viernes, 11 de septiembre de 2015

En 14 años, los incendios afectaron 657 mil hectáreas de las sierras cordobesas

El dato surge de un estudio realizado a partir de información satelital registrada entre 1999 y 2013. En ese período, el fuego degradó el 27,1 % de la superficie de cuatro sistemas serranos en la provincia. Esto no necesariamente implica la eliminación total de la vegetación, pero sí una alteración de su capacidad para regular el caudal de los ríos, proteger el suelo contra la erosión, captar dióxido de carbono y proveer oxígeno. Alertan sobre el riesgo para las nuevas urbanizaciones erigidas en cercanías a zonas de bosque.

por Lucas Gianre

¿Cuántas hectáreas de las sierras de Córdoba dañó el fuego en los últimos años?¿Cuáles son las zonas más vulnerables y por qué? Estas son, a grandes rasgos, las preguntas que se propuso responder un grupo de investigación del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (Idea) del Conicet, radicado en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (FCEFyN) de la Universidad Nacional de Córdoba.

Para ello, el equipo relevó -a través de imágenes proporcionadas por el satélite Landsat- los incendios con una superficie mayor a cinco hectáreas (ha), ocurridos entre 1999 y 2013. Analizaron prácticamente todas las sierras de la provincia, salvo las de Pocho. La información de 2012 no estuvo disponible, debido a un inconveniente del Landsat.

En el período analizado, las llamas alcanzaron al 36,2 % de las Sierras Chicas (294.174 ha); al 27,6 % de las Sierras Grandes (161.617 ha); al 35 % de las Cumbres de Gaspar y al 14,8 % de las Sierras del Norte. En total, el 27,1 % (657.689 ha) del paisaje de esos sistemas resultó afectado.

Las Sierras Chicas -que comprenden Carlos Paz al sur, Ascochinga al norte, la Cumbre al oeste y Colonia Caroya al este- son por mucho las que más sufrieron el impacto de esos eventos. El peor año fue 2003, cuando el fuego se extendió casi 60 mil ha con más de 160 incendios.

Sin embargo, las áreas más altas (Sierras Grandes), que registran en promedio muchos menos siniestros, fueron los epicentros de las furiosas jornadas del 2013, cuando ocurrieron más de 41 focos que cubrieron 62.500 ha en una semana. Tomados en su conjunto, representan el incendio más grande captado por el satélite Landsat desde 1999. Laura Bellis, directora del equipo de investigación, destacó este aspecto: “El fuego y los grandes incendios están presentes en todos los sistemas serranos, pero fueron los ocurridos en las Sierras Grandes, en 2013, los responsables de mayor superficie quemada y los que más difíciles fueron de controlar”.

La severidad de un incendio se relaciona con los kilómetros que recorre y la forma en que perjudica a la vegetación y el suelo. De acuerdo a los trabajos de los científicos de la UNC, si se toman los hechos ocurridos entre 1999 y 2011, se quemaron 170.325 ha de pastizales; 134.681 ha de arbustales; 81.282 ha de bosques nativos; y 51.357 ha de tierras agrícolas y periurbanas.

Sobre este punto, Juan Pablo Argañaraz, miembro del grupo del Idea, aclara: “Esto no quiere decir que los bosques hayan sido eliminados. Pero el fuego contribuye a su degradación y por lo tanto afecta los servicios ecosistémicos que ofrecen: regulación del caudal de ríos y arroyos; protección del suelo contra la erosión; provisión de hábitat para numerosas especies; provisión de oxígeno y captación de dióxido de carbno (CO2), entre otros”.

La zona roja
¿Por qué Sierras Chicas es la región con mayor índice de incendios? En este aspecto hicieron foco los especialistas de la UNC, mediante la elaboración de mapas de riesgos a partir de la información satelital.

