por Norma Loto
En esta crónica, Norma Loto nos relata desde Córdoba la
llegada de la corporación Monsanto a Malvinas Argentinas. El intento es una
nueva avanzada en la instalación del modelo de agronegocios en una localidad ya
castigada sanitariamente por las fumigaciones. La semana pasada, la provincia
de Córdoba fue uno de los lugares principales que se unió a las manifestaciones
globales de "Millones contra Monsanto". En la nota, se destaca el
testimonio de Vanina, de la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida. Con valor, denuncia
que los gobiernos "le dan la derecha a un proyecto que no deja nada, que
no tiene nada bueno para la sociedad". Hoy se cumplen 44 años del
Cordobazo.
Malvinas Argentinas, Córdoba. Todo se conjugaba con la
parsimonia de lo cotidiano; la vida allí, en Malvinas Argentinas, era como la
de cualquier otro pequeño lugar del interior: “íbamos del trabajo a la casa y
de la casa al trabajo”, cuenta Vanina.
Ahora, aquel sosiego pueblerino asoma quebrado, pero
robustecido -al fin- por haberse organizado para resistir y oponerse
colectivamente a la instalación de Monsanto.
Monsanto es la mayor empresa proveedora de productos para la
agricultura, produce además el herbicida glifosato, los plaguicidas endosulfán,
clorpirifós y el herbicida 2,4 D; además son productores de semillas
genéticamente modificadas, entre ellas la soja.
Según diversos estudios, todos estos productos son altamente
peligrosos para la salud humana, animales, plantas y el medio ambiente en
general.
En Argentina, Monsanto llegó en 1978 y se instaló en
Pergamino, provincia de Buenos Aires, con una planta de actividades de
acondicionamiento de semillas híbridas de maíz.
Hoy, su presencia consta de cinco plantas en la provincia de
Buenos Aires y planifica la construcción de tres más, una de ellas en Malvinas
Argentinas, ubicada en la provincia de Córdoba, y otra en Tucumán.
Esta empresa llegó y se expandió gracias al beneplácito de
los diversos gobiernos que trascurrieron a lo largo de casi cuatro décadas en
Argentina. Gobiernos e intereses que han desconocido, irresponsablemente, el
poder letal de los productos de Monsanto.
Las teorías a favor arguyen que sólo altas dosis de los
productos de agrotóxicos podrían ser letales, ignorando los efectos de las
bajas dosis y de las exposiciones crónicas.
Malvinas Argentinas es una ciudad de aproximadamente 14.000
habitantes, situada en el departamento Colón, de la provincia mediterránea de
Córdoba. Esta provincia es la primera con mayor superficie dedicada a soja
transgénica. Allí, en Malvinas Argentina, pretende instalarse Monsanto con una
planta de 240 silos para 16 toneladas cada uno.
Según una investigación socio-sanitaria realizada por la Red Universitariade
Ambiente y Salud/ Médicos de Pueblos Fumigados, junto a cuatro cátedras de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional
de Córdoba en Malvinas Argentinas, 178 mujeres de la zona padecieron abortos en
los últimos años. Esta cifra significa una prevalencia de 22 % de
mujeres en edad reproductiva.
A la vez -afirma la pesquisa- el Barrio Nicolás de Bari, el
más cercano a zonas fumigadas, tiene el valor más elevado de abortos
espontáneos: 25,6 %. También se detectaron 42 casos de nacimientos con
defectos.
El estudio detalla además que esa localidad tiene una
prevalencia de 15,46 % en enfermedades pulmonares y en el mencionado
barrio ese nivel llega al 20,25 %.
La investigación relaciona este índice con la “elevada
contaminación” del aire con polvo proveniente de los campos linderos.
La niñez es un grupo vulnerable en este contexto, las
patologías comunes que se han comprobado son: dermatitis, dermatosis irritativas;
y enfermedades respiratorias como bronquiolitis, bronquitis obstructivas, asma
y alergias durante todo el año.
