José Herrera
Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad
de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja
actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha
seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de
Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición
en el Centro Andaluz de Fotografía “Operación Flecha Rota.
Accidente nuclear en Palomares”. Posteriormente dirigió el
largometraje documental homónimo (2007).
por Salvador López
Arnal
Estamos en el
capítulo VI, “El proyecto Indalo”. Permíteme antes de entrar en
el tema dos preguntas.
Una primera nota
tuya: “Hola, la Universidad de Valencia sacó en febrero un
fotolibro en inglés con un título manifiestamente mejorable. Te
mando el enlace, por si te interesa.
http://puv.uv.es/product_info.php?products_id=25363&osCsid=a074e4a559e5d9f9af0e6abb1c84ec6a”
¿Nos haces un
resumen? ¿De qué va ese fotolibro?
JH. White
Sepulchres. Palomares Disaster Semicentennial Publication es el
tercer libro que se publica en España por el 50º aniversario del
accidente. Su autor, John Howard es profesor de asuntos
norteamericanos del King's College de Londres. Formalmente es una
panorámica de Palomares y alrededores a base de algo más de 100
fotografías en color de sus rincones y gentes. Al final viene un
breve texto exclusivamente en inglés, sin que se incluya la
traducción al catalán o castellano, a pesar que ha sido editado por
la Universidad de Valencia.
La segunda nota,
también es tuya: “No sé si te has enterado que hace unas semanas
ha aparecido el libro "Proyecto Islero. Cuando España pudo
desarrollar armas nucleares", escrito por el científico militar
que lo dirigió, Guillermo Velarde y editado por la cordobesa
Guadalmazán. Como sabes, el accidente de Palomares permitió una
súbita transferencia de tecnología para este tipo de armamento que
permitió, al año siguiente, disponer de los cálculos de una bomba
H. Cuando hace más de una década estábamos preparando la
entrevista con él para el documental "Operación Flecha Rota.
Accidente Nuclear en Palomares", le dejamos caer la posibilidad
de grabar en vídeo una entrevista a fondo de lo vivido en el
Proyecto Islero, pero se negó en redondo porque, como general de
división retirado, aún estaba sometido a la jurisdicción militar.
Han pasado más de 50 años. Afortunadamente, en la última etapa de
su vida se ha atrevido a contar parte de aquello y que no cayera en
el pozo negro del olvido, tan colmado de nuestra reciente historia.
Creo que es un tema apasionante para leer este verano”.
Para mi vergüenza
no me he puesto aún.
¿Nos explicas
algunas de las ideas del libro por favor?
JH. Al estudio
teórico promovido en 1963 por el Gobierno se le llamó en clave "Proyecto Islero". Por fin su director científico, el general de
división Guillermo Velarde, presidente del Instituto de Fusión
Nuclear, ingeniero aeronáutico y catedrático de Física, ha podido
publicar sus memorias, con las idas y venidas que sufrió el Proyecto
a través de las volátiles directrices políticas, así como su
aplicación dual para usos civiles a través de la fusión nuclear.
La frase centenaria de Unamuno que inventen ellos ha estado siempre
vigente en nuestros jerarcas, algunos de ellos lectores exclusivos de
prensa futbolera. El accidente de Palomares surgió como una
oportunidad única para una rápida adquisición de conocimientos. El
simple hallazgo de un material plástico chamuscado alrededor de los
cráteres de las dos bombas que deflagraron, sirvió como pista
inicial para redescubrir el método Ulam-Teller, conocido como el
secreto de la bomba de hidrógeno. La aparición de este libro supone
un hito importante, un acto de valentía, en la reciente
historiografía sobre un tema que aún se encuentra clasificado. El
único precedente ha sido la publicación a finales del año pasado
del libro de Luis Castro Berrojo, "La Bomba Atómica Española",
reseñado aquí no hace mucho (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=212095).
Entro en el
capítulo. ¿Qué es el Proyecto Indalo? Citas una carta del 25 de
febrero de 1966. ¿De qué iba esa carta?
JH. Sí, el
directivo de la Comisión de Energía Atómica (AEC) de los Estados Unidos, John Hall, le envía a Otero Navascués, director de la JEN, una
carta con la propuesta esquemática de un estudio a largo plazo para
el seguimiento radiológico del medioambiente, más un control
dosimétrico y radiológico de los habitantes. Ese mismo día es
respondida afirmativamente, lo que suponía un convenio internacional
con vinculación contractual, conocido como "Acuerdo Otero-Hall" o
la denominación en clave "Proyecto Indalo", para no llamar la
atención con la palabra Palomares. Con acusados altibajos, este
proyecto se ha prolongado 43 años. Actualmente y hasta que se
descontamine totalmente la zona, se controla por muestreo a 150
vecinos anualmente.
