Esas personas sufren el mismo deterioro que quienes están a 300 metros de los
campos. Así lo revela un estudio de la
UNRC realizado en Marcos Juárez, el cual confirma que los
agroquímicos aumentan los riesgos de abortos, malformaciones y cáncer incluso
aplicado a un kilómetro de distancia.
por Lucía Maina
Los últimos resultados de la investigación sobre el impacto
de los agroquímicos en la salud que llevan adelante los biólogos de la Universidad Nacional
de Río Cuarto (UNRC), Delia Aiassa y Fernando Mañas, resultan alarmantes. Los
análisis que los investigadores realizaron en la localidad de Marcos Juárez el
año pasado revelaron que las familias que viven a mil metros de las
fumigaciones poseen el mismo daño genético que quienes habitan a 300 metros de los
campos. Debido a las fumigaciones, ambos grupos tienen más riesgo de sufrir
abortos espontáneos, malformaciones y cáncer que el resto de la población.
El descubrimiento reabre el debate sobre la legislación
vigente en la provincia y el país respecto a la aplicación de agroquímicos.
Incluso, pone en duda la efectividad de las ordenanzas sancionadas en los
últimos años en distintos municipios cordobeses, ya que la mayoría de estas
normativas alejaron las fumigaciones a mil metros de las zonas urbanas.
“No encontramos diferencias, el riesgo es exactamente el mismo”,
explicó Aiassa en relación al daño genético detectado en los dos grupos de
familias de Marcos Juarez que fueron estudiados. Lo llamativo es que uno de los
grupos vive a entre 800 y 1000
metros de las zonas pulverizadas y el otro a sólo 300 metros de los
campos. Sin embargo, ambos sufren por igual los efectos tóxicos de los
plaguicidas.
En concreto, explicaron los responsables del estudio, el daño encontrado en el material genético aumenta las posibilidades de padecer enfermedades de gravedad, ya que si no es reparado o eliminado por el organismo, quien lo padece puede sufrir abortos espontáneos, malformaciones en su descendencia o contraer algún tipo de cáncer. De hecho, estas son las enfermedades más comunes que vienen detectando desdela Red de Médicos de Pueblos
Fumigados.
En concreto, explicaron los responsables del estudio, el daño encontrado en el material genético aumenta las posibilidades de padecer enfermedades de gravedad, ya que si no es reparado o eliminado por el organismo, quien lo padece puede sufrir abortos espontáneos, malformaciones en su descendencia o contraer algún tipo de cáncer. De hecho, estas son las enfermedades más comunes que vienen detectando desde
Las poblaciones
La investigación de la UNRC se denomina “Evaluación del nivel de daño en
material genético en grupos humanos expuestos a agroquímicos y sus implicancias
en educación y legislación” y comenzó a
desarrollarse en el año 2006. Desde aquel momento hasta ahora, el estudio fue
abarcando a distintos grupos de poblaciones y alcanzando importantes
resultados.
En una primera etapa, el estudio se basó en analizar el
material genético de los aplicadores de agroquímicos, encontrando importantes
daños en sus células. Luego, los investigadores decidieron estudiar a las
personas que viven en cercanías de las tierras pulverizadas.
“Hemos trabajado en Las Vertientes, en Marcos Juárez, en los
alrededores de Río Cuarto, Saira, tenemos algunas muestras de Rodeo Viejo, de
Alcira Gigena”, enumeran los profesionales. Pero agregan que lo significativo
no son estas localidades en particular sino la característica que comparten y
que se repite en tantas otras: el hecho de estar rodeadas de campos fumigados.
Su último trabajo fue justamente el análisis de las muestras
tomadas en Marcos Juárez durante el año pasado, cuyos resultados aún no han
sido publicados y recién se están dando a conocer.
En ese marco, Aiassa relató que lo más significativo de este
estudio es que tanto las familias que viven a 300 metros de los campos
como aquellas que están a un kilómetro de distancia poseen el mismo daño en sus
genes.
“Si comparamos el grupo de 300 metros o el grupo de
800 metros
a 1000 metros
con el grupo de referencia que estábamos utilizando -que son personas con las
mismas características pero que viven mucho más alejados- hay un aumento
significativo de ese valor de daño”, explicó.
Y agregó que, dada la fisonomía de la localidad de Marcos Juárez,
las muestras de referencia no pudieron tomarse en la misma ciudad porque todos
sus pobladores se encuentran, como máximo, a mil metros de las fumigaciones.
“Eso es lo que creo que es significativo: es una población que está expuesta a
contaminantes”, dijo.
Además, la investigadora explicó que todas las personas que
son estudiadas deben cumplir con un protocolo, aprobado por un Comité de Ética
para eliminar factores de confusión en los resultados. “Tienen que cumplir
ciertas características para que nos acerquemos lo más posible a un diagnóstico
que tenga que ver directamente con el plaguicida y no con otra sustancia
contaminante a la que pueda estar expuesta esa persona”, precisó.
En base a ello, afirmó que los daños genéticos detectados se
deberían a la cercanía con las fumigaciones a las que están expuestos estos
grupos, más aún si se tiene en cuenta que tanto en Marcos Juárez como en el
resto de la provincia de Córdoba se pulveriza entre seis y ocho meses al año.
Las enfermedades
Los investigadores explican que los daños en el material
genético actúan de manera silenciosa. En ese sentido, se diferencian de las
intoxicaciones agudas, que aparecen luego de que la persona se expone a
agroquímicos u otras sustancias contaminantes y se manifiestan con síntomas
leves tales como lagrimeo, dolores de cabeza, problemas en la piel, el aparato
digestivo o el sistema respiratorio.
