lunes, 6 de enero de 2014

La psicosis cruza el océano


Mapas interactivos que indican cómo avanza hacia el continente americano el cesio-137, cuyos efectos podrían afectar a poblaciones costeras. Desde Alaska hasta Baja California hay señales inquietantes en la población de animales.

por Gustavo Veiga

La psicosis por el último desastre nuclear japonés llegó hasta las playas de Ensenada, en Baja California, México. “Fukushima is here”, escribió un anónimo caminante sobre la arena. Quinientas personas formaron el mismo mensaje posando para una foto aérea en Ocean Beach, San Francisco, Estados Unidos. La costa oeste del Pacífico, en América del Norte, suma de a poco este tipo de protestas contra la contaminación radiactiva que generaron el terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011. Informaciones oficiales contradictorias -las que hablan de un efecto inocuo para la población como las que no-, mapas interactivos que indican cómo avanza hacia el continente americano el cesio-137 pero, sobre todo, la errática política del gobierno conservador de Shinzo Abe y las malas noticias que cada tanto arroja la fallida purificación de la planta de Fukushima, provocan espanto de costa a costa.

La Tepco (Compañía Eléctrica de Tokio), que opera la central donde ocurrió el desastre, no deja de redactar comunicados inquietantes. El último, en vísperas de Nochebuena, mencionó una fuga de agua contaminada que ascendía a 1,8 toneladas. Se detectaron hasta 190 bequerelios de estroncio 90 por litro -19 veces más que lo normal- hacia el interior de las barreras que intentan impedir filtraciones de casi mil tanques donde se almacena el líquido letal. Niveles altos de ese isótopo radiactivo pueden provocar cáncer.

Un problema adicional es que los tanques tienen filtraciones por fatiga de su material. Cuando ocurrió la catástrofe, esos depósitos de agua se fabricaron de apuro y con uniones de resina. No estaban soldados. El agua depositada en ellos es la que enfría los reactores de la planta que, por lo tanto, está contaminada. Un especialista en el tema, el estadounidense Alex Kerr, acaba de declarar: “El verdadero problema es que el gobierno japonés se ha esforzado tanto en ocultar información que en este momento nadie sabe realmente lo que está pasando. Es justo decir que es un auténtico desastre y que la situación empeorará”. Kerr es el mismo experto que denunció a Tepco por contratar mano de obra no calificada para operar en Fukushima y a la que, en algunos casos, ni siquiera se le avisó que iba a trabajar en una zona radiactiva.

La psicosis que se vive desde Alaska (donde aparecieron cientos de pájaros muertos, en la isla Saint Lawrence, a fines de noviembre) hasta Baja California, en México, va en aumento. La mortandad de aves y enfermedades de la piel en osos polares, focas y morsas, hay quienes las atribuyen al cambio climático, pero otros testimonios refutan esa hipótesis. La bióloga Lanza Barrett-Lennard señaló que “algo muy raro está sucediendo”.

Un mapa interactivo realizado en China y Corea causa revuelo en Internet. Medios mexicanos de Baja California se basan en él para mostrar el avance de la radiactividad hacia la costa americana del Pacífico. Los resultados de un estudio científico difundido en septiembre pasado avalan ese fenómeno. Señalan que partículas de cesio-137, liberadas al mar tras el accidente de Fukushima, serán detectadas en la costa oeste de EE.UU. el año próximo. Pero en lo que discrepan es en las consecuencias alarmantes que tendrá la contaminación. El estudio, publicado en la revista Elsevier y liderado por el científico Vincent Rossi, del Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (Ifisic), sostiene que las cantidades de cesio son inofensivas para la salud. Eso sí, tienen una vida media de treinta años y la capacidad de recorrer grandes distancias por el océano.

Interpretaciones diferentes sobre las implicancias que depara el desastre nuclear surcan los cinco continentes. Si la información que fluye por la web tiene una dosis adicional de dramatismo, en buena medida es por los mensajes contradictorios de Tepco y el gobierno conservador japonés. El multimillonario presupuesto de Tokio para 2014, según fuentes europeas, incluye 25.564 millones de euros para destinar a Fukushima y su descontaminación. Hasta hoy, las muertes se cuentan por miles (1606 fueron reportadas a consecuencia del terremoto y otro tanto por la radiación o motivos diferentes en días posteriores de 2011, 2012 y 2013).

