domingo, 25 de octubre de 2015

Idiazábal, el pueblo que se rodeó de una fosa

Para evitar más inundaciones, Idiazábal está rodeada por un canal

En marzo, la localidad fue evacuada por completo tras las históricas lluvias que anegaron sus calles y viviendas. Se realizaron obras de protección para futuras precipitaciones. Sin embargo, cada vez que cae una gota, sus habitantes piensan lo peor.

por Andrés Ferreras

Como un pueblo medieval que busca defenderse de sus enemigos, Idiazábal se ve ahora rodeado por una gran fosa de cuatro metros de ancho y seis kilómetros de largo, más un muro de contención que por tramos llega a los dos metros de alto.

La construcción de ese canal se suma a otros sobre la cuenca del arroyo San José y a nuevas lagunas de retención en campos vecinos. Todo es para que ante un diluvio como el del verano pasado, el agua no impacte de lleno en la zona urbana. Idiazábal fue asentada sobre una depresión, que siglos atrás habría sido laguna.

“El pueblo está bastante protegido”, cree el intendente Eliberto Favalli, quien desde marzo gobierna aún entre pilas de pañales y zapatillas que recibieron de donaciones. Por estos días recién volverá al edificio municipal, al fin refaccionado tras los daños.

En marzo último, este pueblo de mil habitantes, cercano a Villa María, fue el más perjudicado por las inundaciones en la zona llana de Córdoba. Quedó bajo el agua casi por completo, durante semanas, y fue abandonado por sus habitantes, que perdieron muebles, ropa, vehículos y casi todo lo que no pudieron llevarse.

La cooperativa local, que brinda todos los servicios, sigue operando con algunos equipos prestados.

Hoy las calles lucen limpias y la plaza tapizada de flores. Pero dentro de las viviendas la inundación sigue presente en pisos y paredes. De a poco, los vecinos van cambiando los muebles destruidos.

Delia tiene 81 años y en su casa todavía se nota la huella del agua: paredes sin revoque para que respiren mejor, azulejos que se saltan y pisos que se levantan. La mujer salvó algunos muebles antes de entregar su casa a la inundación. Ahora se consiguió una tabla y un sellador que le dio un vecino: si el agua regresa, tratará de ofrecerle resistencia.

Sobre el río
Idiazábal no está sobre un río. Fueron aguas de una amplia región rural las que la inundaron. Cerca, sobre las costas del Ctalamochita, hubo ciudades afectadas en los dos últimos veranos por la combinación de sus crecidas desde las Sierras y el aporte de excedentes hídricos de las áreas rurales.

En Bell Ville, Villa María y Villa Nueva, varios barrios se inundaron dos años seguidos. Hoy, la preocupación es que las defensas construidas en las costas alcancen y advierten que varios canales están tapados. Mientras tanto, se discute aún cuánto mejora y complica el dragado de los cauces.

Temores
En Idiazábal tienen miedo de que se repita. “Una noche llovie ron cien milímetros. Veíamos la calle con agua y ya estábamos con el corazón en la boca”, confesó Marcela More, que perdió su precaria casa y el taller en el que trabajaba su marido. Dice que el Gobierno les dio un cheque con el que pagaron un mes de alquiler.

Algunos vecinos decidieron dejar el pueblo inundado y no volvieron más. La gran mayoría se quedó.

Federica llevaba ocho meses en el vientre de su madre aquella noche de la peor inundación en la historia de Idiazábal. Su sonrisa es ahora la alegría de toda la familia. “Estábamos muy mal, mi papá había caído en depresión y ella nos salvó a todos”, cuenta su tía, Estefanía Fenoglio.

Junto a Elder Olmos, papá de Federica, fueron retratados en marzo por La Voz del Interior con el agua hasta las rodillas, sentados frente a su casa. Esa imagen recorrió el país.

A pesar de que aún no pudieron restaurar sus casas, tratan de ser optimistas, aunque aseguran que cada vez que llueve, el pueblo no duerme.

Obras en el llano

Otras inundaciones. Casi un tercio de la geografía cordobesa es llano. Allí no hay inundaciones torrenciales, sino exceso de lluvias, o por una crecida paulatina de algún río.

Napas altas. Por las inundaciones pasadas, los suelos tienen escasa capacidad de absorción. Hay miles de hectáreas aún bajo agua.

Obras. La Provincia y varios municipios encararon en 2015 más obras de canales rurales que en toda la década. Se abrieron nuevos y se ampliaron otros.

Ilegales. Por primera vez se vio un plan de control de canales clandestinos. Se clausuraron más de 100.

Promesas. Desde hace décadas se promete la construcción de miles de minidiques rurales que retengan excesos hídricos

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Fuente:
Andrés Ferreras, Idiazábal, el pueblo que se rodeó de una fosa, 25/10/15, La Voz del Interior.

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