
La compañía minera Antamina será multada con más de dos
millones de soles equivalentes a 600 unidades impositivas tributarias por el
derrame de concentrados de cobre en el caserío Santa Rosa.
Sonó como una fuerte explosión de un neumático. Un cóctel
tóxico de concentrado de cobre y zinc mezclado con los componentes volátiles de
una tabla periódica se dispararon hacia el cielo.
El ducto de 302 kilómetros que transporta, desde los Andes
a la costa del Pacífico, el mineral concentrado de la mina a cielo abierto más
rentable de Perú había reventado en una estación de bombeo de este poblado de
agricultores pobres.
El concentrado de color plomizo se esparció por el aire
claro y seco de una mañana soleada a 3.500 metros de
altitud.
Abraham Balabarca, quien estaba construyendo muy cerca una casa, corrió junto a otros vecinos para detener la fuga pero cuando llegó descubrió que la estación estaba cerrada y encadenada. El guardián no tenía la llave.
Abraham Balabarca, quien estaba construyendo muy cerca una casa, corrió junto a otros vecinos para detener la fuga pero cuando llegó descubrió que la estación estaba cerrada y encadenada. El guardián no tenía la llave.
Pasaron casi dos horas antes que empleados de Antamina, el
consorcio internacional dueño de la mina, arribaron y detuvieron la fuga.
Cuando alguien abrió la cerradura con una palanca, una nube tóxica había
cubierto Santa Rosa de Cajacay.
Un funcionario minero pidió ayuda a los pobladores para
detener las 45 toneladas de la mezcla antes de que lleguen a un río cercano y
los aldeanos lo hicieron sin equipos de protección pero con paños absorbentes
otorgados por Antamina. Pronto los pobladores empezaron a sentirse enfermos.
En total, unos 350 fueron atendidos por dolores de cabeza,
sangrado del tracto respiratorio, náuseas y vómitos, según la oficina del
alcalde de Cajacay Felipe Lázaro. Por lo menos 69 eran niños.
Casi tres semanas después, Antamina no dijo mucho en público
sobre la fuga y divulgó la composición química de la mezcla, mientras el
gobierno exhibió escaso interés en investigar el impacto ambiental y sanitario.
La protección ambiental ha sido floja en Perú, un país donde
las mineras son la fuerza que impulsa una década de crecimiento económico de 7 %
que ha hecho de Perú un centro atractivo para los inversionistas. La situación,
no obstante, está generando focos de violencia.
En los últimos tres meses, ocho peruanos han muerto a tiros
en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad en protestas antimineras que
han dominado la agenda política y que han provocado la caída de dos primeros
ministros en solo 12 meses.
Después del derrame, muchos de los 410 pobladores que
cultivan habas y crían ovejas pidieron al director de relaciones comunitarias
de Antamina que limpie el lodo metálico que olía a veneno agrícola para
gusanos, dijo el campesino Balabarca.
"Todos los campesinos ayudaron y tenían sus manos
sucias, ayudamos humanitariamente sin saber que el concentrado de cobre estaba
contaminado ", precisó Hilario Morán, presidente de la comunidad campesina
de Cajacay.
Antamina no ofreció ni máscaras, ni guantes, ni ninguna
protección como sí lo usaron luego sus empleados. "Esta es una clara señal
del absoluto desinterés por la salud de la población", dijo María Foronda,
una activista local y ganadora en 2003 del prestigioso premio internacional
Goldman para el medio ambiente.
El presidente Ollanta Humala se comprometió a proteger el
medioambiente pero sus críticos dicen que la gran minería sigue desviando y
agotando sin control las fuentes naturales de agua y envenenando a pobladores y
a sus animales.
"Me duele la cabeza, de noche se me hincha la barriga,
parece que la bebé se viene", dice Nancy Damián, embarazada de siete
meses, dos semanas después del derrame, sentada en el pórtico de su casa de
adobes, ubicada muy cerca del ducto.
Estuvo cuatro días hospitalizada luego del derrame ocurrido
el 25 de julio, desmayándose y vomitando, dijo. Sus sobrinos, unos gemelos de
siete meses, y su pequeño hijo Tony, de un año y medio, aún siguen enfermos del
estómago. Dice que Tony ha perdido 1,4 kilos. Antes del derrame pesaba 12,9
kilos pero ahora solo llega a 11,5.
Tony afortunadamente no colocó su nariz cerca del piso como
sí ocurrió con Chocolate, la perra guardiana de la casa. El 5 de agosto
Chocolate fue encontrada muerta a pocos metros del ducto entre los árboles de
eucalipto. "Esa perrita se revolcaba jugando todo el tiempo por estos
suelos", dice Víctor Padilla, esposo de Nancy.
Una vecina, Yasira Sotelo, de nueve años, fue una de las 42
personas hospitalizadas por más de 11 días tras el derrame, en la clínica
privada San Pablo, en la capital regional Huaraz.