Respecto al deterioro del material genético, Aiassa explicó
que existen mecanismos en el organismo que permiten reparar o eliminar las
células dañadas. Sin embargo, advirtió que si la exposición al agroquímico se
prolonga en el tiempo y el cuerpo ya no puede reparar el daño ocasionado, la
salud puede verse seriamente afectada.
Así, si el deterioro ocurre en células sexuales “lo más
probable es que la persona tenga óvulos o espermatozoides con algún tipo de
defecto en el ADN. ¿Eso a qué va a llevar? A descendencia con algún tipo de
alteración, abortos o problemas para poder lograr embarazos, que en realidad es
lo que se está viendo en estos pueblos”, aseguró la bióloga local.
Si, en cambio, el daño se produce en las células denonimadas
somáticas -continuó la investigadora- ello puede dar origen a determinados
tumores y derivar en un cáncer.
Por otro lado, relató: “En Marcos Juárez tenemos una muestra
importante de niños que también está entre 300 y 800 metros . Los
resultados fueron exactamente iguales: hay un daño aumentado, teniendo en
cuenta que los niños son mucho más vulnerables y no tienen su sistema de
reparación como lo tiene un adulto. Entonces, ello podría estar explicando lo
que nosotros escuchamos a diario, que son las leucemias en edades cada vez más
tempranas”.
Las leyes
La investigación que lleva adelante la UNRC no sólo estudia los
efectos de las fumigaciones en la salud y el ambiente, sino que también
incluye tareas destinadas a difundir
los resultados y educar a la población sobre esta problemática. Además, un
grupo de profesionales se ocupa de analizar la legislación vigente sobre
agroquímicos y plantear los cambios necesarios a partir de los nuevos
descubrimientos científicos.
“Pretendemos aportar desde lo científico a que mejoren o
complementen esas legislaciones que tenemos, que podamos hacer un aporte desde
los resultados que estamos encontrando”, subrayó la bióloga.
De hecho, los últimos resultados encontrados en Marcos
Juárez plantean inevitablemente la necesidad de revisar las distancias
permitidas por las leyes nacionales, provinciales y municipales para fumigar
cerca de zonas pobladas. La Ley
de Agroquímicos de Córdoba, por ejemplo, permite la pulverización terrestre a 500 metros de las
viviendas e incluso habilita a aplicar ciertos productos, como el Glifosato,
sin que medie ninguna distancia con lugares habitados.
“Lo que estamos viendo, desde mi opinión y con la
bibliografía que tenemos de otros lugares, es la consecuencia del aumento de
estas sustancias tóxicas en los últimos años”, reflexionó Aiassa. Y advirtió
que el problema es aún más complejo si se tiene en cuenta el incremento de la
cantidad de plaguicidas aplicados año a año y la expansión de la frontera
agropecuaria.
“El Glifosato no es inocuo”
En el marco de la investigación que llevan adelante Fernando
Mañas y Delia Aiassa, también se han desarrollado trabajos de laboratorio que
demuestran el daño genético ocasionado específicamente por el herbicida
Glifosato, uno de los más utilizados actualmente en la provincia y el país.
Así, además de extraer sangre de las poblaciones expuestas a
fumigaciones, los investigadores también tomaron sangre de donadores sanos, es
decir, que no poseen ningún daño genético, y en laboratorio expusieron esas
células a distintas concentraciones de Glifosato.
“Los valores que encontramos son también aumentados cuando
están expuestos a distintas concentraciones. Es decir que el Glifosato no es
inocuo para el material genético”, afirmó Aiassa al respecto. Y continuó:
“Podemos decir que el Glifosato está causando un daño del material genético en
células humanas porque lo hemos probado en distintas concentraciones, como así
también su metabolito que es el Ampa”.
Además, señaló que existen muchos estudios en el país y el
mundo que han comprobado esta situación. Incluso, a nivel local, el
investigador Fernando Mañas ha hecho experimentos similares en células de
médula ósea de ratones, encontrando nuevamente el daño ocasionado por los
agroquímicos.
En base a estas evidencias, los especialistas cuestionaron
la clasificación establecida por el Senasa para el Glifosato como un producto
de escaso o nulo riesgo toxicológico.
“Las clasificaciones en realidad se basan en lo que es la
toxicidad aguda y no están viendo lo que es la toxicidad crónica. O sea, que el
producto tenga una banda verde no significa que no sea tóxico. Eso es lo que
por ahí es difícil de visualizar por las personas que están en contacto con
estas sustancias habitualmente”, aseguró la investigadora local y se refirió
especialmente a los aplicadores de plaguicidas.
Por otro lado, los profesionales de la UNRC indicaron que los
estudios hechos hasta ahora no permiten distinguir el efecto particular de
otros agroquímicos, aunque están comenzando a avanzar en este tipo de
investigaciones.
“Cipermetrina, Atrazina, Clorpirifos y Glifosato son los
plaguicidas más utilizados en las zonas donde nosotros hemos trabajado. Ahora
estamos haciendo un trabajo en colaboración con la Universidad de Rosario
en ratas expuestas al Clorpirifos”, relataron.
Fuente:
Lucía Maina, Investigadores descubren daños genéticos en familias que viven a mil metros de las fumigaciones, 02/06/13, La Nación.
“El Glifosato no es inocuo”, 02/06/13, La Nación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario