por Amantha Perera
Udawalawe, Sri Lanka, ene (IPS) - Los elefantes salvajes
suelen ser la principal atracción en las apartadas junglas srilankesas de
Udawalawe, unos 180
kilómetros al sudeste de Colombo. Pero ahora, la enorme
represa de la zona les robó el protagonismo.
Para fines de diciembre, fuertes lluvias habían dejado a la
reserva de Udawalawe a punto de desbordarse, obligando a los ingenieros
expertos en irrigación a abrir las compuertas de desagüe.
Pese a estos esfuerzos, los desbordes del enorme tanque
causaron una gran inundación.
La gente afluyó en automóviles, camionetas, motocicletas,
camiones y hasta carros tirados por bueyes para presenciar el espectáculo, que
de todos modos fue ínfimo comparado con el impacto de las lluvias en otras
partes de esta nación insular del sudeste asiático.
Entre el 17 y el 26 de diciembre, lluvias ciclónicas dejaron
34 muertos, nueve desaparecidos y 328.000 sin techo. Unos 8.000 hogares
resultaron dañados y aproximadamente 4.000 quedaron completamente destruidos.
"Nadie esperaba tanta lluvia", dijo a IPS el
subdirector del gubernamental Centro para el Manejo de Desastres, Lal Kumara.
El suyo es el principal organismo público encargado de emitir alertas tempranas
y de llevar a cabo esfuerzos de alivio posteriores a los desastres en el país.
Pero alguien debería haber esperado las lluvias, basándose
en los eventos meteorológicos extremos que asolaron el país en 2012 y que
obligaron a los srilankeses a enfrentarse con el impacto catastrófico de los
cambiantes patrones climáticos.
Las lluvias torrenciales de fin de año no fueron la primera
ocasión en que el país experimentó inundaciones inesperadas, y tampoco será la
última, según los expertos.
En la primera semana de noviembre, precipitaciones
repentinas causadas por el ciclón Nisha dejaron unas 200.000 personas sin
techo, 15.000 desplazadas y nueve muertas. Unas 5.000 viviendas quedaron
destruidas.
Justo antes de las lluvias de noviembre, buena parte del
país había sido azotada por una sequía que duró 10 meses.
Hubo casi un millón de afectados, según la Federación Internacional
de Sociedades de la Cruz
Roja , que en los últimos tiempos lanzó una campaña
internacional de un millón de dólares para ayudar a los 125.000 srilankeses
damnificados por la sequía.
Esa falta de lluvias destruyó 23 por ciento de la cosecha
secundaria de arroz, dijo el Ministerio de Agricultura, situando a miles de
cultivadores al borde del hambre.
"Cada vez más personas se ven obligadas a pensar en el
cambio climático y a evaluar su impacto", dijo a IPS el director de la
delegación de la Cruz Roja
en Sri Lanka, Bob McKerrow.
El distrito de Puttalam, en la Provincia Noroccidental ,
es un ejemplo ilustrativo de las fluctuaciones meteorológicas en un lapso de
meses.
Durante las inundaciones de diciembre, partes del distrito
quedaron sumergidas bajo dos metros y medio de agua, obligando a 36.000
desplazados a refugiarse en 60 campamentos del gobierno.
Apenas tres meses antes de las inundaciones, los habitantes
del distrito caminaban muchos kilómetros para cavar hoyos en los desecados
lechos de los tanques, y esperaban toda la noche para recolectar el agua.
"El agua, su falta y su exceso, será el mayor (factor)
inducido por el clima que determinará cómo vivirán los srilankeses en el futuro",
dijo W L Sumathipala, exdirector de la unidad de cambio climático en el
Ministerio de Ambiente, a IPS.
Y aunque las señales están a la vista de todos,
prácticamente no se toma ninguna medida para mitigar la probabilidad de futuros
eventos meteorológicos extremos.
El Departamento Meteorológico todavía no tiene la capacidad
de brindar pronósticos detallados, obligando al público a descifrar avisos
crípticos como uno que apareció el 20 de diciembre: "Habrá chubascos o
tormentas eléctricas de a ratos en las provincias Norteña, Oriental, Norcentral
y de Uva, y en las laderas orientales de las colinas centrales, y en el
distrito de Hambantota. También se esperan lluvias bastante fuertes en algunos
lugares".
"Chubascos o tormentas eléctricas se desarrollarán en
otros varios lugares, particularmente durante la tarde o la noche",
concluyó el boletín.
Incluso funcionarios del Centro para el Manejo de Desastres
se lamentaron de que no les dieran relatos detallados de cuánta lluvia esperar,
lo que les habría permitido emitir alertas más precisas.
S H Kariyawasam, director general del Departamento
Meteorológico, dijo a IPS que esa dependencia carecía de la capacidad técnica y
de personal para emitir esos pronósticos.
El tiempo errático también continúa plagando al vital sector
arrocero. En 2011, el país perdió cerca de 17 por ciento de las cosechas por
culpa de las inundaciones, a lo que siguió una cosecha récord al año siguiente.
La sequía de 2012 atizó los temores de otra pérdida de
cultivos, pero las fuertes lluvias de este mes están obligando a los expertos a
repensar sus pronósticos.
Los reportes iniciales señalaron que las lluvias habían
dañado severamente los depósitos donde se almacenaba el arroz.
Los agricultores todavía tienen que cambiar sus prácticas
para adaptarse al volátil clima, y el cultivo de arroz continúa siguiendo el
ciclo tradicional de plantar y cosechar según los dos monzones. "Tal vez,
si esta tendencia continúa, tengamos que pensar en ajustar los ciclos de
cultivo", dijo L Rupasena, secretaria agregada en el gubernamental
Instituto Hector Kobbekaduwa de Formación Agraria.
Según McKerrow, la naturaleza del gradual cambio climático a
lo largo de décadas, y a veces generaciones, significa que la gente preste
menos atención a los patrones que debería mirar. "Los desastres que
avanzan lentamente son los que a la gente le resulta más difícil
comprender", sostuvo.
Pero para quienes se reunieron en torno a las aguas
desbordadas de la represa de Udawalawe, no hay duda de que se requiere una
acción urgente.
Fuente:
Amantha Perera, Sri Lanka, entre las sequías y las inundaciones, 03/01/13, IPS.

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