por Eduardo Soler
Récord de cosechas de soja. Récord de inversión inmobiliaria. Récord de consumo eléctrico. Récord de venta en los shopping. Récord de días calurosos en la mega Ciudad de Buenos Aires. El círculo vicioso del extractivismo, el consumismo y el calentamiento se traduce en una crisis ambiental civilizatoria, en una sociedad donde los esfuerzos están dirigidos a esta cultura modernista del récord constante, más que a la búsqueda del bienestar. El problema es estructural en las megalópolis, pues es en las grandes zonas urbanas donde se produce el fenómeno de la "isla de calor", ya que el cemento que avanzó sobre el verde no permite que la tierra respire. Entonces la Tierra tiene fiebre, pero quienes diagnostican los síntomas de desequilibrio con el entorno sufren la maldición de Casandra. Mientras tanto, los gobiernos hacen declaraciones de ocasión, ponen en escena algunas soluciones coyunturales, pero no mencionan a la corporación que se beneficia tanto del boom sojero como del boom inmobiliario: el Grupo IRSA.
Termodinámica
Es información del Servicio Meteorológico Nacional: "Salvo por algunos alivios temporarios, todo el centro y norte del país continúa bajo un bloqueo atmosférico sin precedentes, que está provocando hace 2 semanas temperaturas extremadamente altas. Varias localidades quebraron o van a quebrar récord histórico de persistencia de ola de calor y/o de temperaturas máximas o mínimas extremas. La ciudad de Buenos Aires ya superó su récord histórico en persistencia de temperaturas mínimas muy altas y seguirá sumando noches y mañanas agobiantes". La información brindada el último jueves es aún de actualidad y nos habla de una realidad. Si bien ningún hecho puntual puede vincularse con el cambio climático, la tendencia ya está presente en nuestra región. Frente a este fenómeno global, deben tomarse medidas en la escala local, articuladas a nivel nacional, para coordinar mediante políticas públicas la "adaptación" a los cambios que ya se están produciendo.
Sin embargo, en Buenos Aires y en general en todas las grandes ciudades del país las transformaciones de los últimos años van en un sentido contrario, lo cual revela una planificación mala o ausente. De forma principal, esto ocurre por el avance de la especulación inmobiliaria, principalmente a través del proceso de gentrificación, lo cual es la forma en que se realiza el modelo extractivista en el espacio urbano, como sostienen figuras como Enrique Viale, Pablo Bergel y el Espacio Chico Mendes. No es sólo una relación conceptual, sino que los actores se repiten, ya que la empresa IRSA, propietaria de los centros comerciales (shopping) más importantes de la Ciudad, es una subsidiaria de la corporación del agronegocio CRESUD. Así las cosas, la renta del monocultivo sojero en "el campo" se materializa a través del monocultivo de cemento en "las ciudades". Incluso, los últimos reportes de rentabilidad indican la creciente importancia del sector de negocio inmobiliario.
Es por ello que no puede atribuirse al cambio climático -simplemente- este fenómeno de ola de calor intenso que marca un hito histórico en la Ciudad. En el mismo sentido que en el caso de las inundaciones, la mayor frecuencia de tormentas fuertes es una parte de la problemática. Y no casualmente, el otro factor fundamental que debe considerarse es el mismo: el ordenamiento territorial que debe ser el eje articulador de una planificación urbana. La escasez de espacios verdes en Buenos Aires, que es denunciada desde hace años, influye tanto en que la Ciudad sea más inundable, como que sea más vulnerable frente a los eventos de temperatura extrema. En este sentido, la especulación inmobiliaria influye porque se cotiza más el fin de lucro de un espacio que su función ecológica y por lo tanto social, pues el uso de un bien común contribuye con el interés público. Como resultado, los habitantes que sufren de más calor demandarán a su vez más energía para refrigerarse.
Dame Luz
Los últimos días, la Ciudad de Buenos Aires vivió entonces una situación de colapso estructural, que se manifestó a nivel de la crisis energética, pero que también puede diagnosticarse en varios otros aspectos. Los cortes de suministro eléctrico que afectaron aleatoriamente a distintas manzanas de los barrios porteños, como también sucedió en el conurbano bonaerense, provocaron lógicos reclamos de los vecinos. La situación fue sobre todo crítica en los edificios, pues este modo de vivienda necesita de electricidad también para proveer de un bien tan esencial como el agua potable, y justamente en un contexto donde es más necesaria debido a que la hidratación resulta vital para sobrellevar la ola de calor. En este escenario, la crisis también aparece porque no existe una planificación solvente, porque frente a esta coyuntura perduran los consumos superfluos por sobre los consumos más necesarios, sobre todo para las personas vulnerables, como los ancianos que ahora viven en edificios.
Así, también la declaración de la "emergencia energética" anunciada ayer por el gobierno porteño, de boca de Mauricio Macri, resulta coyuntural, toda vez que no anuncia mayores cambios, sino que su principal medida es dar un asueto a los trabajadores municipales. Sobre todo, queda en evidencia que la medida se produjo luego de que legisladores de bloques de izquierda presentaron sus propios proyectos para declarar la emergencia eléctrica con medidas concretas para aplicar. Por caso, el punto principal del proyecto de los legisladores Pablo Bergel y Gustavo Vera (Verde al Sur) expresa que frente a situación de alerta roja debe restringirse el suministro eléctrico a "los grandes consumidores, entre ellos los centros comerciales de más de 2.500 metros cuadrados cubiertos". El motivo por el cual este proyecto no fue recibido por los bloques mayoritarios, tanto del macrismo como del kirchnerismo, parece ser que afectaría los intereses, justamente, del Grupo CRESUD - IRSA.
Por cierto que la principal responsabilidad a nivel político de la crisis energética proviene de la falta de planificación y la ausencia de una mirada ambiental que se registra en el gobierno nacional. No obstante, en el caso de la Ciudad de Buenos Aires, el distrito más rico del país, este problema y esta responsabilidad también deben ser asumidas como propias. En tal sentido, tanto las políticas de eficiencia energética, como la producción de energías alternativas, no es imposible de realizar en el ámbito urbano. Por eso mismo el propio Bergel tiene un interesante proyecto de autoabastecimiento que plantea como lema: "Buenos Aires 2050: emisión cero, 100 % renovables". Si bien las metas señaladas son muy exigentes, el proyecto se encuentra a la altura de la crisis sistemática que se atraviesa. Queda la esperanza entonces que luego de la coyuntura del punto crítico, la discusión política avance hacia los puntos estructurales, que bien pueden nacer desde las bases mismas de una ciudadanía ambiental.
Para leer el resto de la nota dirigirse a ComAmbiental
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