales y cuevas, en canteras y pozos, en los campos y las colinas, por debajo de caminos y propiedades. Según un mafioso vuelto informante, durante muchos años empresas del próspero norte del país pagaron al crimen organizado para que se deshiciera de desechos tóxicos de modo ilegal, en vez de pagar mucho más para que se manejara de modo seguro. Por lo que la Camorra, el sindicato del crimen que opera en toda Campania, contaminó grandes extensiones de su propio patio trasero, cubriendo el terreno de metales pesados, solventes y compuestos clorados. Hay evidencias de que se enterraron barriles, se lanzaron contenedores a ríos, se mezcló materiales peligrosos con basura hogareña, se cubrieron campos con barro químico como si fuera "fertilizante", se quemó amianto al aire libre. Y recién ahora queda claro el legado trágico de la idiotez de la mafia.

Pero es demasiado fácil culpar sólo a los mafiosos por la probable muerte de miles de personas. La historia de este manejo ilegal de desechos mancha a toda Italia. Revela el lado oscuro del capitalismo; hay alegatos de complicidad del estado, de encubrimiento de la policía, políticos y fiscales. Un jefe de la mafia incluso sostiene que llegaron camiones de Alemania a descargar desechos nucleares en basureros de Campania. Aunque esto se haya detenido ahora, esta región ofrece lecciones más amplias para el mundo al ignorar el Occidente rico actividades similares en países de bajos ingresos. Médicos y científicos creen que este paisaje italiano polucionado ofrece un experimento perfecto de "exposomía" - la disciplina en evolución que estudia los daños a la salud causados por la exposición a sustancias químicas dañinas en contaminación ambiental.

El terremoto de 1980
Las raíces de esta saga pueden rastrearse en un devastador terremoto italiano en noviembre de 1980, que dejó a casi 3000 personas muertas y 280.000 sin techo. Llegaron miles de millones de euros de ayuda, aunque la mayor parte terminó en las manos equivocadas. La reconstrucción de caminos y edificios afectados aumentó las ganancias de la mafia, dado que domina la construcción en la región, un modo práctico de lavar dinero de drogas y prostitución. Al fluir el dinero, los clanes expandieron sus intereses en áreas tales como canteras, de donde obtenían materias primas para su trabajo. Entonces un empresario-abogado emprendedor, con vínculos a la mafia, dueño de varios basurales, advirtió que podría ganar mucho dinero ocultando desechos industriales en medio del detritus hogareño cotidiano. Por lo que a fines de la década de 1980 la mafia se expandió a una nueva área de negocios lucrativos.

Pronto los productores agropecuarios comenzaron a percibir extraños incidentes en los campos y bosques. Les habían dado un nuevo fertilizante líquido, pero parecía tan fuerte que era capaz de corroer tanques metálicos, chorreaba de los camiones y detenía el crecimiento de las plantas. Un día, un funcionario forestal de Brescia dio a un joven periodista de nombre Enrico Fontana un frasco con este fertilizante y le dijo: "huela lo que le dan a la gente para sus tierras agrícolas". El reportero dio un respingo por el hedor amargo: era cianuro. Por lo que en 1990 publicó dos denuncias en L'Espresso, un importante semanario noticioso, haciendo saber que el crimen organizado estaba descargando materiales peligrosos en campos y rellenos de tierras.

Lentamente fueron apareciendo evidencias que daban sustento a sus denuncias. Un mafioso vuelto informante, llamado Nunzio Perrella, le contó a investigadores en Nápoles todos los detalles del nuevo negocio, lo que llevó al arresto de docenas de mafiosos y funcionarios corruptos en marzo de 1993. Pero pronto recuperaron la libertad. Sin embargo al año siguiente Fontana, trabajando ahora en investigaciones para Legambiente, un grupo ambientalista- publicó un informe llamado Basura Inc., revelando que la misma gente estaba traficando con desechos ilegales en otras partes de Italia. Hubo indignación pública, una comisión parlamentaria y zonas polucionadas de Campania fueron declaradas oficialmente zonas degradadas.

