por Raquel Montón
Si Fukushima fuera una película...
Sinopsis
Hace casi dos años un terremoto de magnitud 9.0, seguido de
un tsunami, azotó Japón y destruyó pueblos y la vida de decenas de miles de
personas. Provocó, además, el mayor desastre nuclear desde Chernóbil y sacó a
la luz los graves fallos del sistema sobre la seguridad de las nucleares, y la
confabulación del gobierno y la industria nuclear.
Parte primera: la fusión nuclear
El terremoto dejó sin electricidad la central nuclear de
Fukushima Daiichi, el tsunami posterior anegó los generadores diésel, lo que
causó la pérdida total de energía y consecuentemente de refrigeración. Como la
temperatura aumentaba, se produjo la fusión del combustible nuclear en los
reactores 1, 2 y 3, aumentó la presión por el hidrógeno producido y finalmente hubo explosiones en
los reactores 1, 3, y 4. Este último es el que sufrió mayores daños.
El desastre nuclear fue calificado con nivel 7 en la Escala Internacional
de Sucesos Nucleares (INES), el nivel más alto. La Agencia de Seguridad
Nuclear e Industrial de Japón (NISA) estimó que la cantidad de cesio radiactivo
esparcido a la atmósfera fue equivalente a 168 bombas como la de Hiroshima.
TEPCO, el propietario y operador de la planta, admitió más
tarde que era consciente desde 2008 de la posibilidad de que un tsunami
sobrepasara los límites de diseño de la nuclear de Fukushima y, desde 2006, de
que la pérdida de energía sería devastadora, pero nunca hizo nada. Tres
investigaciones diferentes desde el Gobierno, el Parlamento y una comisión
independiente han revelado "negligencia sistemática" y han concluido
que el desastre nuclear fue provocado por “la mano del hombre”. Un año más
tarde TEPCO finalmente admitió que su "falta de cultura de seguridad"
y la "confabulación de la industria nuclear" llevó a la fusión
nuclear.
Segunda parte: la evacuación
160.000 personas que se encontraban alrededor de 50 km de Fukushima recibieron
la orden de huir y miles más lo hicieron por voluntad propia. Decenas de miles
de personas permanecen sin hogar.
Tercera parte: la contaminación
La contaminación radiactiva se extiende más allá de la zona
inicial de evacuación de 20 km .
Hay graves niveles de radiactividad en Tokio, a más de 200 km , y más allá. En Japón
se contaminó el arroz, la carne, las frutas, las verduras, la leche y leche
para bebés, lo que causó el pánico en las personas y estragos en la economía.
Este mismo enero se han medido 254.000 Bq/kg de cesio radiactivo en capturas
de pescado en la costa de Fukushima, 2.540 veces por encima del límite legal
para el consumo humano.
Casas, escuelas y municipios enteros deben ser
descontaminados incluyendo la tierra. Solo de la prefectura de Fukushima
tendrán que ser retirados alrededor del 29 millones de metros cúbicos de suelo
radiactivo; tanto la eliminación como el almacenamiento son una problema
constante y creciente. En la actualidad, más de cuatro millones de toneladas de
desechos radiactivos se han acumulado y los ciudadanos están preocupados por
los llamados "almacenamientos temporales" que permanecen cerca de las
áreas pobladas. Mientras tanto, la descontaminación ha estado plagada de
escándalos, los trabajadores contratados por TEPCO han sido acusados de tirar
en los bosques y ríos materiales radiactivos vertidos en ríos, arroyos y
bosques, y miembros de los sindicatos del crimen organizado están infiltrados
en este negocio que pone en juego miles de millones de dólares.
Continuación: el estado de los reactores de Fukushima
En diciembre de 2011, el Gobierno y TEPCO anunciaron que los
reactores estaban en “situación de parada fría”, aunque no se sabía la
temperatura del combustible ni dónde se encontraba. El Gobierno lo hizo por
razones políticas, para cumplir su promesa. La realidad es que dos años después
del desastre, los cuatro reactores no están todavía en un estado estable, y la
liberación de materiales radiactivos sigue contaminando el océano y las aguas
subterráneas. Los niveles de radiación en los reactores siguen siendo demasiado
altos para los trabajadores e incluso para los robots.
Los expertos estiman que se escapan cada mes 45.000 litros de agua
radiactiva de los reactores y, en la actualidad, más de 200.000 toneladas se
almacenan en la planta. TEPCO planea volcar el agua contaminada en el océano
después de la reducción de su radiactividad. Los reactores dañados siguen
contaminando el medio ambiente y siguen siendo vulnerables a los frecuentes
terremotos de Japón.
El coste de la película
El Centro de Investigación Económica de Japón ha estimado
que el coste total de Fukushima estaría en el rango de 48- 169 miles de millones de
euros. En agosto de 2012 el gobierno japonés se vio obligado a nacionalizar
TEPCO porque sus pasivos superan sus activos. El gobierno ha ingresado hasta
ahora cerca de 45.000 millones de dólares a la empresa y ha aprobado alrededor
de 36.000 millones de dólares como respaldo para las indemnizaciones a las
víctimas de la catástrofe. Esas cifras, que se han asumido por los
contribuyentes y los consumidores en forma de tarifas eléctricas más altas,
seguirán en aumento.
Distribución mundial: las consecuencias políticas y sociales
Muchos países han revisado la capacidad de sus nucleares
para soportar desastres naturales. Alemania cerró algunos reactores y decidió
el abandono completo de la energía
nuclear. En Japón se desmoronó el mito de la seguridad nuclear.
En mayo de 2012 los 50 reactores que le quedaban al país
estaban apagados y Japón estuvo sin energía nuclear por primera vez en 42 años.
No hubo apagones, ni problemas significativos con el suministro de
electricidad, lo que demuestra que Japón puede sobrevivir sin la energía
nuclear.
Ahora solo los dos reactores de la central nuclear Ohi están
operativos.
Está película no tiene final y en Greenpeace trabajamos para
que no exista nunca una segunda parte.
Raquel Montón (@raquelmonton) responsable de la campaña
antinuclear de Greenpeace España
Fuente:
Una película de terror sin fin, ¡Fukushima!, 25/02/13, Greenpeace España. Consutado 26/02/13.
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