martes, 13 de noviembre de 2012

La imposible misión de acumular más agua

El San Roque. No puede ocupar toda su capacidad porque Villa Carlos Paz avanzó sobre costas que, con el lago lleno, se inundarían.

Este año quizá sobre en los lagos, pero no hay modo de almacenarla. Coinciden en que se la debe conservar en suelos serranos y evitar derroches.

por Fernando Colautti

Luego de varios años en los que los habitantes del Gran Córdoba, el sur de Punilla y las Sierras Chicas convivieron con los diagnósticos de emergencia hídrica y hasta con restricciones en los consumos de agua, 2012 puede terminar con un aparente excedente de ese recurso.

El agua vino de arriba, por las inusuales lluvias del segundo semestre del año. Este verano, al fin, la mayoría de los diques se llenarían y varios evacuarán agua sobrante por sus vertederos. Desde el sentido común, un interrogante es si no podría Córdoba aprovechar los años de excedentes hídricos para acumular más agua, para usar en temporadas de sequía.

Al menos tres especialistas consultados por este diario coincidieron en que no habría modos razonables, desde lo técnico y económico, de acumulación de agua con ese fin. Más bien, plantearon que la Provincia debería enfocar hacia otro modo de conservación del recurso, más sustentable: la mejor preservación de las cuencas para que los suelos serranos retengan el agua y la aporten paulatinamente.

Sobre la construcción de nuevos diques hay más dudas que certezas respecto de su conveniencia e impacto ambiental y hay coincidencia en que quedan muy pocos ríos potables para ese fin.

Hace 20 años se proyectó construir uno en Cuesta Blanca, sobre el río San Antonio, afluente del lago San Roque. Tras una fuerte polémica, fue desestimado por el impacto ambiental y paisajístico que se vaticinaba río abajo.

“Para imaginar algunos diques más habría que revisar mucho la relación entre beneficio e impacto”, sostuvo el ingeniero Juan Weber, jefe del laboratorio de Hidráulica de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).

Weber citó que “uno de los pocos ríos con caudal y no regulados (sin diques) es el Anisacate”, afluente del Xanaes o Segundo. La entonces empresa nacional Agua y Energía hizo un proyecto, poco antes de desaparecer en los años ‘90. Citó que ese lago, cerca de Alta Gracia, habría sido del tamaño del San Roque. “Pero hoy habría que revisar su impacto, que entonces no se analizaba”, aclaró. Otras alternativas en la zona más crítica -apuntó- serían los ríos Yuspe y Cosquín, en Punilla, para algún dique menor.

En Sierras Chicas planteó que no hay ríos de caudal: la zona no da para más extracción ni acumulación, con una cuenca escasa y dañada.

Pero Weber subrayó que “antes de hablar de obras hay que cuidar la cuenca; eso es lo primero, lo de fondo”. Opinó que “lo más racional sería expropiar toda la Pampa de Achala, o subsidiar a sus dueños para asegurar su preservación como reserva hídrica”. De esa región serrana surge gran parte del agua que nutre los ríos y lagos cordobeses.

Weber advirtió que si no se cuidan las sierras altas como fuente de agua, “en 100 años tendrán el suelo y la situación hídrica de La Rioja, una provincia desértica”.

Allá arriba. Federico Kopta es biólogo, coordinador del Foro Ambiental Córdoba e integrante del Grupo Intercuencas Sostenibles. Desde una perspectiva ecologista planteó también que “no quedan casi ya ríos aptos para crear reservorios de agua, sin fuerte impacto ambiental”. Y remarcó: “La estrategia fundamental debería pasar por conservar esa agua en las montañas, en suelos que hagan de esponja, para lo que se requiere preservarlos con bosques y pastizales autóctonos”.

En eso, Córdoba no avanza. Para Kopta, “más que en nuevos diques, el tema es acumular agua en las sierras, que esté disponible ahí. Pero para eso hace falta conservar sus suelos”.

Sustentable. Para el ingeniero Santiago Reyna, titular de las cátedras de Obras Hídricas y de Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de Córdoba, “crear reservorios para guardar agua de un año para otro no tiene sentido técnico ni económico”.

Opinó que “más que crear nuevos, hay que cuidar mejor lo que hay, por ejemplo para que no se llenen de sedimentos, y para eso hay que evitar que se sigan quemando y deforestando las sierras”.

Para la zona crítica, señaló que en todo caso “podría estudiarse la posibilidad de algún dique menor sobre el río Yuspe, o en Las Jarillas, por ejemplo”. Pero dudó de su justificación.

