por Raquel Montón
Retortillo es un
sitio precioso de Salamanca. Desde hace tiempo está en lucha porque
la empresa Berkeley Minería quiere abrir una mina de uranio a cielo
abierto, y ya están comenzando con las primeras obras: arrancar unas
30.000 encinas centenarias.
A este proyecto
no le falta de nada, desde el intento de la empresa de camuflar sus
actividades respecto a la gestión de los residuos, que si son
radiactivos; hasta la firma del Ministerio de Industria a cargo del
Sr. Soria (sí, el ministro cuya gestión fue contraria a los
intereses generales y favorecedora de los empresariales, por no
hablar de otros asuntos), pasando por el apoyo del Sr. Cañete (sí,
el ministro que favoreció las perforaciones en Canarias, el fraking
y “deformó” la Ley de Costas, por no hablar de otras cosas), y
con la intermediación del Sr. Lamela, segundo de a bordo de Cañete
en la crisis del Prestige, jefe de gabinete de Rato, y promotor del
intento de privatización de la sanidad en Madrid, ahora contratado
por Berkley como lobbista.
A pesar de tener
aparentemente todos los permisos, la Audiencia Nacional en abril
admitió una denuncia porque podría ser pertinente un permiso de
medio ambiente no solo a nivel autonómico, sino a nivel nacional, y
creemos que así debe ser, motivo por el cual este proyecto como
mínimo debería esperar la resolución judicial.
La plataforma
StopUranio lleva trabajando incansablemente para parar este proyecto
y hasta han sido acusados por la empresa de daños al honor
reclamándoles 500.000 euros como pago para evitar una querella
(aunque yo lo llamaría extorsión). Los vecinos de Retortillo
quieren su campo, su balneario, sus encinas y su pueblo. Y en estos
días están pidiendo a la Oficina del Parlamento Europeo que se
detenga este despropósito. Y nos han pedido a Greenpeace que nos
sumenos.
Pues sí, claro
que nos sumamos, porque la explotación de uranio no solo representa
riesgos en sí misma sino que, además, se trata del combustible
esencial de la industria nuclear, una industria de alto riesgo y no
competitiva de la que debemos y podemos prescindir. De igual forma
resultan inaceptables los riesgos que la minería de uranio
representa para las comunidades locales, como Retortillo y Villavieja
de Yeltes, ya que además de las 30.000 encinas, la obtención de
uranio requiere el tratamiento y la manipulación de grandes
cantidades de material, debido a que las concentraciones de uranio en
la tierra son pequeñas, y además especialmente en las primeras
etapas. En esas operaciones grandes cantidades de nucleidos
radiactivos se incorporan a la biosfera.
Entrada de blog
por: Raquel Montón
Responsable de la
campaña antinuclear de @greenpeace_esp #NuclearesNo
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Fuente:
Raquel Montón, ¿Qué elegirías, 30.000 encinas o una mina de uranio?, 08/09/16, Greenpeace España. Consultado 08/08/16.
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