"Creímos que habíamos obtenido un resultado. Nuestro trabajo había concluido" me dijo Fontana con una sonrisa triste, mientras bebíamos café al aire libre, afuera de la sede de Legambiente en Roma. "Pero entonces no sucedió nada. Nada. Lo que ocurrió es que no llegamos a vincular la disposición legal de desechos con la disposición ilegal. Y si bien era obvio que esto era malo para la tierra, no advertimos ningún efecto sobre la salud de la población en aquel momento, dado que esos efectos no resultaban obvios inmediatamente".

La eco-mafia
Fontana acuñó la frase "eco-mafia" y comenzó a dar informes anuales de sus acciones. Pero en aquel momento no sabía de otros dos procesos importantes. Primero, un agente policial de Campania de nombre Roberto Mancini descubrió por casualidad la magnitud de las nuevas actividades de la mafia, advirtiendo que ocultaban desechos tóxicos de empresas del norte industrial con desechos hogareños que se acumulaban en sitios de relleno. Escribió un memo para sus superiores detallando lo que había encontrado. Pero el informe fue cajoneado y Mancini luego fue transferido a Roma. Cruel paradoja, Mancini murió hace dos años de cáncer, con su carrera destrozada debido a sus intentos de salvar a miles del mismo destino.

Entonces se dio el caso de Carmine Schiavone, uno de los mafiosos vueltos informantes más importantes de la historia en Italia. Como líder del notorio clan Casalesi en Nápoles, confesó haber perdido la cuenta de la cantidad de gente asesinada bajo sus órdenes. Sus testimonios explosivos revelaron el soborno generalizado de políticos y eventualmente llevó a que 16 jefes criminales fueran a la cárcel de por vida, luego de juicios que se arrastraron durante años y dejaron cinco testigos muertos. Pero Schiavone sostuvo que había roto el pacto de silencio de la mafia temiendo por el medio ambiente. Y sus informes más devastadores fueron presentados en privado a un comité parlamentario en 1997 en Roma respecto de desechos tóxicos pero, asombrosamente, fueron mantenidos en secreto casi 17 años.

"Hablamos de millones de toneladas", dijo Schiavone, que incluso sostuvo que se llevó desechos nucleares alemanes a Campania. "Sabía que se condenaba gente a morir". Ante el comité describió operaciones de descarga de basura en el medio de la noche, bajo la vigilancia de hombres en uniforme militar y con la connivencia de altos funcionarios policiales, políticos y empresarios. El informante mostró a los funcionarios estatales la locación de los sitios porque, según predijo con sorprendente precisión, los residentes cercanos comenzarían "a morir de cáncer en 20 años".

Tierra del Fuego en Italia
Esta industria ilegal era un subproducto de la evasión impositiva en un país con uno de los niveles más elevados de evasión en Europa occidental. Las empresas que declaraban ingresos menores a los reales tenían que disimular la escala de sus actividades y eso significaba ocultar grandes cantidades de desechos tóxicos. Para el cambio de siglo se estaba arrojando tantos desechos tóxicos en Campania que ya no se podían ocultar fácilmente con la basura hogareña, por lo que la mafia comenzó a quemarlos. Llegaban camiones de noche, se descargaba los desechos y se encendían inmensas fogatas; en un momento se llegó a hacer 6300 veces al año. La gente local colocaba toallas húmedas en las puertas para evitar que entraran los hedores y la zona fue conocida como la "Tierra del Fuego".

Los fuegos intensificaron el daño ambiental y diseminaron los factores de riesgo para la salud. Pronto los médicos comenzaron a advertir un aumento de los defectos en recién nacidos y de cánceres, de lo que hablaban sorprendidos en sus charlas en el almuerzo. Entre ellos se contaba Alfredo Mazza, un napolitano vivaz -que por entonces se estaba especializando en cardiología- que disfruta de hacer campaña política. "Mucha gente se enfermaba", dijo. "Conocí jóvenes en la universidad que enfermaban, algunos amigos murieron, mucha gente en esta área estaba muriendo. La gente me decía: vos sos médico de esta zona, tenés que dar esta batalla".

