Es la cantidad de expedientes que se inician en la Unidad Ejecutora creada hace 5 años. Involucran a productores y a miles de familias rurales.
por Héctor Brondo
En enero de 2004, Raly Barrionuevo hizo subir al escenario
Atahualpa Yupanqui, de Cosquín, a Ramona Bustamante. La plaza Próspero Molina
se conmovió profundamente cuando el cantante y compositor santiagueño radicado
en Unquillo, comentó la historia de esta campesina de 84 años quien unos días
antes, mediante orden judicial y por la fuerza, debió abandonar el campo en el
que había vivido y trabajado durante buena parte de su vida.
La denuncia pública hizo visible un problema social grave,
oculto hasta entonces, que sufren miles de familias rurales que viven
principalmente en los departamentos del norte y el oeste de Córdoba.
El caso se convirtió en el emblema de la disputa por la
tenencia de la tierra, agudizada en la última década por el interés creciente
de productores importantes por afectar más tierras a la explotación
agropecuaria intensiva.
Distintas organizaciones defensoras de los derechos de los
campesinos hicieron de ese caso una banderas de lucha.
Buenos reflejos. Para evitar que la ebullición social que
provocó el desalojo violento de la campesina superara el estado larval, el
entonces gobernador José Manuel de la
Sota ordenó a los legisladores de su partido apurar el
tratamiento de proyectos destinados al saneamiento de títulos y descomprimir de
ese modo la situación detonada por el caso Bustamante.
Dos meses después, la Legislatura provincial sancionó la ley 9.150. La
norma declara de "orden público el saneamiento de los títulos de propiedad
para obtener el registro real de dominio y el relevamiento de la situación
posesoria de los inmuebles urbanos, rurales y semi rurales, ubicados en todo el
territorio provincial".
Esas tareas están a cargo de la Unidad Ejecutora
para el Saneamiento de Títulos (Uest), creada por la ley 9.150. Este
instrumento dio origen, además, al Registro Personal de Poseedores (que depende
del Registro General de la
Provincia ), para que se inscriban las parcelas urbanas,
rurales y semirurales sujetas a actos posesorios, "sin perjuicio de que el
dominio se encuentre sin matricular o inscripto en el Registro General a nombre
de una persona distinta a quien aparece invocando la posesión".
A fuego lento. Desde 2004 a la fecha se presentaron ante la Uest unas 23 mil solicitudes
de inscripción, de las que apenas se inscribieron unas 200 en el Registro de
Poseedores.
La primera inscripción se asentó en mayo de 2008.
"En los primeros cuatro años los técnicos se dedicaron
a las tareas de relevamiento y mensura", explicó Manuel Rivalta, actual
presidente de la Uest. El
funcionario aclaró que en el organismo se realizan gestiones de carácter
administrativo, terreno en el que se puede avanzar sólo hasta donde empieza el
campo judicial. En éste, la problemática se rige por el Código Civil.
Rivalta aseguró además que la Unidad Ejecutora
recibe 60 pedidos de asesoramiento por día y se tramitan 300 expedientes al
mes. Por eso, la mesa de entrada de la dependencia cuenta con dos abogados y
una docena de letrados asesoran a otras áreas, señaló.
El presidente de la
Uest no disimula la satisfacción que le provoca el hecho de
que en menos de dos años de gestión se hayan dictado 380 resoluciones
definitivas de inscripción y otras 651 se encuentren en estado provisorio a la
espera de las mensuras para ser asentadas en el Registro de Poseedores.
Destacó los resultados en Olivares de San Nicolás (Cruz del
Eje) donde se salvó a 63 familias del remate de sus casas, producto de un
litigio judicial que involucró a todo el pueblo. También, los logros en Tuclame
y La Playa
(Departamento Minas) donde más de 100 familias en total se beneficiaron con
resoluciones posesorias.
"Lo que tiene que quedar claro es que nosotros no le
quitamos ni otorgamos derechos a nadie. Sólo trabajamos para que se puedan
completar los títulos de dominios sobre inmuebles", concluyó Rivalta.
Inseguridad jurídica y vulnerabilidad
La inseguridad jurídica respecto a la tenencia de la tierra que sufren cientos de familias campesinas explica, en gran medida, por qué la población rural registró un descenso de aproximadamente el 12 % en Córdoba en la última década, según el Indec.
Si bien el Código Civil reconoce el derecho de propiedad a
quien posea un inmueble en forma pacífica e ininterrumpida durante más de 20
años -mediante el juicio de usucapión-, las dificultades que encuentran los
campesinos para acceder a la
Justicia con el fin de hacer valer ese y otros derechos los
coloca, a menudo, en situaciones de vulnerabilidad extrema. Muchos de ellos
terminan despojados de sus posesiones a través de desalojos por la fuerza
dispuestos por algún juez. Cuando esto sucede, los desplazados no sólo pierden
el techo que los cobija sino también toda posibilidad de seguir trabajando la
tierra para satisfacer sus necesidades elementales.
La migración obligada suele condenar al empobrecimiento y la
marginalidad a quien sufre la expulsión compulsiva del lugar donde ha
desarrollado su vida.
Los pueblos y conglomerados urbanos del norte, noroeste y
oeste provincial saben lo que eso implica en términos sociales y económicos.
La realidad muestra que entre el reconocimiento formal de
los derechos posesorios y el efectivo cumplimiento en la práctica judicial hay
un abismo ancho y profundo.
Se trata de un problema estructural que requiere de una
solución integral. Cualquier estrategia correctiva debería contemplar la
relación tierra-campesino desde la perspectiva de territorialidad y atendiendo,
especialmente, a la función social que cumple.
Fuentes:
La Voz del Interior, 30/05/2010, "Hay 300 nuevos casos de disputas de tierras por mes", por Héctor Brondo.
La Voz del Interior, 30/05/2010, "Inseguridad jurídica y vulnerabilidad", por Héctor Brondo.
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