Las tormentas de viento que azotaron partes de Calamuchita
en octubre y noviembre arrasaron con las forestaciones. En la zona, piden ayuda
oficial para extraer la madera caída.
por Carina Mongi
Villa General Belgrano. En octubre y noviembre, dos fuertes
vientos huracanados dejaron su marca en el valle de Calamuchita. Cuando
sucedieron, fueron noticia los severos daños provocados en varias localidades,
por ejemplo con cientos de árboles caídos en cada zona urbana. Pero faltaba
evaluar el impacto en áreas rurales de la región cordobesa con mayor
forestación industrial.
Calamuchita tiene entre 13 mil y 25 mil hectáreas con
pinares, según quien las calcule. Productores forestales y entidades ligadas al
rubro coincidieron en que las dos tormentas, en apenas minutos, se llevaron lo
que representa entre mil y dos mil hectáreas de pinos. Mejor dicho, los dejaron
por el suelo.
Es la cantidad aproximada de masa forestal que se extrae en
dos años.
La mayoría sostiene que la cifra se acerca a las dos mil
hectáreas afectadas.
Especialistas calculan que cada hectárea forestada suma 700 a 800 pinos en pie. De
allí, el cálculo es que se desplomaron o partieron alrededor de un millón de
pinos, sólo en el valle de Calamuchita.
Si se plantaran hoy, recién en 20 años se verían “adultos”.
Las zonas de Villa Yacanto, La Cumbrecita , Intiyaco,
Villa Alpina, Villa Berna y Río de los Sauces fueron las que padecieron las
peores consecuencias.
“Se perdieron más de dos mil hectáreas, desde el límite sur
de Calamuchita hasta la zona de San Clemente, y es probable que me quede
corto”, indicó Fernando Martínez, ingeniero agrónomo y asesor en varios campos
serranos.
Por el piso. Martínez calculó que cayeron al piso unas 200
toneladas de madera por hectárea, en las franjas perjudicadas, lo que
acumularía unas 400 mil toneladas de madera por el suelo.
“De eso, se va a poder aprovechar el 30 o 40 por ciento”,
señaló Martínez. Subrayó que si hubiera planes de financiamiento estatal para compra
de equipos y maquinarias, y mejores caminos, podría llegar a aprovecharse el 60
por ciento, antes de que se deteriore.
Si no logran retirar la madera en un plazo de cuatro meses,
como máximo, los hongos harán su trabajo y el valor comercial será nulo.
Además, en el suelo y seco, sumará masa crítica para favorecer los incendios.
“Una tonelada de madera puesta en aserradero sale 180 o 200
pesos”, avanzó Martínez. Haciendo una simple cuenta, estimó que las pérdidas
alcanzarían los 80 millones de pesos, de los que sólo podrá recuperarse una
parte, “si se actúa con rapidez en la remoción desde las sierras hasta los
aserraderos”.
De todos modos, aún no hay un relevamiento preciso de las
hectáreas dañadas, lo que podría lograrse con una constatación aérea o satelital.
Esteban Zupan, técnico regional para Córdoba de la Dirección de Producción
Forestal de la Nación ,
dijo que gestionó ante la Conae
(Comisión Nacional de Actividades Espaciales) una constatación con imágenes
satelitales, pero que no tuvo aún respuestas.
“Los contratistas y dueños hablan de entre mil y dos mil
hectáreas de daños”, precisó. “Esto afectará la actividad del sector por las
pérdidas en el recurso, las dificultades para acceder a las explotaciones
forestales, los daños producidos a equipos y herramientas, y la dificultad para
la extracción de la materia prima caída, que se irá deteriorando”, expresó en
un artículo en el blog Córdoba Forestal. “Sacar tantos árboles rápido es un
problema, por los pocos equipos disponibles”, admitió Zupan.
“Hay productores que perdieron el 80 por ciento, otros el
50, otros el 30, otros casi nada. Es variable. Depende de cada lugar. En mi
caso, entre los cinco campos que asesoro, el promedio de pérdida fue de 60 a 70 por ciento”, añadió
Martínez.
Difícil de dimensionar. Carlos Morales, integrante de la Cámara de la Madera de Córdoba y dueño
de un aserradero en Villa General Belgrano, planteó que “muchos dueños no
tienen aún idea de la magnitud, es difícil mensurar algo cuando está todo
mezclado”, sostuvo.
“A mí me llamaron de 20 a 25 productores con problemas; quieren
sacar la madera y perder lo menos posible”, añadió, luego de estimar que los
pinos caídos equivalen “al menos a los de más de mil hectáreas”.
1.000.000 de pinos habrían caído sólo en Calamuchita.
Antecedentes
16 de octubre. Por los cerros. Vientos de hasta 130 kilómetros por
hora afectaron una franja serrana amplia, en las zonas de Yacanto, La Cumbrecita , Villa
Alpina y Villa Berna.
22 de noviembre. Por el valle. Un fenómeno similar generó
destrozos urbanos y rurales en Santa Rosa, Villa General Belgrano, Los Reartes,
Villa Berna e Intiyaco, entre otras.
