A Estados Unidos e Israel les interesa un acuerdo de paz con Arabia Saudita, análogo a los ya existentes con Egipto y Jordania. Los saudíes lo condicionan a que le permitan el enriquecimiento de uranio. Hay quienes opinan que uno de los objetivos del ataque terrorista de Hamas era obstaculizar el acuerdo.
Por Juan Vernieri
Arabia Saudita ambiciona desarrollar su propia industria nuclear, sin centrales aún, pretende disponer uranio enriquecido. Recién está considerando tres emplazamientos distintos: Jubail, en la Costa del Golfo, y Rabuk y Jizan, en el Mar Rojo, ambos con proximidad a fuentes de agua de refrigeración, integración en la red eléctrica nacional y localización cerca de grandes consumidores de electricidad, como plantas de desalación.
Las autoridades han declarado en más de una ocasión que, de ahora en adelante, Arabia Saudí va a participar en proyectos nucleares nacionales e internacionales. El país quiere aprovechar sus grandes recursos de uranio para desarrollar este proyecto y, al mismo tiempo, diversificar su mix incorporando la energía nuclear, lo que le permitirá aumentar sus exportaciones del petróleo, al reducir su consumo.
A la ambición saudita de desarrollar su propia industria de energía nuclear civil, Washington debiera verla como un riesgo potencial de proliferación nuclear.
Durante las recientes negociaciones, Arabia Saudita habría pedido tres grandes concesiones a cambio de normalizar las relaciones con Israel: 1) el reconocimiento del derecho de Arabia Saudita a enriquecer uranio; 2) una garantía de seguridad estadounidense para Arabia Saudita; y 3) el reconocimiento por parte de Israel de un “Estado palestino independiente”.
La reciente invasión terrorista obstaculiza la normalización de los lazos con Israel, en medio de la violencia entre militantes de Hamas y las fuerzas israelíes, en un duro golpe a las ambiciones del presidente Joe Biden para Medio Oriente.
Con respecto al enriquecimiento, Arabia Saudita ha propuesto que Estados Unidos se asocie en la constitución de una empresa que se llamaría “Aramco nuclear”, que enriquecería y presumiblemente exportaría combustible nuclear.
Israel, que tiene su propio programa de armas nucleares reservado, ve la pretensión saudí de enriquecer uranio como una ruta hacia las armas nucleares. Durante mucho tiempo se ha opuesto a ello en Irán y otros países del Medio Oriente.
El 23 de septiembre, en las Naciones Unidas, el Primer Ministro Netanyahu declaró: “Mientras sea primer ministro de Israel, haré todo lo que esté en mi poder para impedir que Irán obtenga armas nucleares”.
Sin embargo, paradójicamente, se sospecha que está trabajando con la administración Biden en un acuerdo que permitiría el enriquecimiento de uranio en Arabia Saudita, bajo supervisión estadounidense.
De todas maneras, el ataque terrorista de Hamás a Israel complica y retrasa cualquier acuerdo entre Israel, los saudíes y Estados Unidos.
Un programa de enriquecimiento saudita —incluso en asociación con Estados Unidos— probablemente impulsaría a otras naciones, como los Emiratos Árabes Unidos (EAU) que ya tiene una central en funcionamiento, Turquía y Egipto, que tienen en construcción centrales, ambos con 4 reactores cada una, a lanzar sus propios programas de enriquecimiento.
Recordemos que el artículo 4 del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares (TNP), todo Estado miembro tiene derecho a acceder a la tecnología nuclear con fines pacíficos, pero… ¿Qué sucedió?: en la década del 70, India utilizó tecnología de reprocesamiento proporcionada por Estados Unidos para lanzar su programa de armas nucleares y Pakistán respondió lanzando su propio programa utilizando tecnología de enriquecimiento de uranio obtenida ilícitamente de los Países Bajos. Ahora los dos países, India y Pakistán, muy enfrentados, disponen de bombas atómicas. Estados Unidos, queriendo o no, facilitó la proliferación.
Más centrales nucleares en Oriente Medio hará necesario disponer de más uranio enriquecido en la zona.
Opinan que una posibilidad práctica para contener la proliferación en la región es permitir el enriquecimiento de uranio bajo la supervisión y responsabilidad de Estados Unidos. Visto lo sucedido con India, resulta una elucubración más que dudosa.
La proliferación se presenta como imparable. Lo mejor es que no haya más centrales nucleares en Oriente Medio y que no se produzca, ni entre, uranio enriquecido a la zona. (Fuente: Seyed Hossein Mousavian Frank N. von Hippel).
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