Mazza pidió a las autoridades sanitarias los datos de cáncer de una región oriental de Catania con altos niveles de descarga de desechos y cuando recibió los resultados creyó que presentaban evidencias de la relación entre la degradación ambiental y una creciente incidencia de tumores. Las tasas de muertes masculinas por cáncer de vejiga e hígado en este distrito rural, por ejemplo, eran el doble que las tasas nacionales y la mortalidad femenina por cáncer de hígado era tres veces el promedio de Italia. Y mientras los avances en el diagnóstico y tratamiento elevaban las tasas de supervivencia en otras zonas, los médicos locales veían una mortalidad en alza y pacientes más jóvenes. "La edad era importante", dijo. "El cáncer por lo general se encuentra en gente mayor, pero esta era gente más joven que moría".

El pugnaz y joven doctor llevó los datos devastadores a un fiscal local y exigió que actuara, pero lo rechazaron. Por lo que escribió a The Lancet, que publicó su trabajo en septiembre de 2004, lo que fue el primero de muchos informes sobre la Tierra del Fuego. El artículo provocó un furor, alimentando las protestas locales contra la instalación de un nuevo incinerador, pero no logró demasiada acción real de las autoridades. Mazza me dijo que luego supo por un amigo que la inteligencia italiana comenzó a vigilarlo, considerándolo un "alborotador".

Ya como cardiólogo establecido, que ha publicado una serie de estudios sobre las consecuencias sanitarias de los desechos tóxicos, Mazza reconoce que es imposible demostrar un vínculo preciso entre materiales tóxicos, tumores y malformaciones congénitas. Pero cree que recién comienzan a ver la verdadera escala de los problemas sanitarios. "Vivimos en el Triángulo de la Muerte. Estas zonas sufrieron un terrible daño por muchos años. Pero aún no sabemos cuántas áreas fueron afectadas, hasta donde llegará el daño o cuánto durará".

Gomorra
Dos años después de su informe en The Lancet, los cuentos de gangsters que atravesaban Italia para volcar el contenido de camiones llenos de desechos tóxicos en ríos y enterrar contenedores contaminados bajo campos feraces llegó a un público más amplio cuando fueron divulgados en Gomorra, el libro revelación del periodista Roberto Saviano sobre la mafia. Entre los 6 millones de compradores del libro se contó un oncólogo de Nápoles, de nombre Antonio Marfella, que desde hacía mucho no lograba entender porque crecía el número de pacientes a la vez que las víctimas eran cada vez más jóvenes. Sabía que era un fenómeno global, pero la velocidad del cambio parecía alarmantemente acelerada en Campania.

Marfella ocupaba un alto cargo como jefe de consultores de la Fondazione G Pascale en Nápoles, un hospital de 235 camas que es el único centro oncológico de la región. Dice que comenzaron a ver el aumento de la cantidad de casos alrededor del cambio de siglo, con el promedio de edad de los pacientes cayendo de 60 a menos de 40 años. De pronto, lo que en un tiempo eran raros casos de cáncer de huesos se volvieron comunes en los niños y la edad de las pacientes de cáncer de pecho bajó a menos de 40 años, que es cuando se comienza a controlar en Italia. "Si bien somos una ciudad sobre el mar y no industrial, era como si viviéramos en una de las peores áreas industrializadas del mundo", dijo.

Nápoles tenía desde hace mucho mala fama por su manejo inepto de la basura, con los sitios de relleno llenándose inexplicablemente rápido. Por cierto, cuando Marfella leyó el libro en 2007 había protestas en las calles de los vecinos hartos del hedor de la basura que se pudría en el calor del verano. De pronto, el consultor de pelo cano comenzó a entender lo que sucedía en derredor: "Tuve una visión que parecía increíble", dijo. "Sabíamos que había mal manejo de los desechos hogareños, pero no sabíamos que el crimen organizado había derivado de sus actividades habituales de narcotráfico y prostitución a los desechos tóxicos".

