Hace un año, adolescentes mataron a una puma en zona rural. Una sola de sus crías se salvó en la reserva Pumakawa, de Rumipal. Ahora, para cerrar el círculo y generar conciencia, esos chicos y sus familias la visitaron.
En
un día soleado, los unos y los otros se fundieron en un encuentro
reparador. Quienes mataron a una mamá puma y repartieron sus crías
recién nacidas y quienes le pusieron el cuerpo para cuidar día y
noche, durante un mes, a la única sobreviviente.
Cuando
se buscan, a veces, los milagros suceden.
Talita
cumplirá un año este 12 de septiembre. Con un puñado de días,
había llegado con otras tres en una caja de cartón temblando y con
sus ojos aún cerrados a la reserva Pumakawa, en Villa Rumipal. Las
alimentaron allí por semanas, con un biberón adaptado. Pero sólo
Talita sobrevivió y se transformó en una hermosa cachorra que hoy
se mueve sigilosa y atenta a cada sonido.
La
historia comenzó en la zona rural de Idiazábal, en el sudeste
cordobés, y motivó la intervención de la Policía Ambiental y
hasta de la Justicia. Un grupo de adolescentes mató en un campo a
una puma. Minutos después, se dieron con que acababa de tener cría.
Y se repartieron los cachorros, de apenas días.
Un
video viralizado de aquel suceso originó una catarata de críticas
en las redes sociales. Uno de los chicos fue detenido varios días y
las pumitas, entregadas a la reserva.
Ahora
ese incidente pasó a ser el principio de una historia de encuentro y
reparación. Una forma diferente de resolver un conflicto
socioambiental.
Resiliencia
Kai
Pacha, responsable de la asociación civil que comanda Pumakawa,
decidió que se escribiera un nuevo capítulo. Que no quedara todo
así nomás.
Luego
de que Talita lograra sobrevivir, lo que demandó tiempo y
dedicación, fue por el paso siguiente, aún más difícil:
vincularse con los responsables y remediar de alguna manera lo
ocurrido.
Kai
planteó que los “odiadores” de las redes, estigmatizando a los
jóvenes, no contribuyeron a que pudiera apurarse un proceso de
resiliencia. “Nunca debió perderse de vista que son menores,
muchas veces víctimas del mundo adulto. Hay que valorar a esos
chicos y a las familias que se animaron a dar un paso para trabajar
junto a nosotros; esperemos que esta experiencia sea valorada como
una contribución a un cambio social”, planteó.
Días
atrás, una comitiva, con parte de aquel grupo de amigos y sus
familias, aceptó la invitación de Pumakawa para conocer y visitar
el espacio en Villa Rumipal, donde Talita comparte sus días con
otros pumas rescatados y con otras especies de fauna autóctona.
Allí
pasaron el día. Antes de regresar, escucharon atentos las
explicaciones para hacer germinar las cientos de semillas de
aguaribay, chañar y lagaña de perro que les obsequiaron, para
plantar en Idiazábal.
La
idea quedó sembrada: construir un vivero en su pueblo con plantas
nativas y contribuir a resembrar monte.
“Esa
actividad está en marcha y ya se sienten parte de la reserva,
llamándose ‘manada Pumakawa’ en un grupo de WhatsApp, en el que
nos comunicamos y aclaramos dudas sobre el proceso del vivero”, se
entusiasmó Kai Pacha.
Encuentro
Al
final de la tarde, llegó el encuentro. En su jaula, Talita desconfía
primero y se esconde nerviosa. Pero, de a poco, vuelve a asomarse y
se acerca al tejido del habitáculo. Los pibes hacen lo propio.
Midiendo cada movimiento se aproximan a la jaula, hasta animarse a
acariciarla a través del tejido.
La
puma nunca podrá volver a su hábitat natural. El contacto con el
humano los hace perder la capacidad de adaptación al entorno al que
pertenecían.
Pumakawa
tiene 13 felinos de esta especie en esas condiciones, que alimentan
los proyectos educativos y de conciencia ambiental, para tratar de
que estos casos no se repliquen. Los pumas rescatados son una muestra
del avance urbano sobre el monte. Y varios de ellos fueron víctimas
de errado mascotismo.
Entender
el contexto
Juan
Pablo Vassia (42), actual secretario de Gobierno e intendente electo
de Idiazábal, se involucró con la situación. Para entender lo
ocurrido –opinó– hay que considerar que, en esa zona agrícola,
los niños transcurren su infancia con la gomera colgada y tirando a
liebres, palomas y perdices.
“Cazar
no está mal visto y matar un puma tampoco, porque ataca al ganado”,
graficó. Sin ánimos de justificar lo ocurrido, Vassia manifestó
que hay que conocer los patrones culturales de las zonas rurales y el
contexto para interpretar el hecho.
El
municipio acompañó el encuentro en Pumakawa al facilitar el
vehículo para que pudieran viajar. Ahora buscan un espacio para que
se siembren las semillas que se llevaron.
Fuente:
La historia de Talita, la puma sobreviviente, 6 septiembre 2019, La Voz del Interior. Consultado 19 septiembre 2019.
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