Mientras la naturaleza se ofrece generosa, nosotros dejamos pasar una oportunidad. Buena parte de las inusuales lluvias de febrero se están perdiendo.
por Lucas Viano
Mientras la naturaleza se ofrece generosa, nosotros dejamos pasar una oportunidad. Buena parte de las inusuales lluvias de febrero se están perdiendo.
Hemos perdido una oportunidad única para llenar nuestros bolsillos con agua y guardarla para tiempos de sequía.
Lo primero por lo que se clama son obras, diques. Pero es la solución menos recomendada por los especialistas. Construirlos tiene un costo económico y ambiental muy alto.
Sólo asoman como oportunidades para embalsarse el río Anisacate (afluente del Segundo o Xanaes), en el valle de Paravachasca, y el río Yuspe, en el norte de Punilla.
Una obra necesaria es la ampliación del canal Los Molinos-Córdoba. Este dique es la salvación, pues sólo aporta un 30 por ciento del agua que consume la Capital. Si se recibiera más caudal de esta cuenca, podría aliviarse la del San Roque para que abastezca a las crecientes localidades de las Sierras Chicas.
El proyecto de ampliación fue anunciado en 2011, pero recién a fines de marzo de este año se llamaría a licitación ya con el reclamado aval de la Nación.
Esta obra deberá complementarse con una ampliación en la planta potabilizadora de Bouwer y, por supuesto, construir una mejor conexión de esta planta con la ciudad. Estos dos trabajos clave todavía no fueron proyectados por la gestión provincial
Sin embargo, hay una forma más económica de almacenar agua. Hay que conservar las cuencas. Conservar el suelo y los bosques para que actúen de esponjas, retengan el agua y la vayan liberando lentamente, para que, además de almacenar el recurso, mitigue las inundaciones.
Crear áreas protegidas y bien controladas en las sierras de Córdoba para evitar el sobrepastoreo del ganado, los incendios y el desmonte parece ser la salida más convincente para ahorrar agua.
Fuente:
Lucas Viano, Agua que dejaremos correr, 26/02/14, La Voz del Interior.
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