A modo de solapar este daño, Monsanto recurre a la
estrategia de cooptación, “Monsanto ya viene gobernando nuestro lugar. No es
solo la empresa en sí la que se va a instalar, sino que hay otras ideas en
torno al proyecto, que implica “poner” plata en salud, en una escuela, en un
jardín de infantes. De esta manera, genera un sistemas paternalista y
clientielista”, relata Vanina Barvoza Vaca.
Vanina es una joven lugareña, tiene 22 años, estudia socio
pedagogía, integra la
Asamblea Malvinas Lucha por la Vida y es una de las tantas
mujeres que pone el cuerpo en esta resistencia.
Ella, a lo largo de la conversación, está empeñada a dar
batalla a esta situación y dice que el problema con Monsanto va más allá de lo
sanitario y enfatiza que “la ampliación de la frontera agropecuaria está
dejando cada vez más gente en la calle; mejor dicho: deja a la gente en la
nada, ya que los gobiernos los invisibilizan, porque Monsanto gobierna a través
de los gobiernos”.
La localidad de Malvinas Argentinas está dentro de una zona
rural dedicada al monocultivo, las fuentes de empleo están vinculadas a la
construcción, al comercio o al empleo público, a la vez que un amplio
porcentaje de la población se traslada a diario a la ciudad capital donde tiene
algún empleo.
En medio de esta realidad, llegó Monsanto con el discurso
que promete ejecutar un proyecto que implica cerca de 400 puestos laborales.
“En realidad, el proyecto dice en su presentación que habrá 170 puestos y la
categoría más baja (de instrucción) que requiere es Ingeniería Agrónoma”,
refiere Vanina.
“Acá, en Malvinas, no conozco a nadie con esa profesión. Es
decir, que quizás implique trabajo para la construcción de la planta vinculado
a la albañilería y también personal de limpieza. El trabajo calificado tampoco
será para nosotros”, comenta.
El acopio de granos contamina y Monsanto se instalará en
Malvinas Argentinas con 240 silos de almacenaje de granos transgénicos que
estarán ubicados a sólo 700
metros de una escuela primaria.
“No existe una producción agro ecológica y el municipio ya
no tiene la misma actitud hacia nosotros. Sabemos de menores de edad con
afecciones respiratorias, asmas, alergia, a causa de los campos fumigados
cercanos. Hay familias que viven a 10 metros de campos que son fumigados, es decir
que sólo hay una calle que separa una casa de un campo”, describe la joven.
Las acciones para impedir la construcción de la Planta de Monsanto pasaron
por diversas instancias judiciales, todas en vano. “El año pasado -continúa
Vanina- presentamos un proyecto de Resguardo Ambiental, para proteger a las
escuelas y la población. El proyecto estuvo dos meses sin ser tratado por el
Concejo Deliberante y, luego de nuestra insistencia, lo trataron en el recinto
y lo rechazaron en 15 minutos”.
Ignorar los principios de la ley
La historia posee muestras suficientes para referir que
cuando existen intereses económicos, las banderas políticas se disipan en el
limbo de esos intereses económicos.
Vanina comenta que tanto el gobierno nacional, como el
provincial y el municipio de la localidad de Malvinas Argentinas: “le dan la
derecha a un proyecto (Monsanto) que no deja nada, que no tiene nada bueno para
la sociedad” y agrega “cuando pedimos la intervención de la gobernación, nos
dicen que es un tema local”.
Es incuestionable que este proyecto ignora la ley general
del ambiente. En este sentido, el artículo 4 de la Ley Nacional , detalla
un conjunto de principios que se deben respetar para lograr un desarrollo
responsable.
Así, el Principio de solidaridad dice que “la Nación y los Estados
provinciales serán responsables de la prevención y mitigación de los efectos
ambientales transfronterizos adversos de su propio accionar, así como de la
minimización de los riesgos ambientales sobre los sistemas ecológicos
compartidos”.
También, se refiere -entre otros- al Principio de
prevención, que versa sobre las causas y las fuentes de los problemas
ambientales y declara que deberán atender “en forma prioritaria e integrada,
tratando de prevenir los efectos negativos que sobre el ambiente se pueden
producir”.
Para ver el resto de la nota dirigirse a ComAmbiental
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