por Ivet González
Holguín, Cuba,
22 jun 2016 (IPS). Cinco modernas y llamativas máquinas riegan las
138 hectáreas de la finca estatal La Yuraguana, en la provincia
nororiental de Holguín, la tercera más importante de Cuba. Pero “a
veces ni pueden encenderse por el bajo volumen de agua”, explicó
su administrador, Edilberto Pupo.
“Los últimos
tres años han sido tensos por las pocas lluvias. Y para regar nos
abastecemos de una presa que casi colapsó”, indicó a IPS el
responsable de la explotación, que en 2008 recibió nuevos sistemas
de riego, gracias al financiamiento internacional.
Las máquinas del
tipo de pivote central, ensambladas en Cuba con componentes europeos,
surten agua a presión mediante el sistema de aspersión, que imita a
la lluvia que cae sobre o entre las plantas.
Cuba sufre desde
finales de 2014 la sequía más severa en los últimos 115 años, que
alerta sobre la urgencia de modernizar y ajustar la gestión del agua
en el agro a los desafíos climáticos, entre otros problemas, como
el despilfarro por el mal estado de las redes hidráulicas,
ineficientes políticas de ahorro y poca medición del líquido
entregado.
El proceso de
reformas comenzado en este país caribeño en 2008 no logró aún el
perseguido despegue del sector agropecuario. Pero aun así él es el
mayor consumidor de agua, al absorber 65 por ciento del total de
extracciones para el riego, acuicultura y ganadería.
La situación se
torna compleja para el futuro porque las sequías serán cada vez más
estacionales en el Caribe, como efecto del cambio climático,
pronosticó la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), en su último estudio sobre el
área, divulgado el 21 de este mes.
“La agricultura
será el sector más afectado, con graves consecuencias económicas y
sociales”, destacó el reporte, “ya que la mayoría de la
agricultura del Caribe es de secano” y se observa más demanda de
abasto de agua dulce por “el uso cada vez más generalizado del
riego”.
De los 36 países
con más escasez de agua del mundo, siete son caribeños, indicó la
FAO.
Como en el resto
del oriente cubano, la zona del país que más sufre de sequías, el
campesinado de la provincia de Holguín, afronta con otras
alternativas el problema y sabe que en situaciones extremas las
máquinas de riego sirven de poco.
“En los
momentos más críticos tuvimos que sembrar cultivos resistentes como
la yuca (mandioca) y el plátano (banano para cocinar), que se
sostienen hasta que llueva”, especificó Pupo, sobre la granja que
vende hortalizas, granos, frutas y viandas (tubérculos) a los
287.800 habitantes de la ciudad de Holguín, la capital provincial.
La meta de
producción para 2016 de La Yuraguana, con 93 trabajadores y de ellos
14 mujeres, es de unas 840 toneladas de alimentos, que venden
directamente a mercados en la ciudad, situada en un municipio vecino.
“Esperamos que
San Pedro nos ayude, que llueva y la presa se llene para nosotros
poder regar y producir sin parar”, dijo en referencia al santo
católico, cuya festividad se cumple el 29 de junio y al que
creyentes rurales invocan porque le atribuyen el poder de traer las
lluvias.
La superficie
agrícola de Cuba asciende a 6.240.263 hectáreas, de las que apenas
459.000 disponen de sistemas de riego, la mayoría con tecnologías
obsoletas, de acuerdo con el informe gubernamental “Panorama uso de la tierra. Cuba 2015”.
Actualmente, solo
11 por ciento de las tierras cultivadas son regadas, pero la FAO
prevé que para 2020 la superficie equipada casi se duplique y cubra
unas 875.600 hectáreas, mediante un programa que comenzó en 2011 de
modernización de la maquinaria y reorganización de la irrigación y
el drenaje en el ramo agropecuario.
El riego eleva
hasta 30 por ciento los rendimientos agrícolas, según especialistas
del sector.
