Hernán
Scandizzo es periodista e investigador del Observatorio Petrolero Sur
(OPSur). Visitó la provincia de Mendoza en el marco de las Jornadas
sobre Problemáticas Socioambientales, organizadas por el SUTE y
diferentes asambleas socioambientales. En la conversación nos ofrece
su mirada sobre los casi 10 años de fracking en Argentina, un
recorrido marcado por la distancia creciente entre los discursos y
los hechos.
Atravesamos
días en los que encontramos poco espacio para cualquier información
que no esté contaminada por el avance global del coronavirus. Esta
nota no será la excepción. Porque la epidemia tiene más de un
punto de contacto con la industria hidrocarburífera. Por una parte,
la contracción de la demanda que ha causado la cuarentena global, ha
provocado la mayor caída del precio internacional del crudo en años.
Pero por otra parte, la relevancia de esta pandemia ha contribuido a
visibilizar un trasfondo común con otras situaciones críticas que
el capitalismo global impone a la humanidad y el resto de los seres
vivos que habitan este planeta. La nota aparecida en la revista
Anfibia, “Las nuevas pandemias del planeta devastado”, inició un
debate sobre la relación entre estas nuevas enfermedades virales y
el grado de aniquilación de los ecosistemas, en su mayoría
tropicales, que se ven arrasados por el agronegocio o la industria
maderera para plantar monocultivos a gran escala. El artículo se
preguntaba en qué medida, al igual que enfermedades como el chapare
virus registrado en Bolivia o la ferocidad de los últimos brotes del
ébola en Liberia y Sierra Leona (África), la mutación biológica
del coronavirus que permitió el salto a los humanos pone al
descubierto “cómo nuestra visión extractiva del mundo vivo está
llevando a la humanidad a una encrucijada en la que pone en jaque a
su propia existencia”.
Llevar
las condiciones materiales de existencia al extremo de lo posible,
parece ser el imperativo que organiza la respuesta sistémica frente
a la crisis global. Sobre ese mismo trasfondo histórico-social,
Hernán Scandizzo en su visita a Mendoza, nos invitó a reflexionar
sobre la problemática del fracking. Debemos pensar la industria de
los hidrocarburos no convencionales como parte de lo que denominamos
la producción de energías extremas: “Este concepto de energía
extrema se refiere no sólo a las características de los
hidrocarburos, sino también a un contexto en el que la explotación
de gas, crudo y carbón entraña cada vez mayores riesgos geológicos,
ambientales, laborales y sociales” . El capitalismo, desde la
revolución industrial, ha organizado el desarrollo de sus fuerzas
productivas en torno a los combustibles fósiles. Frente al paulatino
agotamiento de los reservorios de crudo a nivel mundial, la industria
hidrocarburífera pareciera redoblar su apuesta, lanzándose ahora en
busca de las últimas gotas de petróleo alojadas a mayor
profundidad, en rocas más compactas, que requieren el uso de una
tecnología más agresiva e infraestructuras que rozan lo grotesco,
así como también impone la necesidad de una dinámica financiera
tan desmedida como especulativa. Es el marco sobre el que debemos
pensar el megaproyecto vinculado a la formación de Vaca Muerta en
Argentina.
-
El ingreso del fracking en la argentina está cumpliendo cerca de los
10 años en el debate público, aproximadamente. Nos gustaría
preguntarte qué balance se puede hacer de este recorrido. Quizás
también marcar los posibles giros que pueden identificarse en el
sector en relación a los cambios de gobierno.
En
10 años de hidrocarburos no convencionales, primero, hay que tener
en cuenta la situación provincial. Neuquén es una provincia que a
partir de la década del 60 empieza a consolidar la apuesta hacia la
generación de energía, con las represas, pero también, más
específicamente, a través de la explotación de hidrocarburos. Si
bien esa explotación venía desde 1918 en Plaza Huincul, en los 60
se da todo un viraje con el desplazamiento de la explotación
petrolera hacia la zona de Rincón de los Sauces, que tiene que ver
con una estrategia de YPF que comienza a explorar otras áreas de la
cuenca Neuquina, extendiéndose también hacia la zona de Catriel
(Río Negro) y Malargüe (Mendoza). En ese período empieza a tener
más relevancia la actividad hidrocarburífera en la provincia y
hacia los 80, el peso que tienen los hidrocarburos es muy fuerte. En
los 90 llega a ser la actividad productiva más importante por los
ingresos que le reporta, consolidando el perfil petrolero. Pero
también en los 90 se planteó la necesidad de diversificar la matriz
productiva por la caída del horizonte de reservas y del precio de
crudo, en ese marco la agroindustria, el turismo y la actividad
forestal fueron presentados en el Plan Neuquén 2020 como sectores a
desarrollar. Tras un repunte en la actividad hidrocarburífera se
siguió abonando la matriz monoproductora y hacia 2008 se volvió a
plantear el tema de la diversificación ante un nuevo horizonte de
reservas en baja. Se estaban desempolvando y aggiornando los planes
para promover la agroindustria cuando se empieza a hablar de los no
convencionales, y todo eso se dejó nuevamente archivado, o se hizo
algún tipo de promoción de algunos sectores productivos, pero
vinculados a la provisión de Vaca Muerta. De sostenerse a la baja la
explotación de Vaca Muerta, en los próximos meses escucharemos
hablar nuevamente en Neuquén de planes de diversificación
productiva.
En
muy poco tiempo, Vaca Muerta pasó de ser un tema circunscripto a las
oficinas del Estado y de las corporaciones del sector a instalarse en
la agenda pública. Añelo, ciudad base de la actividad no
convencional, paso de tener 2.700 a 7 mil habitantes en el término
de dos años. Entonces, primero, hubo una irresponsabilidad en los
anuncios. ¡Estábamos llamados al éxito! Y con un discurso así,
obviamente, hubo una afluencia de la gente que desbordó la capacidad
habitacional, los servicios de salud, de educación y demás. Hoy, a
casi 10 años de los primeros anuncios, se ve cómo repercute todo
eso. Y no solamente en Añelo, sino que se ve también en Neuquén,
donde tenemos la toma de tierra más grande de la historia de la
ciudad que se produjo en enero, son 1.500 familias, 4500 personas que
fueron censadas. Y eso está vinculado con la distorsión económica
muy fuerte que se acentuó con el avance de Vaca Muerta. Los ingresos
de quienes trabajan en la actividad hidrocarburífera están muy por
encima de los salarios del resto de las actividades. Esto hace que a
muchos y muchas que no accedemos a las “mieles” de Vaca Muerta,
se nos encarezca la vida. Y si lograste ahorrar y comprar los
materiales… no tenés dónde edificar por lo que cuesta acceder a
un terreno. Esos contrastes se han agudizado. La bonanza de Vaca
Muerta no se ha cumplido y lo que está dejando en superficie son
estas situaciones.
Después,
está la cuestión relacionada con el objetivo del
autoabastecimiento. El gas y los combustibles abundantes y baratos no
los estamos teniendo. Porque todos lo tarifazos que hemos sufrido
durante el macrismo tienen que ver con la financiación del sector
hidrocarburífero. Durante el kirchnerismo, para promocionar Vaca
Muerta, hubo transferencias desde el Estado, en buena medida hacia
YPF, pero también hacia el conjunto de empresas que extraían gas a
partir de subsidios. Lo que hizo el macrismo fue eliminar los
subsidios al consumo, que beneficiaba al pueblo en general; entonces
hubo una transferencia desde el Estado y desde el conjunto del pueblo
para garantizar la explotación petrolera. Entonces, el acceso barato
a la energía es algo que no ha sucedido, y lo de abundante está por
verse. Porque si bien ha habido una reducción de las importaciones
de gas, estamos muy lejos de haber logrado el horizonte del
autoabastecimiento.