Lo contradictorio es que para estas fiestas de fin de año se autorizó el regreso de habitantes de la región de Fukushima a sus viviendas abandonadas hace tres años. Allí donde hubo 52 mil desplazados. Mientras tanto, el gobierno no decidió todavía qué hará con el agua contaminada. El Ministerio de Industria japonés formó un panel de expertos en radiactividad para evaluar los próximos pasos. En la planta trabajan 3500 personas bajo una presión psicológica enorme, mientras que a 50 kilómetros de los reactores destruidos hay jóvenes que hacen surf sobre las olas.

Japón se debate en cómo hará con la provisión de energía en los próximos años ante las derivaciones de la catástrofe de Fukushima. Su primer ministro Abe insiste con recuperar el golpeado modelo de desarrollo nuclear. Por lo pronto, en la segunda región más poblada del país, Kansai, el gobierno autorizó el funcionamiento de la planta de Oi. Cuando se tomó la decisión, el alcalde de Osaka, Toru Hashimoto, sugirió que funcionara durante dos meses del verano porque es cuando aumenta el uso del aire acondicionado entre la población.


gveiga12@gmail.com

Cinta adhesiva y alambres contra las fugas de agua radiactiva en la central de Fukushima


Un exempleado ha revelado qué medidas precarias y qué tipos de materiales fueron usados por la empresa propietaria de la central nuclear Fukushima para impedir las fugas del agua radiactiva tras la catástrofe de marzo de 2011.

Yoshitatsu Uechi fue uno de los 17 trabajadores de la prefectura de Okinawa enviados a la planta nuclear destruida para crear nuevos almacenamientos de agua contaminada, informa el periódico japonés Asahi Shimbun.

Uechi, que trabajó en la planta desde el 2 de julio hasta el 6 de diciembre de 2012, recuerda que un día tuvo que reparar con su colega las brechas de cinco o seis tanques de almacenamiento para impedir la filtración del agua contaminada al Océano Pacífico.

Al subir a uno de los tanques, descubrieron que la brecha de 30 centímetros de longitud había sido tapada con una cinta adhesiva de color blanco, única "barrera" entre el agua radioactiva y los trabajadores.

"No podía creer que se pudiera hacer un trabajo tan negligente, incluso tratándose de medidas provisionales", denuncia el empleado, agregando que, según las instrucciones, tuvo que asegurar la tapa de tanque con cuatro pernos, aunque para esta tapa se necesitaban ocho.

Uechi dice que el uso de la cinta adhesiva no fue la única muestra de negligencia durante los trabajos de descontaminación radioactiva por parte de la Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO), propietaria de la central nuclear Fukushima.

Según el exempleado, para reducir los costos en muchos casos se tomaban materiales que ya estaban en uso y, en vez de las barras de refuerzo para el hormigón armado de los tanques de almacenamiento, se utilizaron simples redes de alambre. En algunos de estos tanques -indica- después aparecieron brechas por las que se filtraba el agua contaminada.

Marineros de Estados Unidos con cáncer demandan a TEPCO, propietaria de Fukushima

Setenta y un miembros de la tripulación del portaaviones USS Ronald Reagan, han presentado una demanda contra la Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO), la propietaria de la central nuclear Fukushima.

De acuerdo con la demanda, los funcionarios de TEPCO sabían que el barco se encontraba en la zona contaminada durante la operación humanitaria en Japón tras el terremoto de marzo de 2011, pero no hicieron nada para advertir a los marineros, que quedaron expuestos a los altos niveles de radiación. 

Decenas de tripulantes estadounidenses denuncian sufrir diferentes tipos de cáncer como resultado directo de su participación en la operación, ya que bebían agua contaminada y la utilizaban para preparar la comida.

Paul C. Garner, uno de los abogados de los marineros, explica que la primera demanda fue cancelada debido a la confusión jurisdiccional, pero que este años planean volver a someterla a la consideración de un tribunal.

En una entrevista con el periódico Navy Times, Garner recalca que existe una conexión innegable entre la misión de Fukushima y los tumores malignos, incluido cáncer de tiroides, leucemia y tumores cerebrales que actualmente padecen los tripulantes. "Es difícil de imaginar lo que están sufriendo ahora todas estas personas, que no más de 20 años de edad, y que tenían buena salud y ganas de vivir", dijo.

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Marineros de Estados Unidos que participaron en el rescate de Fukushima padecen cáncer

Fuente:
Gustavo Veiga, La psicosis cruza el océano, 04/01/14, Página/12. Consultado 06/01/14.
Cinta adhesiva y alambres contra las fugas de agua radiactiva en la central de Fukushima, 06/01/14, RT. Consultado 06/01/14.

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