martes, 8 de noviembre de 2016

Alta Córdoba aún muestra huellas de la explosión de la química

Entre ruinas. La casa de Paola se encuentra en la manzana donde explotó el depósito clandestino en Alta Córdoba. Aún no fue reconstruida. Foto: Ramiro Pereyra.

A dos años de la explosión del depósito clandestino, varios sitios siguen destruidos. Los trabajos de reconstrucción apenas alcanzan a tres de las 14 viviendas afectadas.

por Diego Marconetti

El paisaje de la manzana delimitada por las calles Góngora, Rodríguez Peña, Avellaneda y Argensola todavía les recuerda a sus habitantes lo ocurrido el 6 de noviembre de 2014, a las 20.41.

A esa hora, un principio de incendio en un depósito clandestino de la empresa Química Raponi provocaba una explosión que se escuchó no sólo en Alta Córdoba, sino también en el resto de la Capital.

Angélica Cueto falleció por las heridas que le produjo una cortina metálica que la aplastó. Una decena de viviendas fueron destruidas, 130 inmuebles resultaron con daños estructurales y 263 con vidrios rotos.

Hoy, las huellas son tan visibles como entonces. Pese al tiempo transcurrido y las promesas gubernamentales, la explosión de la química sigue latente, así como sus consecuencias.

Al 900 de Góngora se puede ver el galpón donde funcionaba un taller de autos de lujo, y las fachadas de muchas viviendas no pueden disimular las grietas que provocó la onda expansiva.

En Avellaneda y pasaje Cordeiro, en el local de al lado de donde funcionaba la Química Raponi, las cortinas metálicas abombadas y los vidrios rotos están como hace exactamente dos años.

Lo mismo sucede por Rodríguez Peña, donde se había instalado una imprenta.

En el pasaje Cordeiro vive Hugo Barrionuevo, quien asegura que Dios lo protegió la noche de la explosión. “La vida en la cuadra cambió, hubo gente que falleció. Y otros que no volvieron más”, cuenta el hombre.

Quedamos con bronca, los vecinos están desanimados. Antes había más vida, todo está muy apagado. No dan ganas de hacer nada”, relata Hugo.

A pocos metros se interrumpe el paso por el pasaje. Allí están las casas sin terminar que se levantaron donde vivía Ramón Perdiguero y su familia.

El año pasado ya se habían terminado los cimientos y siete obreros trabajaban a toda máquina. Doce meses después, no se terminó la obra prometida por la Municipalidad.

Mi abuelo levantó esas casas con sus propias manos y no entiende cómo no las terminan”, afirma Débora Luna, nieta de Perdiguero. El hombre, de 87 años, tiene cáncer. “Queremos volver antes del desenlace, él quiere eso”, agrega Débora, quien alquila gracias a un subsidio provincial.

Walter Ferreyra, secretario de Desarrollo Social del municipio, prometió que para fin de año o principios de 2017 estaría terminada. Sin embargo, los trabajos abarcaron sólo tres unidades de las 14 afectadas.

Hay 11 inmuebles más, estamos viendo el mecanismo para que se puedan ejecutar, podría ser en forma de subsidio”, indicó el funcionario.

En otras palabras, dos años después, el municipio no pudo aún terminar ni una sola de las viviendas dañadas por la explosión. Es más, en la mayoría ni siquiera comenzaron los trabajos.

La misma foto
Al final de Cordeiro, está la casa de Diego Di Pasquale. La destrucción está intacta.

Lo que quedó no es habitable, me han robado las ventanas. Estamos esperando solución, no pasó más nada. No se mueve nada. Estoy alquilando porque Desarrollo Social de la Provincia nos da todos los meses para alquilar”, comentó el hombre, que inició un juicio a Sergio Raponi y a la Municipalidad.

Lo mismo pasa con el complejo de departamentos de Paola Planka Morasetti. Las unidades más cercanas al depósito están totalmente destruidas. “La parte de adelante la reconstruimos a partir de nuestro ahorro. La Provincia y la Municipalidad no hicieron nada”, subraya la mujer.

