jueves, 23 de mayo de 2013

Dioxitek: Ambiente exigirá que haya estudios de impacto

La Provincia aún no recibió ningún pedido para construir la nueva planta de dióxido de uranio. Intendentes de Embalse y Río Tercero insisten en su interés por la radicación.

por Carina Mongi y Mariela Martínez

Embalse, Río Tercero. A la Secretaría de Ambiente de la Provincia no ingresó, hasta ayer, ningún aviso de proyecto para solicitar la evaluación de radicación de una nueva planta de la empresa Dioxitek en alguna localidad cordobesa.

Desde esa área se aseguró a este diario que para la construcción de una nueva planta se le exigirá, “como en todo expediente”, que presente la autorización del municipio que corresponda sobre el uso del suelo en su jurisdicción. Pero, además, un estudio de impacto ambiental que deberá ser evaluado. “Por el tipo de emprendimiento, no alcanza con un simple aviso de proyecto”, explicó un vocero del secretario Federico Bocco.

En las últimas semanas, la estatal Dioxitek presentó pedidos de radicación ante los municipios de Embalse y Río Tercero. La empresa no dio ninguna información oficial hasta ahora. Una tercera alternativa sería el paraje José de la Quintana, cercano a Despeñaderos. En los tres hay predios de empresas que dependen del Ministerio de Planificación Federal.

Había alguna duda respecto de si, al tratarse de predios federales, Ambiente de Córdoba asumiría que le corresponde su control y autorización.

Antes atrás, varios sitios de Córdoba y de otras provincias rechazaron la posibilidad de aceptar la instalación.

La empresa produce desde 1982 en la ciudad de Córdoba dióxido de uranio, materia prima utilizada luego para fabricar en Ezeiza el combustible que usan las centrales nucleares.

Dioxitek debería dejar su planta de pleno barrio Alta Córdoba a más tardar dentro de un año, según el compromiso asumido por la Comisión Nacional de Energía Atómica con la Municipalidad capitalina.

En Embalse. El intendente de Embalse, Federico Alesandri (PJ), confirmó que ya aprobó la factibilidad para uso del suelo aunque aclaró que es un trámite previo para que los organismos pertinentes “puedan hacer los análisis” del proyecto de radicación.

“Hay una cuestión muy lógica: los únicos en esta provincia que tenemos actividad nuclear somos los embalseños, salvo lo que hoy produce Dioxitek en Córdoba”, justificó el intendente su aval a la mudanza. “No queremos ya discutir Dioxitek, tenemos que discutir si queremos la actividad nuclear o no, pero con un debate serio, sin fundamentalismos”, pidió. Recordó además que la Central Nuclear funciona desde hace 30 años y actualmente está en marcha el proceso de inversión para que lo haga por 30 años más.

“Queremos que haya procesos que favorezcan el desarrollo, aunque no a cambio del medio ambiente”, acotó Alesandri, asegurando que Dioxitek sólo se instalará si los organismos de control garantizan que no provocará daño ambiental.

En Río Tercero. El municipio de Río Tercero no firmó hasta ahora la factibilidad de uso de suelo. Desde el gobierno municipal señalan que aguardan un informe de las áreas legal y ambiental.

Aunque alguna discusión se inició en la comunidad por la noticia, el principal escollo lo representa la Carta Orgánica Municipal, sancionada en 2007, cuyo artículo 55 prohíbe tanto la instalación de empresas como el transporte de sustancias ligadas a la actividad nuclear en el ejido urbano.

De todos modos, el intendente Alberto Martino (UCR) insiste con su interés en hacerle lugar a la empresa. Según precisó, Fabricaciones Militares ya dio el visto bueno para ceder 20 hectáreas de su predio en esta ciudad, donde incluso Dioxitek preseleccionó un espacio. “Extraoficialmente, ya tengo informes de que no es una industria contaminante y que no habría problemas legales. Hice consultas con ingenieros expertos, que señalan que procesa un material mineral tal como está en la naturaleza, que no es riesgoso. No hay nada que esconder. Ni para alarmar. Además, los residuos que genera se los llevan a otro destino”, dijo Martino.