2 mil hectareas son las que se calcula que cubriría el total
de pinos que cayeron en Calamuchita por los vientos. Se trata de forestaciones
implantadas, con fines comerciales, pero de alto impacto en el paisaje de la
zona.
400 mil toneladas de madera habrían quedado por los suelos,
por los pinos caídos o cortados, sólo en Calamuchita.
Sacar la madera caída, que sumará riesgo de incendios
El Foro de los Ríos pedirá declarar “zona de desastre
ambiental” a los sectores azotados por las tormentas de viento.
La asociación civil que involucra a instituciones,
municipios y comunas de la zona norte de Calamuchita planteó que “cada
localidad afectada dentro de su ejido fue resolviendo los problemas contando
con el apoyo de la Provincia ,
pero amplias zonas rurales han quedado devastadas y no hay ninguna acción sobre
ellas”.
“Basta con recorrer Atos Pampa, Intiyaco, Villa Berna, Villa
Alpina o Yacanto, entre otras regiones, para advertir que hay más de dos mil
hectáreas de bosque caído, lo que constituye un real peligro para la próxima
temporada de incendios. Tenemos como máximo seis meses para extraer esta madera
para industrializar, pero no tenemos cómo hacerlo. Es necesario que los
gobiernos nacional y provincial adviertan la situación”, señaló Jeremías
Ferella, productor forestal e integrante del Foro.
Entre otras cuestiones, si se declara la emergencia en el
“Alto Calamuchita”, exigiría no tocar las plantas verdes en pie y extraer sólo
la madera caída, con el compromiso de todos los aserraderos para trabajar con esa
madera.
“Por seis meses, tendremos una oportunidad para la industria
forestal, si es que podemos extraer lo que cayó. Si no, dentro de seis meses,
habrá otra emergencia, pero por el alto riesgo de incendio”, señaló Sergio
Favot, actual presidente del Foro de los Ríos y exintendente de Villa General
Belgrano.
Desde el sector forestal, en tanto, es unánime el pedido de
mayor apoyo a entidades gubernamentales. La mayor urgencia es para poder
acelerar el proceso de extracción. A su vez, varios cuestionaron el pedido de
que cada propietario hiciera un relevamiento propio, cuando podría hacerlo
algún organismo oficial, con algún método que ofrezca precisión y rapidez.
El productor Ferella opinó que el problema no ocupó hasta
ahora demasiado espacio en los medios de comunicación y eso no ayudó a
visibilizarlo para lograr soluciones.
Un modelo para revisar
por Fernando Colautti
Las áreas con forestación implantada en las sierras vienen
en franca caída. Al hecho de que en los últimos 20 años se extrae a un ritmo
mayor de lo que se reforesta, se suma el impacto de recurrentes incendios y,
ahora, el de las fuertes tormentas. En ese marco, empiezan a escucharse algunas
voces que apuntan a imaginar otro modelo de explotación, que no repose sólo en
el pino, especie que más fácil cae ante vendavales, que más complica el combate
del fuego y que más agua requiere en zonas donde no sobra, para avanzar hacia
una mixtura con árboles que incluso hasta tengan mayor valor comercial.
Será tiempo de adaptar forestaciones -urbanas y rurales- porque el clima con más eventos extremos puede que haya llegado para quedarse.
La superficie con forestación industrial va en baja
Se estima que en la década de 1980, el valle de Calamuchita
sumaba unas 35 mil hectáreas forestadas con pinares.
Hoy son menos, pero el número depende de quien lo calcule.
Según coinciden productores forestales de la zona, en 2007 había unas 18 mil
hectáreas, que fueron bajando al ritmo de extracción de casi mil por año, para
ubicarse en alrededor de 13 mil hoy. A esas, deberían restarse ahora las mil o
dos mil que se llevaron los vientos recientes. “Estimo que en dos años, la
actividad forestal se va a ver muy resentida”, comentó el agrónomo Fernando
Martínez. “No hubo incendios este año, pero esto que pasó es igual o peor”,
lanzó.
No sólo el fuego y ahora los viento reducen masa forestal
implantada. También lo hace una tasa de extracción superior a la de siembra.
Esteban Zupan, de la delegación Córdoba de la Dirección de Producción
Forestal de la Nación ,
sostuvo que en un año se extrajo más de mil hectáreas de pinares sólo en el
Valle de Calamuchita, y que en el mismo lapso se plantaron 423 hectáreas pero en
todo el territorio provincia.
Para Zupan, en 2009 había 27 mil hectáreas con pinares, dato
no coincidente con el que estiman las asociaciones de productores. Hoy serían
23 mil.
Fuentes:
Carina Mongi, Drástica pérdida en pinares, 29/12/12, La Voz del Interior. Consultado 29/12/12.
Sacar la madera caída, que sumará riesgo de incendios, 29/12/12, La Voz del Interior. Consultado 29/12/12.
Fernando Colautti, Un modelo para revisar, 29/12/12, La Voz del Interior. Consultado 29/12/12.
La superficie con forestación industrial va en baja, 29/12/12, La Voz del Interior. Consultado 29/12/12.
No hay comentarios:
Publicar un comentario