Una
característica del ya centenario conflicto provocado por el corte
del río Atuel en la provincia de Mendoza ha sido la escasa
existencia -o al menos conocimiento- de trabajos técnicos
trascendentes. En cuanto a los pampeanos -y es lógico que así
fuera- en un comienzo primó lo emocional, lo elemental en el reclamo
ante la injusticia y el hecho consumado. Puede decirse que fue en las
últimas cuatro décadas que las argumentaciones pampeanas empezaron
a cimentarse con estudios de detalle, tanto en el orden gubernamental
como en el universitario, con algunos aportes de valía al ámbito
nacional.
Acaso
pueda decirse lo mismo, aunque opuesto en sus objetivos, de la
provincia de Mendoza, donde hasta no hace mucho el principal
argumento -sostenido hasta por técnicos y juristas competentes-
consistía en negar la interprovincialidad del Atuel, pese a
documentos y hechos que la propia naturaleza evidenciaba como
irrefutables.
De
allí que resulte sorprendente y positivo el trabajo dado a conocer
recientemente por dos calificados profesionales mendocinos, en el que
abordan el tema del conflicto interprovincial con ecuanimidad y sin
prejuicios. El estudio ha sido publicado por la revista científica
Halac, correspondiente a agosto-diciembre del año 2016. La
publicación pertenece a la Sociedad Latinoamericana y Caribeña de
Historia Ambiental (Solcha) que tiene su sede en la ciudad brasileña
de Guarapuava. El artículo, titulado “Conflicto por la apropiación
del río Atuel entre Mendoza y La Pampa (Argentina)”, puede
consultarse en la página de Internet de esa entidad, que además de
la publicación organiza cursos y jornadas de nivel internacional.
Los
autores, ambos con el título de doctores, se desempeñan en la
Universidad Nacional de Cuyo, son estudiosos de la llamada historia
ambiental, e integrantes del Conicet y del Ianiglia, dos
instituciones científicas de reconocido prestigio. En su
comunicación, realizan un abordaje del tema -tan controvertido para
los cuyanos- a partir de la explícita premisa de que “la provincia
de Mendoza -la contraparte institucional del conflicto-, ha solido
ser antagónica o al menos indiferente durante mucho tiempo”. A
partir de esta inferencia concretan un notable análisis histórico y
geográfico del problema, con un rasgo destacable: dentro de la
abundante bibliografía citada aparecen como referentes, y sin ser
objetados, varios autores pampeanos que en su momento aportaran
trabajos de detalle sobre el sistema hidrográfico en La Pampa. Esos
trabajos, realizados tanto en el ámbito gubernamental como en el
universitario, dan sustento a la postura pampeana y son considerados
lealmente por ambos estudiosos. Los autores no ignoran tampoco el
factor de movilización social en torno al Atuel y llegan a destacar
el papel desempeñado por instituciones como la Fundación
Chadileuvú. Tal cual lo señalan, se proponen “realizar aportes
para una reconstrucción socioambiental a partir de las herramientas
de la historia ambiental y la ecología política”.
No
está demás enfatizar que el artículo en cuestión sorprende
gratamente por dar acceso a voces mendocinas que, con una mirada
aguda y sin preconceptos, analizan el conflicto en forma objetiva,
con una perspectiva científica que trasciende lo político, lo cual
contribuye a interpretarlo de manera más ecuánime. También porque
no puede dejar de destacarse con satisfacción que autores pampeanos,
que durante años hicieron un aporte cualitativo al problema, son
reconocidos como fuentes calificadas y autorizadas.
El
trabajo de los cuyanos parece ofrecer una nueva posibilidad de
enfoque -y posible solución- al litigio, en base a hechos
científicamente considerados y que excluyen toda intencionalidad
política. Bajo esa perspectiva abordan un tema caro a los pampeanos
y le dan proyección internacional al publicarlo en una revista
científica de renombre.
Fuente:
Atuel: un positivo aporte mendocino, 17/04/17, La Arena. Consultado 17/04/17.
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