por Juan Carlos Villalonga
El acuerdo de YPF con Chevron despertó críticas por la
pésima performance ambiental de esta última, aunque no hay empresas limpias que
puedan realizar lo que YPF necesita; ExxonMobil, Dow Chemical siguen ahora en
la lista. También es motivo de críticas el carácter confidencial del acuerdo.
Pero la irracionalidad del fracking se encuentra en el
contexto de la actual crisis energética y, al mismo tiempo, en el futuro de los
fósiles. Al no brindar respuesta en el corto plazo el fracking no tiene
demasiada lógica; lo que se agrava debido a que esta inversión nos ata a una
matriz energética incompatible con cualquier política climática seria en el
mediano y largo plazo. La variable de las emisiones gravitará de manera
significativa a partir del año 2020.
En junio un nuevo informe del Departamento de Energía de los
Estados Unidos ubicó a la
Argentina en el cuarto lugar en materia de petróleo no
convencional y segunda en gas no convencional en una lista de 41 países. Desde
los descubrimientos de YPF en el año 2010 en Vaca Muerta, se entiende que el
potencial puede ser muy grande. Desde entonces las mayores expectativas
energéticas del Gobierno están allí depositadas. Para ello, fue decisivo
deshacerse de Repsol y emprender la búsqueda de nuevos aliados que puedan traer
el know how y el dinero para la inversión. El primero es Chevron.
La etapa de los combustibles fósiles “baratos” ha quedado
atrás y, aunque deberíamos ir hacia fuentes renovables y limpias, la industria
del petróleo, y la casi totalidad de las fuerzas políticas, nos proponen
ahondar la dependencia de los fósiles.
Estamos buscando combustibles con una menor tasa de retorno
energético (relación entre la energía que se obtiene de un proceso respecto a
la que se introduce en el mismo), lo que genera un aumento de precio. La tasa
del gas natural no convencional es muy baja ya que la perforación a grandes
profundidades y la inyección de agua a presión requieren mucha energía. Se
estima que ese gas tiene una tasa de retorno energético de entre 2 y 5, mientras
que en el petróleo convencional es de alrededor de 15; la energía eólica, 18.
Estamos yendo en la dirección equivocada. Ir en la dirección correcta es
avanzar sobre el potencial eólico para obtener energía abundante, barata,
limpia e inagotable, dando una urgente respuesta a la actual crisis de
suministro en el país y desarrollando la base industrial para producir la
transición que necesitamos concretar en las próximas décadas.
El 70 % del territorio nacional es apto para producir energía
en base al viento y se podría generar unas 50 veces el consumo eléctrico total
actual haciendo uso de un recurso gratuito y de libre acceso. Esas cifras son
tan impactantes como las del shale gas, pero no tienen la misma maquinaria de
lobby.
Juan Carlos Villalonga es de Asociación Los Verdes
Fuente:
Juan Carlos Villalonga, Los no convencionales no son la única salida, 23/07/13, iEco Clarín. Consultado 23/07/13.
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