El biólogo perseguía y fotografiaba a los
cazadores furtivos y a los pirómanos en Brasil. Fue hallado muerto a tiros.
Gonzalo Alonso Hernández, el ecologista español hallado
muerto a tiros el martes en Brasil, era un hombre más bien solitario. Estudiaba
mucho, cuenta su viuda, y era totalmente intransigente con los atropellos que
perpetran cazadores furtivos y deforestadores en el parque de Cunhambebe
(Brasil), un espacio natural de 38.000 hectáreas ,
que preserva uno de los pocos lugares de mata atlántica que se han salvado en
el Estado de Río. Tanto a su mujer, María de Lourdes Pena Campos, brasileña,
como a quienes le conocían les preocupaba la intransigencia “a la europea” del
biólogo, de 48 años. “Los brasileños nunca protestan por nada, solía quejarse”,
dice ella. “Era un idealista de la causa ambiental. Todo lo que veía ilegal lo
denunciaba enseguida”, explica al diario O Globo Mario Vidigal, secretario de
Medio Ambiente de la localidad de Río Claro, a la que pertenece el parque en el
que el biólogo, probablemente torturado y finalmente asesinado, trabajaba.
El ecologista, que fue trasladado por Telefónica a Brasil
hace 10 años -donde ejerció de director de la empresa de telefonía móvil Vivo
en Río de Janeiro-, decidió entregarse de lleno en 2005 a su mayor afición. No
se contentaba con denunciar a los cazadores y a los que provocaban incendios
para abrir espacio para el ganado, sino que hacía también trabajo policial y
fiscalizaba él mismo y fotografiaba a los que actuaban contra el medio ambiente
en el Cunhambebe, según declaraciones de la ambientalista Mariana Vilar, del
Instituto Terra de Preservación Ambiental, al diario O Estado de Sâo Paulo. “Ha
sido una tragedia anunciada”, sentencian los allegados del ecologista natural
de Santander.
La presencia ostensiva de los cazadores de animales
protegidos, con estrechas relaciones con las autoridades locales, era ya
conocida en el parque. “Gonzalo los seguía y ellos lo sabían”, dice a este
diario un amigo suyo que trabaja en el parque y que pide el anonimato.
“Nosotros, los del área ambiental, somos muy vulnerables. Las leyes existen
pero no los aparatos de seguridad”, afirma Vilar. Vidigal coincide:
“Enfrentamos serias dificultades”. Y lo ilustra con un ejemplo: donde trabajaba
Gonzalo solo hay tres guardias en activo y ni un coche para fiscalizar.
El Ejecutivo del Estado de Río de Janeiro (Brasil) ha
prometido ofrecer “una respuesta rápida” a la muerte a tiros del activista. Ese
es el compromiso manifestado por el secretario de Medio Ambiente del Estado de
Río y exministro de Medio Ambiente, Carlos Minc, única autoridad brasileña en
pronunciarse hasta antenoche sobre una muerte que calificó de “absurda”
En el Consulado de España en Río ya no albergan dudas de que
se trata de una ejecución como respuesta a las denuncias del biólogo a las
autoridades, tal y como han confirmado este jueves. En el aire queda la
pregunta de si las autoridades locales sabían del peligro que corría el biólogo
o de si pudieron hacer más por proteger su vida.
Se desconoce por el momento si el cuerpo será repatriado a
España o será enterrado en Brasil. Según ha explicado una responsable del
Ministerio de Asuntos Exteriores, es una decisión que la familia todavía no ha
comunicado al Consulado, quien les asistiría en el caso de que quisieran
repatriar el cadáver.
La organización ecologista WWF ha condenado en una nota la muerte del biólogo español y ha alertado de que “las amenazas, la violencia y los asesinatos de ambientalistas (…) son recurrentes y crecen en todo Brasil”. El pasado domingo, Wigold Schaffer y Miriam Prochnow, consejeros de
Fuente:
Juan Arias, El asesinato del ecologista español en Brasil era una “tragedia anunciada”, 08/08/13, El País. Consultado 09/08/13.
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