jueves, 19 de septiembre de 2019

La historia de Talita, la puma sobreviviente


Hace un año, adolescentes mataron a una puma en zona rural. Una sola de sus crías se salvó en la reserva Pumakawa, de Rumipal. Ahora, para cerrar el círculo y generar conciencia, esos chicos y sus familias la visitaron.

En un día soleado, los unos y los otros se fundieron en un encuentro reparador. Quienes mataron a una mamá puma y repartieron sus crías recién nacidas y quienes le pusieron el cuerpo para cuidar día y noche, durante un mes, a la única sobreviviente.

Cuando se buscan, a veces, los milagros suceden.

Talita cumplirá un año este 12 de septiembre. Con un puñado de días, había llegado con otras tres en una caja de cartón temblando y con sus ojos aún cerrados a la reserva Pumakawa, en Villa Rumipal. Las alimentaron allí por semanas, con un biberón adaptado. Pero sólo Talita sobrevivió y se transformó en una hermosa cachorra que hoy se mueve sigilosa y atenta a cada sonido.

La historia comenzó en la zona rural de Idiazábal, en el sudeste cordobés, y motivó la intervención de la Policía Ambiental y hasta de la Justicia. Un grupo de adolescentes mató en un campo a una puma. Minutos después, se dieron con que acababa de tener cría. Y se repartieron los cachorros, de apenas días.

Un video viralizado de aquel suceso originó una catarata de críticas en las redes sociales. Uno de los chicos fue detenido varios días y las pumitas, entregadas a la reserva.

Ahora ese incidente pasó a ser el principio de una historia de encuentro y reparación. Una forma diferente de resolver un conflicto socioambiental.

Resiliencia

Kai Pacha, responsable de la asociación civil que comanda Pumakawa, decidió que se escribiera un nuevo capítulo. Que no quedara todo así nomás.

Luego de que Talita lograra sobrevivir, lo que demandó tiempo y dedicación, fue por el paso siguiente, aún más difícil: vincularse con los responsables y remediar de alguna manera lo ocurrido.

Kai planteó que los “odiadores” de las redes, estigmatizando a los jóvenes, no contribuyeron a que pudiera apurarse un proceso de resiliencia. “Nunca debió perderse de vista que son menores, muchas veces víctimas del mundo adulto. Hay que valorar a esos chicos y a las familias que se animaron a dar un paso para trabajar junto a nosotros; esperemos que esta experiencia sea valorada como una contribución a un cambio social”, planteó.

Días atrás, una comitiva, con parte de aquel grupo de amigos y sus familias, aceptó la invitación de Pumakawa para conocer y visitar el espacio en Villa Rumipal, donde Talita comparte sus días con otros pumas rescatados y con otras especies de fauna autóctona.

Allí pasaron el día. Antes de regresar, escucharon atentos las explicaciones para hacer germinar las cientos de semillas de aguaribay, chañar y lagaña de perro que les obsequiaron, para plantar en Idiazábal.

La idea quedó sembrada: construir un vivero en su pueblo con plantas nativas y contribuir a resembrar monte.

Esa actividad está en marcha y ya se sienten parte de la reserva, llamándose ‘manada Pumakawa’ en un grupo de WhatsApp, en el que nos comunicamos y aclaramos dudas sobre el proceso del vivero”, se entusiasmó Kai Pacha.

Encuentro

Al final de la tarde, llegó el encuentro. En su jaula, Talita desconfía primero y se esconde nerviosa. Pero, de a poco, vuelve a asomarse y se acerca al tejido del habitáculo. Los pibes hacen lo propio. Midiendo cada movimiento se aproximan a la jaula, hasta animarse a acariciarla a través del tejido.

La puma nunca podrá volver a su hábitat natural. El contacto con el humano los hace perder la capacidad de adaptación al entorno al que pertenecían.

Pumakawa tiene 13 felinos de esta especie en esas condiciones, que alimentan los proyectos educativos y de conciencia ambiental, para tratar de que estos casos no se repliquen. Los pumas rescatados son una muestra del avance urbano sobre el monte. Y varios de ellos fueron víctimas de errado mascotismo.

Entender el contexto

Juan Pablo Vassia (42), actual secretario de Gobierno e intendente electo de Idiazábal, se involucró con la situación. Para entender lo ocurrido –opinó– hay que considerar que, en esa zona agrícola, los niños transcurren su infancia con la gomera colgada y tirando a liebres, palomas y perdices.

Cazar no está mal visto y matar un puma tampoco, porque ataca al ganado”, graficó. Sin ánimos de justificar lo ocurrido, Vassia manifestó que hay que conocer los patrones culturales de las zonas rurales y el contexto para interpretar el hecho.

El municipio acompañó el encuentro en Pumakawa al facilitar el vehículo para que pudieran viajar. Ahora buscan un espacio para que se siembren las semillas que se llevaron.

Fuente:
La historia de Talita, la puma sobreviviente, 6 septiembre 2019, La Voz del Interior. Consultado 19 septiembre 2019.

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