En el pueblo cercano de Acerra, habían comenzado a aparecer ovejas muertas y deformes. Entonces, un pastor de 50 años apareció en el hospital con un cáncer tan agresivo en los huesos y la sangre, que los médicos no pudieron determinaron dónde había comenzado; un mes más tarde estaba muerto. Su hija pidió que se hicieran pruebas con su cuerpo y éstas revelaron niveles inusualmente elevados de dioxinas. Luego de que se supo que sus ovejas habían sido testeadas cuatro veces con resultados igualmente preocupantes, lanzó una demanda exigiendo reparación por daños.

Marfella presentó evidencias como experto en la corte, lo que llevó a que se le solicitara que hablara de la situación en el parlamento italiano en enero de 2008. "Dije que en estas zonas agrícolas había el mismo nivel de toxinas que el que se encuentra en sitios industriales, lo que es una paradoja. Dije que eran como sitios postindustriales y sugerí una hipótesis tomada de Gomorra que creía correcta". Pero cuando regresó de Roma fue echado de su cargo por "alarmista", decisión que le ha costado miles de dólares al año en ingresos perdidos.

Humo negro en el pueblo
Para esta época una mujer llamada Anna Magri dio a luz a Riccardo, su segundo hijo. Cuando conocí a la vendedora de autos de 39 años en su departamento prolijo de una aldea cerca de Caserta, los diminutos zapatos del niño estaban junto a una foto del mismo sobre la cómoda: murió poco después de su segundo cumpleaños, habiendo pasado la mayor parte de su corta vida combatiendo la leucemia que se le descubrió a los seis meses. "Creímos que lloraba todo el tiempo por la dentición. Yo lo amamantaba pero no podía alzarlo porque chillaba. Tenía tanto dolor" dijo su madre.

Anna, que estaba embarazada durante la crisis de la basura de 2007, recuerda el grueso humo negro que se alzaba sobre su pueblo , de la basura quemada en una colina cercana. "No pensábamos en la cuestión de los desechos tóxicos porque aún no se había destapado" dijo. "Yo había visto fuegos por todas partes, pero ahora sé lo que eran. Estoy convencida de que su muerte se debió a los desechos tóxicos cuando los quemaban, con todos los basureros ilegales".

Nunca se sabrá si a su hijo simplemente le tocó un cruel destino o si su muerte fue por algo más siniestro. Pero un estudio indicó niveles significativamente más elevados de dioxinas en la leche de madres en la zona más afectado que en otras áreas cercanas. Otros estudios han encontrado concentraciones preocupantes de dioxinas y policlorobifenilos (PCB) en leche animal, incluso en los búfalos que producen la famosa mozzarella de la zona. Los PCB son compuestos hechos por el hombre, utilizados ampliamente en un tiempo en productos eléctricos y están prohibidos en muchos países por preocupaciones ambientales y sanitarias.

Le pregunté a Anna qué piensa de los matones que cree que mataron a su hijo, gente con la que se cruza diariamente en la calle. "Son estúpidos, porque viven aquí y sus hijos viven aquí también". Pero esta saga chocante va mucho más allá de la estupidez de gangsters avariciosos. El estado italiano es culpable en el mejor de los casos de una incompetencia grotesca y fatal y, en el peor de los casos, un ocultamiento homicida en colusión con los ricos industriales que evaden impuestos, que pueden haber causado la muerte de al menos 2000 personas ya, según un estudio oficial reciente.

Basureros ilegales
En 2004 había más del doble de sitios de descarga de desechos en Campania que en la región norteña de Lombardía; cuatro años más tarde la cifra se había más que duplicado. Las fogatas ardían, pero los funcionarios las ignoraban. Un pediatra me mostró un mapa de estos micro-basurales, cada uno un punto negro, fuertemente concentrados en la zona del Triángulo de la Muerte en torno de Acerra, Nola y Marigliano. Entonces me mostró otro que había hecho con puntos rojos representando casos de niños con cáncer de cerebro superpuesto al anterior; casi todos se superponían en la misma región pequeña.

Pero recién ahora está saliendo a luz el escándalo en sus plenas dimensiones. En parte esto es gracias a un sacerdote, el padre Maurizio Patriciello, ex enfermero, que escribe en el diario de los obispos italianos y disfruta de generar conmoción en los medios sociales. Una calurosa noche de junio de 2012, no podía dormir por el humor y el hedor de la quema de desechos químicos, por lo que a las tres de la mañana preguntó a través de Facebook si otros sufrían los mismos efectos. Para las seis ya tenía más de 1000 respuestas de aldeas vecinas, por lo que fue a ver a su obispo y exigió actuar.