Reyna, también director de la Maestría en Recursos Hídricos de la UNC, planteó que crear diques para épocas de agua sobrante no es razonable “porque un año tendría utilidad, pero en la mayoría no”.

“Apostaría a soluciones más sustentables y menos costosas. Por ejemplo, el rehúso del agua. Un caso: la ciudad de Córdoba pierde dos mil litros por segundo (el 30 %) por aguas cloacales mal tratadas. Con un buen tratamiento se las podría usar para riego, y ahorrar los tres mil litros por segundo que se pierden hoy por riego ineficiente en el Gran Córdoba, que es una enormidad”, señaló.

Para Reyna “más que pensar en nuevos diques, debiera enfocarse hacia un esquema sustentable, equilibrado, desde el mayor cuidado de las cuencas serranas que son la fuente de agua, hasta el uso final, evitar derroches o pérdidas”. Entre estas, citó: “Lo que pierde desde hace años el canal Los Molinos-Córdoba, por no repararse, es un crimen”.

Dragar embalses no es recomendable

Interrogantes. Suelen aparecer sobre por qué no se dragan los lagos para aumentar su capacidad de almacenamiento.

Razones. Se coinciden en que no sería una acción recomendable. Los ingenieros Weber y Reyna y el biólogo Kopta apuntaron que esas operaciones resultarían “costosísimas” y que pueden traer más complicaciones que beneficios, porque se removerían millones de metros cúbicos de sedimentos, lo que arruinaría la calidad del agua y su proceso de potabilización por años.

Sin medir. Hace años que la Provincia no actualiza estudios sobre el nivel de sedimentos de los lagos, es decir, cuánta capacidad real han perdido. Reyna estimó que en el caso del San Roque rondaría actualmente en el 15 %.

Puntos de vista

Juan Weber (Ingeniero, docente en UTN). “Más que nuevos diques hay que cuidar las sierras. Con buena cobertura de vegetación, guardan más agua. Deforestadas y erosionadas, cada crecida arranca suelo y achica la capacidad de los lagos”.

Santiago Reyna (Ingeniero, docente en UNC). “El dique de Cuesta Blanca hay que descartarlo. Por suerte no se hizo; visto hoy, habría generado un desastre ambiental río abajo. Lo mismo creo que sucedería con ese proyecto sobre el río Anisacate”.

Federico Kopta (Biólogo Del foro ambiental). “Un año tan lluvioso es excepcional. En la última década, si hubiera habido más reservorios, de nada habrían servido porque no había agua para llenarlos. Lo que faltó fue agua y no reservorios”.


Pérdida de capacidad por el avance sobre las costas

Del histórico dique San Roque, la ciudad de Córdoba toma cinco mil litros por segundo para abastecerse de agua potable.

La cantidad mencionada es el 70 % de la que usa la Capital, el resto llega del dique Los Molinos por un canal que está en muy mal estado.

Según datos de Recursos Hídricos de la Provincia, cuando el dique rebalsa, por el embudo libera 50 mil litros por segundo. Si, además, abren a pleno las dos válvulas -que forman el conocido “velo de la novia”-, evacua hasta 70 mil litros por segundo más.

Mientras, para generar energía la usina usa entre seis mil y 18 mil litros por segundo, según el lago tenga poco o mucho caudal.

Si el diseño original del nuevo San Roque -inaugurado a mediados de los años ‘40 del siglo pasado- se hubiera respetado, podría acumular más agua que la actual.

Pero se permitió que Villa Carlos Paz avanzara sobre sus costas y si hoy se llenara el dique con la cota original, parte de la ciudad quedaría bajo las aguas.

“Hace décadas que al San Roque le bajaron la cota máxima y desde entonces, en años muy llovedores, se pierde de almacenar más. Si se usara la cota original, el agua podría sobrepasar por varios metros el nivel del embudo, sin necesidad de abrir las válvulas de escape”, señaló Juan Weber.

Santiago Reyna coincidió: “El San Roque perdió capacidad respecto de la prevista en el diseño original. Ya no se puede llenar hasta el nivel del dique, sino sólo hasta el embudo. Perdió varios metros. Pero ya es irreversible: se inundaría Carlos Paz”. En 1992, con las válvulas fuera de funcionamiento, una gran crecida del lago hizo que el agua complicara a buena parte de Carlos Paz. Ahora están en condiciones de funcionar.

Fuentes:
Fernando Colautti, La imposible misión de acumular más agua, 13/11/12, La Voz del Interior.
Pérdida de capacidad por el avance sobre las costas, 13/11/12, La Voz del Interior.

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