Es uno de los
lugares afectados por el temporal de lluvia que descargó 300
milímetros y comenzó a ver el sol,y con él la destrucción,
poniéndole el cuerpo al lavado de casas y al desembarrado de
caminos.
por Franco
Córdoba
El agua y la
humedad son fiel reflejo de los resultados de la tormenta que azotó
la "Capital Nacional del Petróleo" desde la tarde del
pasado miércoles y que finalizó ayer, casi con la caída del sol,
cuando el registro de lluvia marcó los 300,4 milímetros en casi
seis días.
En un paisaje
arrasado, con camiones semi enterrados en el barro. El dolor de los
vecinos mezclado con la desesperación afloró en distintos momentos
de la jornada de la que Télam fue testigo.
"Nadie hizo
nada al final: vinieron para sacarse la foto. Martín Buzzi hizo una
obra y después de las inundaciones en el 2010 dejaron todo como
estaba", protestó Ana Bordón, una de las tantas vecinas que
culpan, como otros habitantes del lugar, al ex gobernador provincial.
En diálogo con
Télam, Bordón reconoció que por el temporal que sufrieron hace
siete años, su padre, Raimundo Bordón, murió a los 78 años, luego
de estar todo un día quitando agua y barro de la casa. Mientras que
a los dos días fue el turno de un vecino, Don Guzmán, "el de
la panadería".
"Estaba
limpiando la casa, salió al patio y le dio un infarto", contó
la mujer al lado de su esposo, ambos con los ojos estrellados de
lágrimas, mientras los vecinos con palas y en grupos intentaban
ayudarles a quitar las tapas de las cámaras de desagüe.
En sus inicios,
Laprida fue un campamento petrolero de YPF que, con el correr del
tiempo, se transformó en un barrio populoso de familias norteñas,
con vecinos catamarqueños y riojanos en su mayoría.
"Somos del
norte, sabemos lo que son los ríos crecidos, nosotros allá le
decimos creciente. Por eso entre los vecinos hacemos como que estamos
en el ´pago´ y le ayudamos al que necesita", dice el "breva"
Ortíz, un vecino que sonríe y llora al mismo tiempo, por el barro
que le tapó el hogar.
"Después de
este barro tengo ganas que Comodoro salga adelante, pero me duele ver
mi casa. Estoy como si me hubieran matado un hijo", dice don
Juan, quien llora apoyado en una piedra, con su casa rellena de
barro, viendo cómo un grupo de vecinos cargaban un piano en una
camioneta.
"Acá los
vecinos vamos a salir adelante entre nosotros", dice otro que se
funde en un abrazo junto a seis voluntarios del Laprida.
José Orellano es
quien sufrió uno de los embates más duros del temporal de lluvia.
El barro le cubrió un metro cincuenta a sus herramientas de trabajo:
dos camiones "Scania" y su camioneta doble cabina, que
quedaron literalmente enterrados.
"Lo bueno es
que la familia está bien", dice el vecino, resignado y cavando
a punta de pala a los costados de la pick up para quitar esa suerte
de loza que la aprisionaba.
Entre tanta
solidaridad, no faltó que un grupo de vecinos se quejara por los
oportunistas comerciantes del barrio. Tanto el supermecado "La
Proveduría" como "El boliviano" sobremarcaron los
precios, sostenían Alejandro y Sebastián Guizzo.
"De ´La
Prove´ sabemos que es una empresa, pero los comercios chicos del
barrio te matan, eso no se hace. Te cobran una botella de agua de un
litro a 70 pesos", denunció contrariado.
Laprida lucha
mano a mano contra lo que quedó tras el temporal. Vecino con vecino
frente al barro y el agua, con la esperanza de que el lugar vuelva a
tener colores en plantas y árboles como lucían sus tierras en
aquellos "pagos" norteños que abandonaron en busca de un
mejor porvenir, y que, por las inclemencias climáticas, se apagaron
en una tormenta.
Fuente:
Franco Córdoba, Barrio Laprida, entre la oscuridad del barro y las ganas de los vecinos, 01/04/17, Télam.
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