Esos departamentos fueron construidos por sus padres y eran el ingreso que tenían para complementar su jubilación.

Mi mamá falleció el 13 de 
junio y mi papá, en septiembre. Les agarró una depresión total. Esos eran sus ingresos, ellos 
trabajaron toda la vida, se quedaron sin nada. Eso los ayudaba bastante, nos costó demasiado”, remarcó. “El Estado se lavó totalmente las manos”, añadió. La mujer se pregunta cómo hará para recuperar los departamentos dañados.

Un Estado que siempre llega tarde o no llega

No se trata sólo de ladrillos, de puertas o de ventanas que faltan. La investigación judicial está demorada y parece que sólo se acelera un poco con cada aniversario de la tragedia.

por Javier Cámara

La investigación judicial que se llevó adelante en la Fiscalía de Distrito 3 Turno 3 determinó, hace seis meses, que no hubo otro responsable de la explosión en la Química Raponi, de barrio Alta Córdoba, que el propio Raponi. Y que los estamentos del Estado, tanto del nivel municipal (la Dirección de Habilitación de Negocios, por ejemplo) como del provincial (la Dirección Bomberos), hicieron lo que tenían que hacer en cuanto a controles preventivos.

Claro que la investigación que determinó la “inocencia” del Estado abarcó -como es lógico- lo que los funcionarios hicieron antes de la explosión.

Si se analiza la actuación posterior de los organismos estatales -todo lo que ocurrió con la “reconstrucción” de las viviendas destruidas o dañadas, con la asistencia a las víctimas y con las reparaciones materiales y jurídicas-, la conclusión es que, en esos casos, el Estado llegó tarde o con incumplimientos evidentes.

No se trata sólo de ladrillos, de puertas o de ventanas que faltan. La investigación judicial está demorada y parece que sólo se acelera un poco con cada aniversario de la tragedia.

Este letargo, que a dos años no ha podido determinar culpabilidades, no sólo deja a las víctimas en una situación de indefensión, sin poder avanzar en reparaciones materiales y morales; también mantiene al imputado Raponi en un estado de sospecha permanente que pone en riesgo el principio de inocencia.

Raponi: entre la cátedra de Ética y el juicio por estrago

Es muy probable que los abogados del imputado vuelvan a oponerse, lo que determinará que el expediente (y el pedido de juzgamiento) sea resuelto por la Cámara de Acusación.

La explosión de la Química Raponi, ocurrida hace dos años, se produjo, según se desprende del expediente judicial, por una mala combinación en el almacenamiento de sustancias en un depósito nunca declarado y por una conexión ilegal al sistema cloacal.

Por ese motivo, hace siete meses, la entonces fiscal Eve Flores le atribuyó la responsabilidad de lo ocurrido a Sergio Raponi, el abogado que tenía a su cargo el establecimiento, quien fue detenido días después de la explosión y liberado luego del pago de una fianza.

Junto con la atribución de responsabilidad, la fiscal, quien ahora es camarista, también pidió que Raponi fuera juzgado con el cargo de “estrago doloso agravado doblemente calificado por el peligro de muerte por el resultado fatal”.

Flores dijo que Raponi, “priorizando en todo momento el funcionamiento de su empresa por sobre el peligro para la seguridad pública, ocultó las condiciones reales en que operaba su industria química para así obtener la habilitación por parte de la autoridad administrativa”.

Y que una vez obtenida esa autorización “continuó operando su industria omitiendo realizar acciones positivas tendientes a enervar el riesgo creado con su conducta precedente”.

El acusado se opuso a su juzgamiento y mientras el juez de Control N° 3, Esteban Díaz Reyna, analizaba el expediente, Raponi retomó su actividad docente en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

En esa casa de altos estudios, el acusado por el estrago doloso es profesor titular de Ética y de Filosofía y da clases cinco días a la semana, lo que generó varias polémicas éticas, jurídicas y académicas, incluso con algún debate en el Consejo Directivo de esa unidad académica, donde primó el principio de inocencia a los pedidos de apartamiento de la cátedra.