Hablas en el
apartado 6.1.1., ”Antecedentes”, de la ABCC, la Comisión para
las Víctimas de la Bomba Atómica. ¿Jugó algún papel en el caso
de Palomares?
JH. No que yo
sepa. Si lo nombro es como ejemplo de la extrema avidez investigadora
sobre cualquier efecto en personas y medioambiente causado por los
radionúclidos y que se prolongaría hasta finales de siglo. En los
bombardeos de esas dos ciudades, en todas sus pruebas, en casi todos
los accidentes, la máxima prioridad va a ser la investigación, por
encima de cualquier otra, como la sanitaria. Por su parecido con los
estudios en Palomares, hablo del "Proyecto 4.1" desarrollado con
los habitantes maoríes de las Islas Marshall (Rongelap y Enewetak).
Es otro ejemplo de la experimentación con humanos sin su
consentimiento informado, denunciado por el premiado documental
Nuclear Savage. The Islands of Secret Project 4.1 (https://vimeo.com/ondemand/28826). Las pautas parecen haber sido
siempre las mismas y el Proyecto Indalo no ha sido una excepción.
¿Por qué
afirmas que el año del accidente no fue un buen año para la JEN?
¿Por qué no?
JH. Existía
falta de liquidez, generados por los desequilibrios macroeconómicos
en la implantación dos años antes del Iº Plan de Desarrollo. Hacía
falta urgentemente contratar nuevos investigadores. Desde hacía 3
años el gran incremento de profesionales en este sector, la
construcción de dos centrales y el consiguiente incremento de las
ofertas laborales, había generado un masivo éxodo de más 200
especialistas, lo que suponía un freno a los planes de crecimiento
de la Junta.
Por cierto, me he
olvidado, España en aquellos momentos no tenía ninguna central
nuclear. ¿Cuándo llegaron? ¿Existe alguna relación entre el
accidente de Palomares y la nuclearización de España?
JH. La
aprobación de las dos primeras centrales nucleares fue en 1963.
Cuando acontece la colisión en Palomares ya se estaba construyendo
la de Zorita (Guadalajara) y se iniciaba la de Sta. María de Garoña
(Burgos), ambas con tecnología norteamericana de las multinacionales
Westinghouse y General Electric respectivamente.
La única
relación con el accidente es que la nuclearización de España
estaba en marcha. Hasta ese momento, el único referente con lo
nuclear en el imaginario popular eran los bombardeos de Japón. La
contaminación de Palomares supuso un importante lastre publicitario
en un país con una incipiente industria nuclear cargada de futuro.
Supuso un poderoso condicionante que añadir, además del turismo,
para minorar y silenciar las consecuencias radiológicas del
accidente. Miles de millones de dólares estaban en juego.
Citas a una
científica en el apartado dedicado a la JEC, Dolores Lara Sanz, no
había muchas científicas en la España de aquellos años. ¿Cuál
fue su papel?
JH. No, no
existían muchas mujeres científicas. Los arraigados e intensos
prejuicios de género de sociedad de aquel tiempo lo impedían. Las
pocas que había, como Conchita Álvares Ramis, Margarita Celma o la
propia Dolores, eran muy brillantes en su trabajo. Posteriormente le
sucederían personas tan válidas como Asunción Espinosa, Catalina
Gascó, Alicia Álvarez o Mª Paz Antón. A Dolores Lara le tocó el
premio gordo con el accidente. Ella y su equipo fueron los encargados
de implementar los complicados análisis de orina de 24 h. para la
cuantificación del plutonio mediante espectometría alfa,
inicialmente sin discriminación isotópica. También se hicieron
cargo de todos los análisis de producción agrícola, flora
silvestre, tierras, etc. Una vez preparado todo, tuvo fueron llegando
cientos de muestras; muchas más de las que las que podían
humanamente analizar.
¿Qué tareas
realizó el Grupo de Higiene Industrial?
JH. Como
acabamos de ver, el desarrollo del Proyecto Indalo suponía el
seguimiento de las personas y el medioambiente. De este seguimiento
se ocupaba la JEN, con la ayuda en equipos y formación de los Estados Unidos.
El Grupo de Higiene Industrial, liderado por el farmacéutico Emilio
Iranzo, se hizo cargo de la ejecución de las tareas comprometidas en
el Proyecto. Como había que realizar una continua vigilancia entre
la población de tipo dosimétrico y sanitario, se incluía análisis
de orina colectados en 24 h., un análisis de sangre, reconocimientos
médicos bastantes completos, cumplimentación de encuestas
ocupacionales, hábitos nutricionales, etc. Pero también había que
hacer el seguimiento del medioambiente (aire, flora silvestre) y
cultivos. Todos los resultados se tabulaban para elaborar informes a
sus pares de la AEC y posteriormente al Departamento de Energía de los
Estados Unidos.