Las autoridades
cubanas persiguen que la producción local alivie el gasto de 2.000
millones de dólares anuales en alimentos importados, para satisfacer
la demanda de los 11,2 millones de habitantes y de los turistas que
llegan al país, que en 2015 alcanzaron los tres millones.
El agrónomo
Theodor Friedrich, representante de FAO en Cuba, puntualizó a IPS
que “el riego no es la respuesta a la sequía”.
Esta isla
caribeña “debería más bien reducir el uso del riego que
extenderlo”, aconsejó, porque exprimir las fuentes de agua, sobre
todo las subterráneas, puede llevar a “la degradación y
salinización acelerada de los recursos hídricos”.
La alternativa,
dijo, es “aplicar técnicas de ahorro de agua de forma inmediata,
como reducir las pérdidas a lo largo de la red de distribución,
evitar cualquier riego por aspersión, aplicar directamente el agua
en el suelo y regar según las necesidades del cultivo, considerando
también las previsiones meteorológicas”.
Para Friedrich,
la solución sostenible radica “en el manejo de suelo”, con
técnicas de conservación. Destacó, en ese sentido, que la
agricultura ecológica “permite producir más con menos agua” y
“abre los suelos para que las precipitaciones pueden infiltrarse de
forma completa y rellenar el acuífero”.
Por su geografía
sin grandes ríos ni lagos, Cuba depende de las precipitaciones, que
guarda en 242 embalses y decenas de micropresas.
Al igual que el
representante de la FAO, especialistas locales desaconsejan extremar
la explotación subterránea porque se arriesga salinizar y perder la
fuente de agua dulce.
Originada en el
fenómeno de El Niño/Oscilación del Sur, que ha causado estragos
este año en América Latina, la actual escasez de agua afectó 75
por ciento del territorio cubano, según fuentes oficiales, con los
mayores daños en Santiago de Cuba, provincia vecina de Holguín.
Pese a medidas
que priorizan el consumo de la población sobre la agricultura y las
industrias, un millón de personas padeció en mayo alguna limitación
en el acceso al agua, informó el estatal Instituto Nacional de
Recursos Hidráulicos.
El 20 de junio,
la Unión Europea anunció que dará 100.000 euros adicionales a
Cuba, a través de la Cruz Roja, para asistir a 10.000 personas
damnificadas por la sequía en Santiago de Cuba. El apoyo busca
mejorar el acceso a agua segura, con la entrega de equipos de
transportación, reservorios y materiales para tratarla.
Pese a todo ello,
responsables del sector agrícola y campesinos ven al riego como
clave para disparar la producción.
“El rendimiento
con los ciclos exigidos de riego es mucho mayor que cuando se espera
por la naturaleza”, precisó Abdul González, vicealcalde para la
agricultura del gobierno municipal de Holguín. “Hoy 80 por ciento
de nuestras áreas cultivadas están desprotegidas de riego”,
lamentó a IPS.
“Los campesinos
de todas las formas productivas (estatal, privada y cooperativa)
solicitan sistemas de riego, incluso algunos hacen estanques y pozos
para paliar un poco la situación”, describió.
En la Cooperativa
de Créditos y Servicios Eduardo R. Chibás, cercana a La Yuraguana,
el usufructuario Virgilio Díaz, con 22 hectáreas donde siembra ajo,
maíz, boniato (batata), papaya y sorgo, le achaca buena parte de su
éxito al sistema de riego que pudo comprar en 2010 a través de la
asociación de 140 integrantes.
“Los ingresos
se elevaron más de 70 por ciento: mejoramos los salarios, pude pedir
más tierras en usufructo y construí una nueva casa”, destacó a
IPS el productor, que suele obtener junto a cinco trabajadores 200
toneladas anuales de alimentos, en condiciones climáticas
favorables.
Editado por
Estrella Gutiérrez
Fuente:
Ivet González, Sequía pone sobre la mesa los problemas de riego en Cuba, 22/06/16, Inter Press Service.
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