"Las familias están aterrorizadas" me dijo el elocuente sacerdote católico de cabello plateado, cuando lo vi en su iglesia en una urbanización gris, vigilada intensamente por una banda de hombres encapuchados fuera de la pesada verja de hierro. "Saben que incluso hoy hay mucha gente enferma. Tienen que ir al norte en busca de tratamiento porque los hospitales aquí están llenos. Si una mujer pide una mamografía se la hacen a los tres meses, pero si se espera tanto puede ser demasiado tarde".

Patriciello ayudó a padres como Anna a sumarse a grupos de protesta, hizo lobby a los políticos en Roma, escribió artículos polémicos, organizó inmensas marchas y se unió a gente que ha hecho campaña enviando fotos de madres con sus hijos muertos al Papa y el presidente italiano. Incluso se reunió con Schiavone antes de que el informante muriera hace dos años, encontrándose con "un viejo insignificante de pelo blanco". Patriciello dice que el gángster le confesó sus crímenes, pero sostuvo que los peores culpables son los industriales que tratan con la mafia, dado que sabían del daño devastador que provocaban sus acciones. Es difícil no estar de acuerdo.

También se supo que hace dos años la Marina de los Estados Unidos, cuyo comando europeo tiene sede en Nápoles, había realizado su propio estudio del aire, el suelo y el agua local, durante tres años, con un costo de US$ 30 millones. Hizo pruebas en cientos de lugares contaminados o alarmantes, encontrando altos niveles de "riesgo sanitario inaceptable" en pozos privados y niveles preocupantes de uranio en el 5 por ciento de las muestras. Se concluyó que no había impacto sobre el personal militar, pero tres áreas cerca de su base fueron declaradas de acceso prohibido, se prohibió el consumo de agua corriente y se le aconsejó a las tropas evitar los departamentos a nivel de tierra donde es mayor el riesgo de inhalar contaminantes.

Multas e investigaciones
Gracias a la gente que hizo campaña y fuertes multas de la Unión Europea por no combatir los desechos ilegales, finalmente se obligó a los políticos italianos a actuar. Se prohibieron los cultivos en algunos sitios contaminados. Luego aprobaron una ley especial para la Tierra del Fuego en el parlamento en 2014, por lo que se prohibió la quema de desechos, volcando recursos de dinero extra a la detección del cáncer y a la promoción de la salud pública en la región. El parlamento también ordenó al Instituto Nacional de Salud recoger todas las evidencias epidemiológicas disponibles. Un estudio anterior de ese ente encontró una correlación entre los desechos peligrosos y eventos de salud tales como mortalidad por cáncer y malformaciones en el nacimiento, pero no una relación causal directa.

Los resultados de la investigación, que analizó mortalidad, incidencia de cáncer y admisiones en hospitales en 55 municipalidades, se conoció este año y fueron devastadores. La expectativa de vida en Campania es dos años menor que la del resto del país. Las tasas de mortalidad en el Triángulo de la Muerte son 10 por ciento más elevadas para los hombres que en otras partes de la región, 13 por ciento más elevadas para las mujeres. Más casos de cáncer en estas áreas rurales bucólicas que en los sitios industriales más contaminados. Esto incluye un aumento del 17 por ciento de incidencia de cáncer en el sistema nervioso central para niños menores de 14 años en torno de Nápoles y un alza del 51 por ciento para infantes en su primer año, que son particularmente vulnerables a la contaminación ambiental por su fisiología.

"No es que todos los casos se deben a los desechos tóxicos, pero se ve un patrón claro" dijo Pietro Comba, uno de los autores de un informe, que culpa directamente a los sitios de descarga de basura ilegales y a la quema descontrolada de desechos. "Hubo indicios particulares en cuanto a cáncer de estómago, de hígado y de pulmón, más cáncer de pecho en las mujeres. Y es significativo que estos excesos no son uniformes en toda la región. En algunas municipalidades los datos no se alejan de lo que es la norma, pero en otros las cifras son muy elevadas".

