Sergio Flores espera a que su padre revise la casa de la familia en
Salto, provincia de Buenos Aires. Foto: Santiago Filipuzzi/ La Nación |
Un estudio de investigadores del Conicet anticipa que las lluvias serán más intensas y las olas de calor, más largas; esos problemas se repetirán hasta fines de siglo.
por Laura
Rocha
Las
precipitaciones extremas y el aumento promedio de las temperaturas
son los efectos más nocivos que el cambio climático provoca y
provocará en la Argentina hasta fines de siglo.
Estos
dos fenómenos producen, según la región que se analice, una mayor
cantidad de inundaciones, por un lado y, sequías, por el otro; olas
de calor más prolongadas e intensas en los centros urbanos;
propagación de enfermedades, como el dengue, y derretimiento de
glaciares, entre otros.
Así
lo alertan los investigadores del Conicet Vicente Barros e Inés
Camilloni en el libro La Argentina y el cambio climático. De la
física a la política (Eudeba, 2016), presentado ayer en la sede del
Servicio Meteorológico Nacional (SMN). La alerta llegó en un año
de intensas lluvias y desbordes de ríos y lagunas que han dejado
ciudades bajo el agua en varias provincias, rutas anegadas y pérdidas
millonarias en el sector de la producción agrícola. Los datos que
el SMN recopila desde hace 145 años revelan que el volumen de
lluvias creció 20 % entre 1961 y 2010 y que la temperatura, en
promedio, subió 0,5 °C.
Para
los próximos 25 años se proyecta una aceleración de ese aumento y
la región con mayores cambios sería el noroeste del país, con
subas de hasta el 1,5 °C.
"Un
aspecto negativo de las crecientes precipitaciones de las últimas
décadas son las cada vez más frecuentes inundaciones. Éstas
constituyen las catástrofes de origen natural que mayores daños
económicos y sociales causaron en la Argentina en los últimos
tiempos", se sostiene en la publicación, que fue editada por
Eudeba.
En
otro estudio del Banco Mundial se indica que, en 2015, sólo en la
provincia de Buenos Aires las lluvias afectaron 800.000 hectáreas y
se perdieron casi 6000 cabezas de ganado. Esto representó pérdidas
por 652 millones de dólares.
Según
se consigna en el reporte, el costo de las inundaciones ribereñas
implica el 49 % del total anual por desastres naturales, mientras que
el de las inundaciones urbanas significa otro 46 %. El informe fue
hecho el año pasado por un equipo de expertos en desarrollo
sostenible, medio ambiente y recursos naturales. En total calcularon
que los daños causados por el agua equivalen cada año al 0,7 % del
Producto Bruto Interno (PBI).
Contribución
"Nadie
puede eludir el tema del cambio climático en la agenda de aquellas
personas que toman decisiones. Esta publicación es una enorme
contribución para esos destinatarios", sostuvo Celeste Saulo,
directora nacional de SMN e investigadora del Conicet, encargada de
presentar el libro.
Barros
recordó que para desagotar en sólo dos meses el agua de la
inundación de 2003 en la pampa deprimida habría sido necesario un
canal con el caudal del río Uruguay. "Siempre digo que mientras
las obras de contención no estén nos vamos a seguir inundando. Sin
embargo, después de la obra también nos vamos a seguir inundando.
Por eso es tan importante que se perfeccionen los sistemas de alerta
temprana como los que elabora el SMN", dijo el experto del
Departamento de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad de Buenos
Aires.
En el
mismo sentido, la coautora del libro, Camilloni afirmó: "Todavía
no sabemos cuánto es el máximo que puede llover en la Argentina.
Las precipitaciones en lugares como Comodoro Rivadavia lo
demuestran". La investigadora se refirió así a las lluvias
extremas que azotaron media ciudad patagónica y que registraron un
desvío de 1660 % más de lo que llueve normalmente.
La
combinación de las precipitaciones cada vez más frecuentes y
extremas y las altas temperaturas también genera la propagación de
enfermedades que antes se veían en otras latitudes, como el dengue,
el zika o la fiebre chinkungunya.
La
temperatura promedio en la Argentina subió al menos medio grado. Y
en algunas regiones, como la Patagonia, el alza llegó a 1°C. En
gran parte del país hubo una reducción en el número de días con
heladas, mientras que la cantidad de jornadas con olas de calor y de
noches tropicales aumentó considerablemente en el norte y este del
país.
Las
olas de calor son otro gran tema de preocupación de los autores. El
fenómeno se produce cuando se registran tres días o más
consecutivos con temperaturas mínimas superiores a los 22°C y
máximas por encima de los 32°C.
"El
problema con este tema es que es difícil dar un diagnóstico y decir
que la causa [de una muerte] fue la ola de calor. Entonces hay que
analizar cuál es el número normal de muertes para un determinado
período. En ese análisis se pueden tener más o menos
fallecimientos, pero no hay ningún mes o año en que eso suceda con
una diferencia que sea estadísticamente significativa [como ocurrió
en el verano de 2013/2014]", indicó Barros, que también
redactó la Tercera Comunicación Nacional, que la Argentina presentó
en París en 2015.
Diciembre
de 2013 fue uno de los más cálidos de la historia. El especialista
hizo una investigación en la ciudad de Buenos Aires porque se habían
registrado, al menos, 700 muertes más que el promedio del período.
Es decir, un 7 % más. Este trabajo aún está en análisis, pero los
números oficiales del Registro Civil local avalan la hipótesis.
Los
"números significativos" a los que se refiere el
científico parten de la base de que mientras el promedio de decesos
en los meses de verano en la ciudad (diciembre, enero, febrero) es de
9500, desde 1996, según datos del Registro Civil local, en el mismo
período del verano 2013/14 la cifra ascendió a 10.204.
Esa
ola de calor abarcó desde Mendoza hasta Buenos Aires y desde Córdoba
hasta Bahía Blanca, la parte más poblada del país, unos 20
millones de personas.
Señales
tempranas
La
publicación que se presentó ayer cuenta con un capítulo
introductorio del cambio climático a escala global y luego dedica
diagnósticos y pronósticos dirigidos especialmente a los tomadores
de decisión.
"Las
respuestas a las más frecuentes inundaciones se fueron concretando
desde hace años, aunque aún faltan obras y, principalmente,
sistemas de respuestas que incluyan un amplio abanico de manejo
previo, durante y después del episodio de la inundación",
indicó Barros. En ese sentido, se destacó que los sistemas de
alerta temprana que ya aplica el SMN son muy útiles. Desde hace un
par de años el organismo oficial diseña y comunica los grados de
riesgo ante la exposición al calor, especialmente para las personas
mayores y para los menores de edad.
Los
especialistas también creen que los empresarios y los sindicatos
deben involucrarse en la discusión de los efectos de un fenómeno
que afectará con mayor gravedad a los países más pobres.
Fuente:
Laura Rocha, Advierten que el cambio climático agravará más las inundaciones en el país, 31/05/17, La Nación.
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