por Antonio Elio Brailovsky
Todo lo que se haga en una ciudad va a jugar como una
especie de péndulo entre dos situaciones inevitables y contradictorias:
Por una parte, la ciudad cambia y es un grave error no
registrar esos cambios y dar respuesta a los problemas y necesidades que
continuamente aparecen.
Pero, recíprocamente, cada nueva situación genera oportunidades
de negocios a los sectores económicos más influyentes.
Y en una ciudad, el sector inmobiliario es el que tiene
mayor poder y es capaz de mover mayores influencias en la generación de
políticas públicas.
Por supuesto, cada caso es diferente.
La idea de crear un Distrito de Artes es sugestiva y puede
formar parte de un conjunto de estrategias para revitalizar la zona Sur. Por
supuesto, nadie está pensando en el pequeño atelier de un pintor, de esos que
las novelas antiguas nos muestran viviendo en una buhardilla oscura. Es una ley
para actividades que se realicen en una escala económica importante y que tiene
desgravación de impuestos por diez años. Con el estilo nuestro, tal vez sea
mucho pedir que se pensara de conjunto el total de actividades que merecen
alguna desgravación, cuánto y por qué. Se trata, además, de establecer los
mecanismos de control adecuados para evitar que se termine desgravando a
empresas que tienen la cultura como una pequeña actividad subsidiaria, como
hoteles o restaurantes que hacen algunas funciones de tango.
Con respecto a la venta del Edificio del Plata y el
traslado de cientos de oficinas dispersas a un Centro Cívico, también la idea
es razonable y ayudaría a disminuir la confusión administrativa de la Ciudad. Sin embargo,
no veo nada en la ley que se refiera al destino del inmueble, ya sea el
edificio, ya sea el terreno. ¿Se puede vender un edificio emblemático (feo
pero emblemático) a ciegas? ¿Se espera que el comprador lo recicle o lo demuela
y haga otro hotel idéntico a los de unas cuadras más allá? Era necesario
haberle definido un uso y no sólo usarlo para obtener dinero.
En el caso de la cesión a la empresa CTC de un predio enorme
para organizar el servicio de transporte de cargas, la pregunta es qué obtiene la Ciudad al ceder tierras
públicas a un emprendimiento con fines de lucro.
En cuanto a los terrenos ferroviarios, se menciona que una
pequeña parte será destinada a espacios verdes, cuando la expectativa de la
mayor parte de las entidades vecinalistas siempre había sido que la totalidad
de esas superficies fueran a ampliar nuestra pequeña dotación de espacios
parquizados en los barrios.
Todo esto potencia un modelo de urbanización que deberíamos
considerar en crisis en vez de seguir reforzándolo cada vez más.
Previsiblemente, nada de esto tiene que ver con el déficit de viviendas
existente: la escasez de vivienda no se debe a que no existan, sino que no
existen porque quienes las necesitan no las pueden pagar.
Fuente:
Antonio Elio Brailovsky, Interés inmobiliario y diseño urbano, 27/11/12, Diario Z. Consultado 29/12/12.
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