En
10 años también se muestra la fragilidad de estos discursos que
pronosticaban una bonanza tal que lograría transformar a la
Argentina, de un país importador a alcanzar el autoabastecimiento e,
inmediatamente, posicionarla como exportador en el mercado mundial de
la energía. La producción está lejos de alcanzar esos niveles pero
además la infraestructura de transporte de gas que está saturada.
Había una infraestructura de Loma La Lata, que fue el
mega-yacimiento de gas convencional, que estaba ociosa pero se saturó
rápidamente. Y no han logrado las inversiones para garantizar la
ampliación de la red de gasoductos o el acondicionamiento y la
ampliación del tendido ferroviario para transportar las arenas que
requiere la fractura hidráulica. Entonces se van haciendo visibles
las distancias que existen entre los discursos y los hechos.
También
los diferentes gobiernos han subrayado el supuesto “interés” de
las grandes corporaciones por Vaca Muerta, sin embargo la “lluvia
de inversiones” que anunciaba el macrismo no fue siquiera una
garúa. Las mayores inversiones durante el kirchnerismo las hizo YPF
y durante el macrismo, las grandes beneficiarias y las que hicieron
alguna apuesta, fueron empresas que tienen su foco de negocios en
Argentina. Que tampoco es que podemos decir que se trata de la
burguesía nacional… es Techint con Tecpetrol, es Galuccio (el ex
CEO de YPF) con Vista, es Bulgheroni con PAE (en donde están BP y la
china CNOOC), que son quienes tienen cercanía o son parte del poder
político y económico. Pero las inversiones de Shell, Wintershall o
Total son marginales si, teniendo en cuenta sus carteras de negocios,
las comparamos con las que hicieron YPF, Tecpetrol o Vista. Si
ponemos en paralelo a Vaca Muerta en Argentina con el Presal en
Brasil (el megayacimiento de aguas profundas), vemos que en Argentina
los desarrollos masivos de Shell van avanzando muy de a poco;
mientras que en Brasil es la principal empresa privada y está a la
par de Petrobras en relación al volumen de inversión. Entonces hay
una actitud que es totalmente diferente. Aquí en Argentina uno
realmente no ve que las grandes corporaciones se saquen los ojos por
hacer pie en Vaca Muerta.
-
Qué análisis se puede hacer de las primeras definiciones de Alberto
Fernández en relación al fracking y lo que pareciera asomar como la
posibilidad de un nuevo impulso o apuesta por la explotación de
hidrocarburos no convencionales, al menos presente en el discurso del
presidente, ahora en el contexto de una deuda externa que resulta
agobiante.
Sí,
viene mezclado ese discurso. Porque, por un lado, el discurso de
campaña fue el apoyo a Vaca Muerta y se habló de los no
convencionales y la minería como los pilares para el ingreso de
divisas para el país y el motor del desarrollo, esto es, no solo
exportar hidrocarburos sino una ampliación de la cadena de valor.
Después de que asume tiene lugar la entrevista que le hace Horacio
Verbitsky, donde Fernández plantea que en el gobierno están
evaluando que Vaca Muerta puede no ser un buen negocio . Y eso
también es una señal a las empresas con las que estaba negociando.
Yo creo que en un punto algo se está evaluando, en relación a que
no es un buen negocio, que demanda poner mucha plata y que es una
plata que hoy el Estado argentino no tiene. Desde que asumió
Fernández no le están pagando los subsidios al gas. Entonces es una
plata que hoy no se tiene y estarán esperando negociar la deuda para
después ver en qué escenario las empresas saldrán a tomar deuda,
en qué escenario el Estado tomará deuda.
Se
habla, por ejemplo, como alternativa a Vaca Muerta, ir por la
recuperación terciaria de yacimientos convencionales. Pero eso es
algo de corto plazo. Porque estamos hablando de yacimientos que se
están agotando y a los que también le tenés que inyectar dinero
para que levantar la producción. Puede tener un costo financiero
menor a la aplicación del fracking, pero es un horizonte mucho más
breve. La recuperación secundaria o terciaria puede servir si estás
en un proceso de transformar tu matriz energética, entonces
“mientras tanto” sostenes la explotación de hidrocarburos. Pero
si apostás a Vaca Muerta no es porque estás pensando en una
transición. Si apostás a Vaca Muerta, por el volumen de inversión
que demanda, estás haciendo una apuesta que va a ser sostenida en el
tiempo, unas cuántas décadas. Se trata de horizontes diferentes.