¿Dónde fueron
los vecinos de Palomares a realizar sus análisis de orina y sangre?
¿Quiénes realizaron esos análisis? ¿Estaban preparados para ello?
JH. Salvo en los
primeros meses, tras el accidente, la totalidad de muestras de orina
y sangre se realizan en Madrid. Hasta allí son transportados en
taxis, alojados en hoteles con el abono de dietas completas. Esta
opción permite, además de realizar las colectas en un medio no
contaminado y disponer de un par de días de vacaciones en la
capital, el vencer más fácilmente las renuencias de algunos de los
vecinos. Debido a la tradicional falta de transparencia,
contradicciones y actitudes no satisfactorias de la JEN-CIEMAT que
han percibido un grupo significativo de lugareños, ha ocasionado que
estos rechacen siempre cualquier propuesta de análisis.
Cuando el
laboratorio de análisis comienza a procesar muestras de Palomares se
produce una tan rápida como lógica saturación. Cada análisis de
orina exigía el trabajo de 17 h. y hasta 1973 solo se disponía de
un alfaespectómetro, lo que retrasaba los resultados. Al parecer, el
esfuerzo y dedicación de la plantilla -con horas extras y trabajo
en festivos- consiguió sacar adelante los atrasos. Con el vertido
accidental de líquidos de alta actividad a la alcantarilla que
afectó a cultivos regados por el Manzanares, Jarama y Tajo en 1970,
se tuvo que paralizar el análisis de muestras de Palomares para
centrarse en la evaluación y remediación de lo acontecido.
Citas a A.
Espinosa Canal, autora de una tesis presentada en 2003. ¿De qué va
la investigación? ¿Está relacionada con nuestro asunto?
JH. Asunción
Espinosa se ha dedicado a Palomares desde inicios de los 70. Es una
gran especialista en el Proyecto Indalo y la única mujer que lo ha
coordinado científicamente. El problema es que sus investigaciones
estaban lastradas por un secretismo exacerbado, por lo que únicamente
podía realizar publicaciones en medios restringidos. Hasta finales
de siglo, de manera extraoficial, no se permite la elaboración de
tesis para la obtención del doctorado sobre temas relacionados con
Palomares, a excepción de la presentada por Catalina Gascó Leonarte
en 1991, cuando era delegada sindical de CCOO. Tal cerrazón hace que
Asunción Espinosa alcance el grado de doctora en 2003 cuando le
quedaban pocos años para la jubilación.
¿Qué tareas
desempeñó Eric B. Fowler?
JH. Se encargó
de escoger el emplazamiento de seis parcelas de 50 m2 en distintos
lugares de Palomares para su estudio y de formar a los investigadores
en la metodología de estudio para el Proyecto Indalo. Fowler era
profesor universitario y un reputado investigador de la División de
Salud del Laboratorio de Los Álamos.
Te pido para
finalizar esta conversación (el capítulo es largo y denso) un
comentario de texto, de un texto tuyo de la página 199: “No se
pueden invalidar mediante supuestas premisas científicas unos
resultados poco halagüeños porque no coincidan con los objetivos y
fines establecidos por ambas naciones. Como ya fue denunciado
anteriormente por varios científicos independientes, aquí existe
una flagrante contradicción. No es posible estar afirmando repetidas
veces que no hay prácticamente contaminación en el aire en la zona
del accidente y más tarde decir que los análisis positivos tomados
en Palomares se han contaminado con el aire, a través de la estrecha
boca de la botella colectora, en el breve tiempo de una micción”.
JH. A la hora de
negar o minorar las resultas de la contaminación se caen en burdas
contradicciónes sin que por ello sientan rubor. Todos los análisis
están realizados con exclusividad por los organismos reguladores,
nunca por entes o grupos independientes, con lo cual siempre puede
existir conflicto de intereses. Su verdad es ley. Ellos escriben la
historia dentro de los parámetros marcados por los objetivos de la
industria nuclear o de los políticos. Este texto que has escogido es
arquetípico de la actitud mantenida en aquel tiempo. Algo que ya fue
denunciado hace 20 años por el equipo multidisciplinar del Centre
d'Análisis i Programes Sanitaris (CAPS) del que formó parte nuestro
común amigo Eduard Rodríguez i Farré.
Señalas que en
1968 se expuso por primera vez ante público especializado lo
sucedido en Palomares. Te pregunto sobre ello a continuación si te
parece.
JH. Muy bien;
vamos con ello.
Fuente:
Salvador López Arnal, “La contaminación de Palomares supuso un importante lastre publicitario en un país con una incipiente industria nuclear cargada de futuro”, 21/09/16, Rebelión.
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