El viernes último, mientras Raponi dictaba su cátedra, el juez Díaz Reyna confirmó la elevación de la causa a juicio, con la misma acusación.

Es muy probable que los abogados del imputado vuelvan a oponerse, lo que determinará que el expediente (y el pedido de juzgamiento) sea resuelto por la Cámara de Acusación.

Acá todo el mundo se borró”

Jorge Sasía tiene una pollería en calle Góngora. Su local quedó destruido por la explosión del depósito de la Química Raponi.

Jorge Sasía tiene una pollería en calle Góngora. Su local quedó destruido por la explosión del depósito de la Química Raponi. Asegura que desde entonces festeja dos cumpleaños: el 23 de abril, su nacimiento; y el 6 de noviembre, cuando volvió a nacer.

La onda expansiva derribó el techo del comercio, que se desplomó sobre las balanzas y las heladeras, dejando pérdidas totales.

Cuenta que se pudo reponerse gracias a la ayuda de vecinos, proveedores y de un subsidio.

Pero acá, lamentablemente, está todo igual. Esto es duro para mucha gente. Si recorrés el sector, vas a encontrar que no hubo cambios”, relata.

El comerciante recuerda a los vecinos que fallecieron en los últimos dos años, como los propietarios del complejo de departamentos ubicado al 950 de Góngora. “Si vos recorrés la manzana, hay mucha gente que ya no está, que murió”, comenta. “No sé si fue por el estrés o por la depresión, pero no fue casualidad”, agrega.

Jorge recuerda que los días posteriores había autoridades provinciales y municipales, “pero después todo el mundo se borró”.

Es duro, hay que remarla y seguir adelante. Del complejo de departamentos, muchos no se recuperaron, no se cómo irá a terminar todo esto”, concluye el comerciante.

Confirman elevación a juicio de la causa por la explosión de la Química Raponi

Lo dispuso el juez de Control N° 3, Esteban Díaz Reyna. La disposición puede ser apelada ante la Cámara de Acusación.

por Javier Cámara

El juez de Control N° 3 de la ciudad de Córdoba, Esteban Díaz Reyna, confirmó la elevación a juicio de la causa en la que está imputado Sergio Raponi, el responsable de la química de barrio Alta Córdoba que estalló hace dos años atrás con un saldo de una persona fallecida, decenas de heridos y destrozos al por mayor.

La causa, que tiene a Raponi imputado por estrago doloso doblemente calificado por el peligro de muerte por el resultado fatal, había sido elevada a juicio hace casi un año por pedido de la entonces fiscal Eve Flores.

Pero Raponi se opuso y el juez Díaz Reyna analizó el expediente durante varios meses.

Acusación
La resolución, firmada el viernes último, no está firme, y como la acusación es grave, es muy probable que el abogado de Raponi vuelva a oponerse al juzgamiento.

En consecuencia, el caso pasará a la Cámara de Acusación para que defina si corresponde o no el juicio oral y público.

Mientras tanto, a pesar de la imputación, Raponi permanece en libertad bajo fianza, situación que aprovechó para retomar su actividad docente en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba como profesor de Ética y de Filosofía.

Fuentes:
Diego Marconetti, Alta Córdoba aún muestra huellas de la explosión de la química, 07/11/16, La Voz del Interior. Consultado 08/11/16.
Un Estado que siempre llega tarde o no llega, 08/11/16, La Voz del Interior. Consultado 08/11/16.
Raponi: entre la cátedra de Ética y el juicio por estrago, 08/11/16, La Voz del Interior. Consultado 08/11/16.
“Acá todo elmundo se borró”, 08/11/16, La Voz del Interior. Consultado 08/11/16.
Javier Cámara, Confirman elevación a juicio de la causa por la explosión de la Química Raponi, 08/11/16, La Voz del Interior. Consultado 08/11/16.

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