Se trata de los
hermanos Pablo y Javier Plomer quienes, según vecinos de La
Encrucijada y El Escondido, ambos poblados en el departamento
cordobés de Río Seco, además inundan con agrotóxicos y cierran
caminos.
Las familias
organizadas de El Escondido- La Encrucijada, dos pequeños poblados
ubicados en el departamento de Río Seco, en el norte cordobés,
denunciaron a los hermanos Pablo y Javier Plomer por realizar
desmontes ilegales en cientos de hectáreas.
Los habitantes
exigen que las autoridades intervengan y apliquen la Ley 9814. "En
las últimas semanas se ha constatado la desaparición de cerca de 40
hectáreas de los montes más altos de la zona. El territorio en
cuestión es de un alto valor de conservación y es área protegida,
incluso internacionalmente como sitio Ramsar", señalaron a La
Nueva Mañana.
La comunidad de
La Encrucijada es la puerta de entrada a la Reserva de los Bañados
del Río Dulce. Se ubica a 30 kilómetros en dirección este de
Sebastián Elcano, bajando en picada hacia la depresión de Mar
Chiquita.
Igual que muchas
otras comunidades campesinas del norte cordobés, el "progreso"
pregonado por la agricultura industrial la sacudió en su esencia. Es
así que desde 2003, el encierre de campos, el desmonte
indiscriminado y el cambio de manos de la tierra fue destruyendo un
modo de vida y una forma de economía ancestral, basada en la armonía
con la naturaleza.
El Escondido, se
ubica al norte de La Encrucijada. Allí cerca de veinte familias
vienen desarrollando una lucha desigual para poder sobrevivir.
"Desde el
año 2009, cuando los hermanos Pablo y Javier Plomer, llegaron
arrendando campos y comprando algunas posesiones, la destrucción de
la vida comunitaria se precipitó. El camino que une el Paraje El
Escondido con la escuela, el dispensario y los negocios de La
Encrucijada, fue desviado, borrado y cercado decenas de veces",
contaron los vecinos a La Nueva Mañana.
Además,
agregaron que "ese camino tenía más de 150 años de uso
comunitario y pese a la resistencia y las denuncias, fue apropiado
por los empresarios de la zona de Toledo. Esto dificultó que la
maestra de la escuela Primera Junta y la enfermera del dispensario
pudieran llegar a La Encrucijada a prestar sus servicios".
La comunidad
elevó sus reclamos, cortó alambres y candados, pero aseguran que
jamás hubo respuesta ni amparo.
Los habitantes
dicen que "hay que tener temple para aguantar la fumigación, la
desaparición del ambiente de vida, vivir saltando alambres e incluso
ser objeto de aprietes y amenazas. El Estado debe estar presente para
hacer cumplir la ley. La Policía Ambiental sólo pasea sus
camionetas por el territorio y se vuelve ciega a las topadoras y
sorda al llanto de quebrachos, algarrobos y mistoles".
Fuente:
Denuncian a empresarios por desmontes ilegales en zona protegida, 15/05/17, La Nueva Mañana.
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