Sobre la limitación que impone la Carta Orgánica, el intendente interpretó que no es taxativo el impedimento a las actividades de tipo en la ciudad: “El texto dice que no se permiten esas industrias, que pongan en peligro la vida. Pero esta empresa no pondrá en peligro nada. Con ese criterio, no tendría que haber ninguna industria en Río Tercero”.

Los vecinos no son convidados de piedra

Donde sea, y más allá de las razones técnicas para estar a favor o en contra de un proyecto determinado, estas decisiones debieran ser asumidas de la mano de la comunidad, sin manipulaciones.

por Fernando Colautti

Los vecinos de Embalse y de Río Tercero, como los de cualquier ciudad donde se pretenda instalar una industria polémica, merecerían ser parte de la resolución del asunto y no convidados de piedra. De eso se trata cuando se habla, por ejemplo, de la mudanza de Dioxitek, que la capital provincial ya no quiere en uno de sus barrios.

En Río Tercero, por caso, otra vez los vecinos escucharán un debate entre dos posturas que parecen hablar de cosas distintas, aunque hagan referencia al mismo tema. Ya pasó con otras instalaciones industriales. La gente, sin formación técnica, deberá creerles a quienes dicen que la industria que podría desembarcar es casi como una fábrica de galletitas, o a los que vaticinan riesgos que alarman.

Río Tercero no es una ciudad más. Aprovecha los beneficios de ser un polo industrial, pero también le toca asumir sus riesgos, sobre todo por la actividad química. Algunos discursos apuntan que, como ya tiene ese perfil, podría seguir agregando industrias que otros rechazan. Esa mirada suena a aceptar la ciudad como “zona de sacrificio”. Después, suelen ser los mismos sectores los que se quejan si, desde afuera, sólo se ve a la localidad por ese perfil.

Más allá del debate técnico, en el que la mayoría queda afuera y sólo puede elegir 
-apenas- a quién le cree más, hay otro aspecto que debería ser contemplado. Podríamos calificarlo como el impacto psicosocial: la riotercerense es una sociedad sensibilizada, que sufrió las explosiones de 1995, tuvo episodios traumáticos por escapes químicos y hasta se autoevacuó alguna vez -en 2007- “huyendo” de un ruido que se demoró en explicar en la zona industrial.

Es la ciudad como conjunto la que debe resolver si a lo que ya tiene le agrega más o le pone algún límite. La Carta Orgánica, especie de Constitución local, marca en Río Tercero un límite. A esta hora, está siendo estudiado cómo se podría violar su espíritu. Pero un avance en ese sentido abrirá la puerta a seguir discutiendo todo en la Justicia.

En Embalse, es probable que se explique con razón que, por envergadura y complejidad, Dioxitek es a la existente Central Nuclear lo que un ratón a un elefante. Sin embargo, cuando se definió 40 años atrás radicar la usina “atómica” junto al lago mayor de Calamuchita, nada se consultó a sus habitantes. Hoy, hasta los defensores de la energía nuclear admiten que si tuviera que decidirse en estos tiempos, un lugar turístico en las Sierras no entraría ni en las consideraciones previas. Pero ya está, es la respuesta que marca la realidad.

Donde sea, e incluso más allá de las razones técnicas para estar a favor o en desacuerdo, estas decisiones debieran ser asumidas de la mano de la comunidad, y sin manipulaciones. La gente tiene el derecho de elegir el perfil del lugar en el que vive.

Fuente:
Carina Mongi y Mariela Martínez, Dioxitek: Ambiente exigirá que haya estudios de impacto, 22/05/13, La Voz del Interior.
Fernando Colautti, Los vecinos no son convidados de piedra, 22/05/13, La Voz del Interior.

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