El presidente
electo insinúa un giro de la primera potencia mundial tras décadas
de reducción de las armas atómicas.
por Marc Bassets
En 140 caracteres
en Twitter, su red social favorita, Donald Trump anunció este jueves
un posible giro a décadas de política nuclear en Estados Unidos. El
presidente electo escribió en un mensaje breve y ambiguo que la
primera potencia mundial debe “reforzar y expandir enormemente su
capacidad nuclear hasta que el mundo entre en razón respecto a las
armas nucleares”.
No está claro
qué quiere decir exactamente Trump con “capacidad nuclear”. La
aparente improvisación del mensaje y la falta de detalles en un
asunto que es muy técnico, aunque con profundas implicaciones para
la paz mundial, no ayuda a aclararlo. Al magnate neoyorquino le gusta
ser imprevisible: lo considera una virtud en los negocios y en la
política. Sembrar la confusión ha sido, voluntaria o
involuntariamente, uno de sus métodos en el ascenso a la Casa
Blanca.
Durante la Guerra
Fría se hablaba de la teoría del loco. Consistía en dar la
impresión de que el presidente de Estados Unidos era alguien inestable, capaz
de lanzar la bomba atómica, para forzar concesiones en el enemigo.
Esta teoría se ha recuperado ahora para explicar el comportamiento
de Trump.
La insinuación
de un posible aumento del arsenal nuclear rompería con la posición
vigente de la primera potencia mundial sobre la no proliferación.
Daría marcha atrás en el lento camino hacia el desarme. Y enviaría
una señal al mundo que pondría en duda desde los acuerdos
internacionales y podría animar a países sin arma nuclear a
obtenerla.
A partir del 20
de enero, cuando jure el cargo, Trump será responsable de los
códigos que le permitirán disparar un arsenal atómico con una
capacidad destructiva nunca usada. Su rival en las elecciones del 8
de noviembre, Hillary Clinton, avisó durante la campaña del peligro
que suponía colocar a un hombre del temperamento de Trump al alcance
del llamado botón nuclear.
Las declaraciones
de Trump en la campaña ya anticiparon un cambio respecto a la
política que han mantenido las anteriores administraciones,
demócratas y republicanas. El entonces candidato republicano dijo
por ejemplo que Estados Unidos podría permitir que socios asiáticos como
Japón y Corea del Sur se dotasen del arma nuclear. Se negó a
descartar la posibilidad de lanzar una bomba atómica en Europa. Se
preguntó, en público y el privado, por qué, si Estados Unidos tiene armas
nucleares, no debe ser el primero en usarlas, contra el ISIS (uno de
los acrónimos ingleses del Estado Islámico) o contra otro enemigo.
En 1986, en
vísperas del final de la Guerra Fría, se estimaba que había 70.300
armas nucleares en el mundo, según datos de la Federación de Científicos Americanos. A principios de 2016 había 15.350, según
la misma fuente. Más del 90 % están en manos de Estados Unidos y Rusia, país
al que Trump quiere aproximarse tras las tensiones en los años de
Obama.
El Tratado de No
Proliferación Nuclear, vigente desde 1970, establece que los países
con armas nucleares deben esforzarse por desmantelarlas, los países
sin armas deben abstenerse de adquirirlas y todos deben tener acceso
al uso pacífico de la tecnología. En 2010 el presidente Barack
Obama firmó con Rusia un tratado para reducir las cabezas nucleares
a 1.550 en 2018.
Obama, que en un
discurso al inicio de su mandato proclamó el objetivo de eliminar en
el futuro las armas nucleares de la tierra, ha reducido el número de
cabezas -el explosivo que se coloca en el proyectil- pero al
mismo tiempo ha anunciado inversiones de miles de millones para
modernizar el arsenal restante.
Cuando Trump
habla de "reforzar y expandir" la capacidad nuclear, podría
referirse a estas inversiones, más que aumentar el arsenal. Es una
incógnita. Y esta incertidumbre -en un terreno en el que los
anuncios se miden al milímetro y las política se modifican tras
largos procesos de decisión- es por sí solo un mensaje al mundo
sobre cómo actuará el presidente Donald J. Trump.
Fuentes:
Marc Bassets, Trump dice en un tuit que Estados Unidos debe “expandir su capacidad nuclear”, 22/12/16, El País. Consultado 22/12/16.
La obra de arte que ilustra esta entrada es "Castle Bravo", del artista Martin Breedlove. La Operación Castle fue una serie de pruebas nucleares de alta energía, que Estados Unidos realizó en el atolón de Bikini en marzo de 1954.
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