Cuando ya pasó un año del submarino de magnitud 9 y el
tsunami que dejaron unos 19.000 muertos en Japón, crecen las advertencias sobre
la posibilidad de que ocurra otra tragedia aún peor.
Un año después del gran sismo que devastó el noreste de
Japón, los investigadores nipones adviertieron sobre el riesgo de que otra
tragedia similar afecte a la megalópolis de Tokio, con probabilidades que
llegan al 50 % en los 4 próximos años.
Desde el terremoto submarino de magnitud 9 y el tsunami del
11 de marzo de 2011, que dejaron unos 19.000 muertos, la actividad telúrica se
intensificó en el archipiélago, situado en la confluencia de cuatro placas
tectónicas.
Cada día se registra una media de 1,48 sismos de magnitud
superior a 3 en la gigantesca urbe de Tokio, cinco veces más que antes. La
probabilidad de un terremoto de magnitud superior a 7 en Tokio varía según los
organismos (70 % en 30 años, 10 % en diez años o hasta el 50 % en 4 años). Es
imposible hacer una predicción, pero para las autoridades el peligro es real.
La capital nipona ya fue destruida en 1923 por un poderoso
sismo de 7,9 que dejó 142.800 muertos. Algunos expertos subrayan que estas
predicciones utilizan la misma metodología errónea que sirvió al gobierno para
decir que el riesgo de un gran terremoto en el noreste era muy bajo.
"Hay un riesgo de terremoto de magnitud 7 en todo
Japón, incluida la región de Tokio, pero no es ni más ni menos que en cualquier
otra parte" del país, dice el profesor Robert Geller, de la Universidad de Tokio.
En un país que registra el 20 % de los terremotos más
violentos del mundo, la experiencia trágica del 11 de marzo puso de manifiesto
enormes lagunas de preparación.
En el área metropolitana tokiota de 35 millones de personas,
el violento terremoto provocó la interrupción de todos los transportes y hordas
de trabajadores tuvieron enormes dificultades para volver a sus casas.
"Hay que prepararse para el terremoto que se va a
producir", dice Asahiko Taira, investigador de la Agencia Japonesa
de Ciencias y Tecnología Terrestres y Marinas (Jamstec).
Según una simulación de la Agencia de Prevención de
Desastres, si un terremoto de tierra de magnitud 7,3 se produjera en la parte
norte de la bahía de Tokio un día de semana a las 18:00 hs con un viento de 3 metros por segundo,
6.400 personas perecerían y 160.000 resultarían heridas.
Unas 471.000 viviendas y edificios resultarían totalmente
destruidos, la mayoría por incendios azuzados por el viento, otros por las réplicas
o por la desintegración del suelo constituido por terraplenes artificiales.
Se producirían 96 millones de toneladas de escombros
generados en Tokio, cuatro veces más que las tres prefecturas del noreste
asoladas por el maremoto del 11 de marzo.
Millones de personas no podrían llegar a sus hogares o
encontrar un alojamiento. Más de un millón de hogares carecerían de agua, gas,
electricidad o telecomunicaciones durante varios días.
El impacto económico sería colosal (más de 1,1 billones de
euros) y la desorganización total se extendería a nivel nacional. Son
indispensable las reservas de alimentos, al igual que centros de ayuda (con
baños, agua corriente) para los que intentan volver andando, un papel que están
dispuestos a asumir unos 8.500 comerciantes y restaurantes de la capital.
El gobierno estudia la creación de estructuras
administrativas de socorro en Osaka, a 550 km al oeste de Tokio, en caso en que la
capital estuviera en peligro.
En julio se terminó una "red submarina de observación
de temblores de tierra y tsunamis", destinada a detectar rápidamente
movimientos telúricos al este y sureste, donde se esperan violentos terremotos,
según el director del proyecto Yoshiyuki Kaneda.
De hecho, existe un sistema de alerta que anuncia a la
población la llegada de un sismo unos segundos antes.
Japón cuenta con las mejores técnicas de observación y
detección, pero la población no está suficientemente preparada en la
interpretación de estos datos.
El 11 de marzo, al anuncio del tsunami, muchos pensaron que
refugiarse en las partes altas de sus viviendas bastaría: muchos murieron.
Fuente:
Observador Global.com, 05/03/12, "Los japoneses temen que ocurra otro terremoto".
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