La exposición es universal, la contaminación acumulativa y
combinada, no se conocen dosis mínimas de riesgo y sus efectos pueden
transmitirse hasta dos generaciones. Son los disruptores endocrinos, el veneno
silencioso de la vida moderna.
por Ana Cerrud
Incorporados de forma oculta a la vida cotidiana a través de
comida, agua, aire, polvo y suelo, el efecto de estas sustancias sobre los
organismos vivos comprende malformaciones urogenitales, alteración en la
espermatogénesis y carcinogénesis de próstata en los hombres; cáncer de mama y
endometriosis en la mujer, además de maduración sexual prematura y tumores
tiroideos.
El reciente informe sobre el Estado del Conocimiento
Científico de los Disruptores Endocrinos elaborado por Marieta Fernández,
profesora de Radiología y Medicina Física en la Universidad de Granada
alerta sobre la exposición silenciosa de la población a estas sustancias
químicas presentes de forma regular tanto en el entorno doméstico como laboral.
El mecanismo de funcionamiento de estos químicos, que los
fabricantes no consideran tóxicos o de riesgo para la salud por las pequeñas
dosis con las que se incorporan a sus productos, es la sustitución o alteración
del sistema hormonal, que regula el crecimiento y el metabolismo.
La disfunción tiroidea que se asocia con la intervención
patógena de los disruptores en el organismo provoca retrasos en el crecimiento,
disminución de la fertilidad, pérdida en la eficacia en el apareamiento,
anomalías en el comportamiento, alteraciones metabólicas, desmasculinización y
feminización, además de un aumento en la incidencia de tumores, explicó la
experta a EFEverde.
Se sabe, también, que del momento y duración de la
exposición, depende la gravedad de sus efectos, principalmente peligrosa
durante el embarazo, lactancia, infancia y pubertad.
Los efectos son distintos sobre el embrión, el feto, el
organismo perinatal o el adulto y si actúan durante un periodo crítico, como
por ejemplo en los primeros estadios de la vida, caracterizados por una rápida
diferenciación celular y organogénesis, producen lesiones irreversibles,
sostiene el documento que presentó Fernández esta semana durante un seminario
del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS) sobre estos
tóxicos.
Los efectos de los disruptores, agrega, pueden no aparecer
inmediatamente después de la exposición y las consecuencias "se
manifiestan con mayor frecuencia en la progenie que en el progenitor
expuesto".
Otra característica peligrosa de la peculiar toxicidad de
los disruptores, es la acción combinada de los diversos compuestos, que pueden
desencadenar una respuesta sinérgica o antagónica.
"La dosis hace el veneno", recordó Fernández en su
exposición, citando al médico y alquimista suizo "Paracelso", que ya
estableció una relación entre toxicidad y administración.
Así recalcó, que no hay "dosis umbral" para la
toxicidad de los disruptores endocrinos y que no existe riesgo cero, aunque
"disminuye proporcionalmente con la disminución de la dosis".
La bioacumulación de disruptores endocrinos ambientales o
"xenobióticos", puede ser la causa de diversas enfermedades en el
hombre aún por determinar, añadió.
Según Fernández, es imprescindible la monitorización de la
exposición humana a contaminantes ambientales como los disruptores endocrinos,
reducir o eliminarlos incluso como acción preventiva y comunicar claramente al
consumidor sobre los riesgos.
Los disruptores endrocrinos son en general sustancias
químicas que se incorporan tato a cosméticos como pesticidas para
"plastificar" fluidos y fijar olores o la permanencia del producto.
Suelen ser componentes no estructurales y de relativamente fácil sustitución o
eliminación. Los mas frecuentes son Parabenos, bisfenol A y eftalatos.
Fuente:
Ana Cerrud, Expertos alertan sobre la exposición silenciosa a los disruptores endocrinos, 02/12/12, EFEverde.
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