En la identificación de las zonas de riesgo confluyen muchas variables. Las biológicas, como la cantidad y clase de vegetación de la zona, que indican la cantidad de “combustible” disponible. También las topográficas, relacionadas al suelo: una pendiente muy pronunciada ayuda a que las áreas en llamas se propaguen. Interviene asimismo la orientación de la ladera, porque a partir de su dirección puede recibir mayor o menor radiación solar; y los aspectos hidrológicos, como la distancia de ríos y arroyos, que funcionan como cortafuegos.

A toda esa información se le suman los dos grupos de indicadores más importantes para entender la aparición de incendios. Por un lado, los relacionados directamente con la acción del hombre (antrópicos), como la densidad poblacional, la distancia de los caminos y áreas urbanas, y la distancia de los basurales. Y los climáticos: niveles de precipitación, temperatura, amplitud térmica y la “evapotranspiración”, que indica la velocidad con que se evapora el agua de lluvias de acuerdo a la temperatura ambiente y a los vientos. Esto es sumamente relevante porque hay zonas con una gran cantidad de milimetraje caído pero el agua no se mantiene disponible por mucho tiempo en estado líquido debido a los calores extremos.

“En las Sierras Chicas, las factores que más incidencia tienen son las lluvias, la pendiente del terreno, el alto nivel de evapotranspiranción. Después encontramos un elemento importante: los sitios cercanos a basurales, que están fuertemente asociados a la presencia del fuego. En menor medida aparece como causante la topografía”, revela Argañaraz.

Y agrega: “La frecuencia de incendios aumenta con las densidades poblacionales intermedias y disminuye a mayor distancia de las ciudades. Esto se debe, probablemente, a que hay menos igniciones (reacciones que producen fuego) producidas por las personas”.

Integrando toda esta información, el equipo trazó un mapa de las Sierras Chicas que identifica zonas de alto, moderado y bajo riesgo de incendios. El dato principal que surge del análisis es que los incendios se producen dónde más construcciones existen: “Coinciden, en Sierras Chicas, con las zonas más urbanizadas y dónde hay más actividad turística”, indica Argañaraz.

Viviendas en riesgo
“Una modalidad actual de urbanización es la construcción de casas en los bosques, rodeadas de vegetación natural. Pero en muchos sitios, debido a los riesgos de incendios, la población está comprometiendo las edificaciones y su propia vida”, alerta Argañaraz.

Un trabajo que próximamente publicará el equipo del Idea trazó un mapa de estas zonas que unen las ciudades y los paisajes serranos, llamadas de “interfase urbano rural” (IUR), en las Sierras Chicas. En él identificaron casas ubicadas en espacios de alto riesgo. “Vimos que había 459 viviendas instaladas en las zonas de los incendios ocurridos en 2013, y el 79% estaban dentro de la zona de IUR”, puntualizó Argañaraz. (ver mapa IUR).

En esa línea, completa: “Los regímenes de fuego en la actualidad se encuentran altamente influenciados por las actividades humanas, que modifican el número de igniciones y la disponibilidad de combustibles. Ello afecta el cambio de frecuencia, severidad y distribución del fuego en el paisaje”.

El equipo de investigación estuvo conformado por Laura Bellis, Juan Pablo Argañaraz, Gregorio Gavier-Pizarro, Marcelo Zak, Marcelo Scavuzzo y Marcos Landi.

(Pre) Ver el fuego
La Comisión de Actividades Espaciales (Conae) junto con el Instituto Gulich de la UNC y de manera conjunta con el Instituto de Diversidad y Ecología Animal, desarrollaron un sitio web (http://meteo.caearte.conae.gov.ar/wrf/fuego.html) que brinda información para prevenir el surgimiento de incendios. Se pueden además descargar pronósticos del día y de las 72 horas siguientes.

Dentro de la misma línea, está en proceso la creación de una aplicación para celulares dirigido especialmente al personal de manejo de incendios. Funcionará bajo el sistema operativo Android, y permitirá al usuario tomar decisiones en base a datos geoespaciales que se brindarán a todo momento mediante un servidor de mapas on line.

Fuente:
Lucas Gianre, En 14 años, los incendios afectaron 657 mil hectáreas de las sierras cordobesas, 07/09/15, UNciencia.

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