Greg Moller, profesor de química ambiental y toxicólogo de la Universidad de Idaho,
afirmó que los niños probablemente sufrieron quemaduras químicas en sus
pulmones tras inhalar polvo mineral con sulfuro que sus membranas mucosas lo
convirtieron en ácido sulfúrico. Dijo que el trauma del tracto respiratorio es
peor en los niños porque respiran entre dos y tres veces más que un adulto.
Juan Villena, decano del Colegio Médico del Perú, visitó el
lugar y declaró a la radio RPP que muchos niños habían sido atendidos, algunos
con "problemas respiratorios y musculares serios, sangrando de la
nariz".
Habich dijo que el río Fortaleza, de donde los campesinos
sacan agua para regar sus sembríos, para dar de beber a su ganado y cocinar sus
alimentos, no estaba contaminado por el derrame.
Sin embargo, inspectores estatales no han catalogado ninguna
enfermedad con nada que se aproxime al rigor que un funcionario de salud podría
tener en alguno de los países donde los dueños de Antamina tienen sus casas
matrices.
Las personas atendidas en San Pablo dijeron que pidieron los
resultados de sus análisis de sangre, pero la clínica no se los otorgó e
incluso les negó cualquier papel que pruebe su hospitalización pagada por
Antamina. El director del hospital Raúl Guisse se negó a ser entrevistado.
La semana pasada en Cajacay altos ejecutivos de Antamina
dijeron en un tensa reunión de casi cuatro horas con los pobladores que estaban
abiertos a compensar eventuales daños en la salud. Los ejecutivos llegaron en
vehículos todoterreno último modelo protegidos con guardaespaldas armados que
filmaban a los asistentes.
Ricardo Morel, el vicepresidente de Antamina, dijo que la
compensación por lo que describió como "el incidente" dependerá de
"los informes técnicos, médicos", que podrían estar listos para el 22
de setiembre.
Los pobladores también pidieron que los ejecutivos expliquen
por qué un reservorio de 10 millones de dólares aún no ha sido construido en
Cajacay luego que la minera lo prometió en el 2000 como condición para poder
colocar su ducto por el pueblo. Morel dijo que Antamina consultará sobre la
financiación del reservorio con los funcionarios estatales.
Antamina es la tercera mina más grande del mundo en zinc y
la octava más grande en cobre, según Xstrata, que junto a BHP Billiton posee
una participación del 33,75 %. En el 2011 se produjeron 334.000 toneladas de
cobre y 235.000 toneladas de zinc. El economista independiente Epifanio Baca,
del reconocido centro de estudios DESCO, dijo que ganó más de 1.500 millones de
dólares. Está asociada con BHP Billiton, que tiene su sede en Australia,
Xstrata (Suiza), Teck Cominco (Canadá) y Mitsubishi Corp. (Japón).
El ministro del Ambiente Manuel Pulgar-Vidal pidió la máxima
multa permitida, de 13,7 millones de dólares. Su viceministro Mariano Castro
dijo que la investigación del gobierno no ha terminado. Pero se abstuvo de
anunciar si se castigará a Antamina con las sanciones más graves. Una ley de
2009 permite al gobierno suspender o cerrar las operaciones de infractores graves.
Antamina no ha explicado qué causó la fuga y tampoco por qué
tardó excesivamente en detener el derrame. Funcionarios de la compañía no
respondieron repetidas llamadas telefónicas y tampoco correos electrónicos en
busca de comentarios.
Un documento de Antamina obtenido por el diario La República describe a la
mezcla de concentrado de cobre y zinc como "material muy tóxico" que
incluyen plomo y arsénico, que son venenosos.
La agencia estatal de salud y del medio ambiente, Censopas,
tomó muestras de sangre y orina de 52 pobladores una semana después del derrame
y halló seis niños con inaceptables niveles de cobre en la sangre, mientras
otro menor fue hallado con niveles de plomo por encima de lo permitido. La
agencia estadounidense para sustancias tóxicas y el registro de enfermedades
sostiene que "los niños pueden sufrir efectos más graves que los
adultos" en intoxicaciones con cobre, el cual puede causar daño hepático
aunque no se ha demostrado que sea cancerígeno.
Censopas solo hizo pruebas para cobre, plomo y arsénico pero
no dio los nombres de los afectados. El alcalde de Cajacay Felipe Lázaro, quien
dio a la AP el
reporte, dijo que pidió a Censopas identificar a los intoxicados pero los
funcionarios se negaron.
Yanacocha, cuyo mayor accionista es la minera estadounidense
Newmont, llegó a un acuerdo extrajudicial tras ser demandado en Estados Unidos
por las víctimas de un derrame de mercurio en 2000 que enfermó más de 700
personas. Un camión que llevaba el tóxico metal a Yanacocha, la mina de oro más
grande de Sudamérica, se estrelló y volcó su contenido.
Perú tenía hasta junio 169 conflictos sociales activos, la
mayoría relacionados con la minería y donde por lo menos 10 se derivan de
quejas sobre Antamina en temas de supuestas contaminaciones o en incumplimiento
de promesas realizadas.
Fuente:
Derrame en Antamina abrió el debate sobre el medio ambiente en Perú, 26/08/12, Observador Global.com. Consultado 02/09/12.
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