También se puede interpretar que quieren seguir apostando a Vaca
Muerta, pero la situación no se los permite, entonces la
recuperación secundaria y terciaria puede ser punto intermedio, un
salir a la superficie a tomar aire y ver cómo llegar a la orilla.
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Justo esta semana ha sido noticia, en todos los medios, la caída del
precio internacional del barril…
En
2014 cuando tuvo lugar otra gran caída del precio del crudo, se
instaló el “barril criollo”. Siempre las empresas, cuando es
alta la cotización internacional del barril crudo demandan al Estado
que no intervenga y pretenden aplicar en el mercado interno el precio
de referencia internacional. Pero resulta que cuando el precio del
barril baja estrepitosamente, le van a golpear la puerta al Estado
para que garantice un precio mínimo. Eso es lo que se hizo en 2014 y
paulatinamente se fue sacando. Y es lo que se está hablando ahora.
Un barril criollo de aproximadamente 50 dólares para garantizar la
tasa de rentabilidad mínima que esperan las empresas.
-
En Mendoza hace un par de años que el gobierno local ha tomado la
iniciativa de impulsar la explotación de no convencionales,
precisamente en la porción de Vaca Muerta que comparte la provincia.
Aún se encuentra en una etapa incipiente, lejos del desarrollo
masivo que transitan los no convencionales en la Patagonia norte.
¿Nos gustaría conocer qué mirada tenés sobre este avance en
Mendoza?
En
Mendoza veo puntos de coincidencia con lo que ha sucedido en Neuquén
y Río Negro, en relación a esto que decía antes sobre quiénes
están traccionando el desarrollo de Vaca Muerta. Se trata de la
propia YPF o empresas que tienen su plan de negocio puesto en el
país. En Neuquén fueron G&P, la empresa del Estado neuquino, e
YPF las que traccionaron y armaron uniones transitorias de empresas
para desarrollar diferentes áreas de explotación. Y en Río Negro
ha sido principalmente YSUR-YPF la que ha avanzado, tanto con el área
Estación Fernández Oro como también en Cerro Manrique, que es otra
área de explotación de tight gas. El hecho de que aquí sea Phoenix
o El Trébol, con el grupo Vila-Manzano traccionando es un patrón
que se repite. No son grandes empresas transnacionales, por más que
Phoenix está radicada en el Reino Unido, la conforma el grupo
Vila-Manzano y la empresa suiza Mercuria, que es la principal
accionista. Mercuria es una empresa cuyo fuerte no es la extracción
de hidrocarburos sino la comercialización de commodities. Eso
también te da el perfil que tiene la empresa, que no es un perfil
productivo sino especulativo. Y por otra parte otras empresas
hidrocarburíferas controladas por el grupo Vila-Manzano fueron
cuestionadas en su momento, porque más que actividad
hidrocarburífera se decía que hacían actividad “inmobiliaria”,
poniendo en valor áreas para después venderlas. Mendoza es una
incógnita en ese sentido. Pero que sea Phoenix, una empresa ligada a
la provincia como punta de lanza, es un dato coincidente con lo que
sucedió en Neuquén y Río Negro.
Está
todo por verse. En la provincia hay 20 pozos fracturados desde 2016,
realizados por YPF y El Trébol (Phoenix), y se han hecho varios
anuncios en 2019 para posicionar a Mendoza como la próxima frontera
no convencional. Pero también en Mendoza hay una movilización
popular en defensa del agua con capacidad de frenar este tipo de
proyectos.
Mariano J. Salomone es sociólogo
Fuentes:
Mariano J. Salomone, Energías extremas: ¿valen la pena? Entrevista a Hernán Scandizzo sobre el fracking en Argentina, 20 marzo 2020, La Izquierda Diario.
Dibujo Chelo Candia.
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