Incluso estos datos impactantes establecen correlaciones pero no son prueba de relaciones causales. Sin embargo, se suman a la cantidad creciente de evidencias globales que vinculan la polución con los problemas de salud: hay evidencias incontrovertibles de que daño ocular y al sistema nervioso central fue causado por la descarga de desechos tóxicos mortales en Abidjan, Côte d'Ivoire, en 2006, así como hay estudios de basureros contaminados en países asiáticos y Estados Unidos que indican desarrollo cognitivo defectuoso. Como dice Comba, es mucho más difícil determinar lo que causa que se desarrolle un tumor en el cerebro de un niño que encontrar un vínculo entre el amianto y el mesotelioma. "Tenemos evidencias muy fuertes, pero no podemos decir con total certeza que estos desechos tóxicos producen cáncer infantil".

Colonialismo tóxico
Lento pero seguro, Italia avanza hacia la eliminación de estos basureros y a clarificar un escándalo trágico, aunque hasta ahora ha habido pocos juicios, y la gente que ha orquestado las campañas se muestra pesimista respecto de que los perpetradores claves sean castigados. "Esta gente nunca irá a juicio porque son industriales importantes" dijo María Caccioppoli, de 40 años, una costurera cuyo único hijo murió hace tres años del tipo de cáncer de cerebro que se ve habitualmente como resultado de la exposición a radiación en adultos. "Han envenenado nuestra tierra y robado nuestros niños".

Pero mientras los industriales ya no le pagan a los gangsters para enterrar productos químicos peligrosos bajo las pasturas de búfalos en Campania, naciones ricas del norte y compañías multinacionales siguen descargando desechos químicos, eléctricos e industriales en países de bajos ingresos. Se ha llamado a esto "colonialismo tóxico"; controles al azar han encontrado que uno de cada tres contenedores que salen de la Unión Europea contiene desechos ilegales, por ejemplo. Pero dada la creciente cantidad de evidencias, por no hablar del simple sentido común, las compañías preocupadas deben ser conscientes de las consecuencias para los niños que desenredan cables y sus padres que rebuscan en los basureros de lugares tales como Filipinas, Nigeria, Ghana.

Cuando visité el Hospital de Santa Anna y San Sebastián en Caserta, donde se había dado el más reciente diagnóstico de tumor cerebral en un niño, conocí a un pediatra apasionado, de nombre Gaetano Rivezzi. Nacido en una aldea a diez kilómetros de distancia, es el hombre que me mostró los mapas preocupantes que hacían coincidir casos de cáncer infantil con los basurales. "Antes esto era un paraíso, había 1000 cosas que se podían cultivar. Entonces los sacerdotes comenzaron a contar los funerales de niños y los médicos a preocuparse más", recordó.

Rivezzi me dijo que hacía tres décadas que practicaba medicina. "Campania es un laboratorio para entender el vínculo entre el medio ambiente y la salud. El daño no puede deshacerse, pero es importante que aprendamos de esto", dijo. "Cuando comencé, era increíblemente raro encontrar un niño con cáncer. Ahora no, aquí no. Los tumores son diferentes, las enfermedades son diferentes, la patología es diferente. Y ahora se ve las mismas cosas en África, donde la polución lleva a problemas serios".

Tiene razón en decir que debemos aprender de un escándalo que ha dejado muerte y devastación a su paso por esta parte hermosa de Europa. Deja su cicatriz en el estado italiano, no sólo los campos, las colinas y el agua de Campania. Pero quizás la tragedia última es que los gangsters de distinto pelaje parecen indiferentes a las consecuencias de tales acciones y siguen adelante con su juego mortal de descargar desechos tóxicos en todo el mundo.

Traducción de Gabriel Zadunaisky. Este artículo apareció en Mosaic Science y se republica aquí bajo una licencia Creative Commons

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Fuente:
Ian Birrell, Cómo es que la mafia produce cáncer, 30/09/16, La Nación. Consultado 07/10/16.

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