El fuego que devastó 100 mil hectáreas en Córdoba en septiembre, dejó a tres hombres en grave estado, en terapia intensiva. Ahora se recuperan, aunque siguen en tratamiento.
por Fernando Colautti y corresponsalías
Los incendios forestales en Córdoba han dejado, entre otros impactos, varias víctimas fatales. Los de 2013, sobre todo los registrados en esos infernales ocho días consecutivos de septiembre en que Córdoba vivió bajo fuego, tuvieron gravísimas consecuencias ambientales y económicas e impactaron en la vida de muchos cordobeses. Sin embargo, aún cuesta creer que no haya dejado muertos. Tres estuvieron muy cerca. Pero a más de tres meses, están en plena recuperación.
Dos fueron golpeados en sus cabezas por árboles que caían mientras intentaban controlar el fuego, entre pinares de Calamuchita. A ambos, al momento de llegar a un centro médico, se les daba escasas chances de sobrevida. El tercero fue alcanzado por las llamas mientras intentaba que no consumieran su casa en Salsipuedes.
Entre las tragedias, hoy suenan a historias de superación que reconfortan.
“No era mi día”
“Se ve que ese no era mi día, porque estaba como planeado: todos quienes tenían que estar estaban en el momento justo para el rescate”. Lo dice Luis Gigena (38), de Santa Rosa de Calamuchita, quien sobrevivió a gravísimas heridas en su cráneo provocados por un árbol que se le cayó encima, cuando ayudaba a apagar un incendio en un campo de sus hermanos, en el paraje San José, cerca de Villa Yacanto.
El expeditivo rescate, primero entre lugareños y bomberos que estaban en el sitio, en plena zona serrana, involucró a una aceitada cadena de médicos y rescatistas, que pudieron aprovechar un helicóptero de la Provincia. En un hospital de la ciudad de Córdoba permaneció un mes en terapia intensiva.
Ya con una vida casi normal, Gigena cuenta que días atrás se emocionó por la visita de un muchacho de Villa Amancay, a quien no conocía pero que estaba a su lado al momento del accidente. Eran días en que gente, sin conocerse, se mezclaba en el intento voluntario de que fuego parara de una vez.
Luis continúa rehabilitando ahora su zona cervical y sufre una afección en un oído y un ojo. Los médicos, cuenta, le pronosticaron que en algunos meses podrá recuperar la visión, pero difícilmente vuelva a funcionar un oído. También debe ingerir aún medicamentos anticonvulsivos.
Casado y con una hija de un año, Luis ya comenzó a trabajar en el restaurante La Choza, de su familia. “De a poco voy recuperando fuerza, había bajado 20 kilos; comenzar a trabajar ayuda mucho”, relata.
No recuerda que pasó aquel 11 de septiembre, pero reconstruyó el accidente por lo que le contaron. En menos de dos horas, pasó de una forestación en plena sierra a un centro de salud de la Capital. En ese trayecto, sufrió dos infartos y perdió seis litros de sangre. Fue intervenido dos veces en su cabeza. Y está entero, para contarlo.
“Nos hablan de milagro”
Isidoro Pelliza tiene 49 años. No recuerda nada de aquel día y es posible que nunca recupere esa imagen del fuego arrasando los pinares en la zona de Villa Alpina, cuando desesperado intentaba evitar que llegara a las cabañas que un par de años había terminado de construir.
Montado en un cuatriciclo, un pesado pino cayó sobre su cabeza, mientras su paraíso mutaba en infierno.
“Cuando los médicos lo vieron casi que no daban chances. El traumatismo de cráneo era muy severo. Ahora, nos hablan de milagro, porque su recuperación asombra”, cuenta su hijo Leandro (27).
Isidoro ya está en su casa, de la ciudad de Córdoba, y sigue en proceso de rehabilitación. Estuvo más de un mes en terapia, muy grave. Los médicos aconsejaron no hacer cirugías. El coágulo que tenía se va achicando paulatinamente. “Se ha recuperado mucho más de lo que se podía imaginar. Ya camina, aunque debe estar por ahora siempre acompañado. Entiende todo, pero le cuesta hablar bien y tiene aún alguna dificultad con la memoria, que paulatinamente irá recuperando”, señala Leandro.
La familia reabrió su complejo de cabañas, en un bello rincón cerca de Villa Alpina. “El volvió, pero no recuerda nada de ese día. Le contamos, pero no se acuerda ni del incendio. Los médicos nos dicen que quizá no lo recuerde nunca”, expone Leandro.
“Cada semana está un poquito mejor. El objetivo es que vuelva a hacerse cargo de las cabañas, si todo eso lo hizo él”, señala su hijo. Los Pelliza alternan su año entre la ciudad de Córdoba, donde tienen un negocio familiar de venta de pollos, y las alturas de Calamuchita donde construyeron junto al río Los Reartes las cabañas que soñaron tener y a las que el fuego no se llevó, por apenas metros.
El cuerpo por la casa
Salsipuedes sufrió uno de los focos más complicados, que llegó a algunos barrios de su periferia. Hubo varias casas quemadas. Una de ellas fue la de Carlos Palluel (26), quien sufrió graves lesiones al intentar, solo, salvarla del fuego, el 9 de septiembre.
Estuvo dos meses internado en Córdoba, al principio con pronóstico reservado, por las quemaduras que afectaron el 80 % de cuerpo. Hoy está en recuperación, en casa de su suegra, mientras espera volver al hogar que, en su terreno, le empezó a reconstruir el Gobierno provincial.
Carlos es albañil. María José Peralta, su mujer, cuenta que deberá permanecer un año sin trabajar en su oficio ni exponerse a la luz solar, por los daños sufridos, y para culminar el tratamiento de rehabilitación.
Fuente:
Fernando Colautti y corresponsalías, Las historias de tres hombres que volvieron de las cenizas, 30/12/13, La Voz del Interior.
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