Un estudio inédito de investigadores de la UNC confirma que las áreas
serranas con vegetación nativa aportan más agua a los ríos que las
deforestadas.
por Fernando Colautti
Por primera vez, un grupo científico está evaluando en la
porción más alta de las sierras de Córdoba la variación que ofrecen, como
"productoras" de agua, las zonas de montaña en las que se conservan
bosques y pastizales nativos, respecto de aquellas que los han perdido.
Los primeros datos recogidos muestran que durante la
estación seca (de mayo a setiembre), en la zona de formación de los ríos y
arroyos cordobeses con alguna cobertura de bosque "se produce en promedio
unos 2.300
metros cúbicos de agua por mes y por kilómetro cuadrado,
más que en las cuencas sin bosques nativos".
La diferencia por kilómetro cuadrado hasta ahora medida es
de 2.300.000 litros
de agua mensuales, y las zonas consideradas con bosques no son necesariamente
las tapizadas de árboles, sino las que aparecen entre un 15 y 30 % cubiertas con especies nativas.
El proyecto de investigación, financiado por el Conicet, es
desarrollado desde el año pasado por un grupo de biólogos y agrónomos,
conducido por Ana Cingolani, Diego Gurvich y Daniel Renilson, que se desempeñan
como docentes e investigadores en la Universidad Nacional
de Córdoba.
Cingolani remarcó a este diario que los resultados aún son
preliminares y que aguardan repetir los relevamientos al menos durante dos años
más para tener conclusiones definitivas.
El biólogo Renilson contó que el grupo viene analizando 18 cuencas hídricas en la zona alta de las Sierras Grandes. Relató que en un sector de Los Gigantes donde se restauró la forestación autóctona "ya se perciben signos de que en invierno baja más agua hacia los arroyos que en áreas cercanas que están deforestadas".
El biólogo Renilson contó que el grupo viene analizando 18 cuencas hídricas en la zona alta de las Sierras Grandes. Relató que en un sector de Los Gigantes donde se restauró la forestación autóctona "ya se perciben signos de que en invierno baja más agua hacia los arroyos que en áreas cercanas que están deforestadas".
El trabajo parte de la premisa de que "gran parte de la
humanidad depende de las montañas para obtener agua", aunque aclara que la
relación entre presencia de bosques y generación de agua no es igual en todos
los casos, dependiendo del tipo de clima y de las especies forestales de cada
zona.
En el caso de Córdoba, con un clima semiárido y
precipitaciones que se concentran en verano, es durante los meses de pocas
lluvias cuando se observa esta relación de a menor bosque autóctono, menor
reserva de agua en las cuencas.
El dato es relevante para una provincia que el último año
sufrió una crisis hídrica y que no tiene resuelto cómo evitaría otras si las
lluvias no caen en tiempo y forma.
En el verano, los ríos y arroyos bajan más agua. A veces,
demasiada. Sin bosque ni pastizales que ayuden a retener las gotas de lluvia en
el suelo, el agua erosiona y "pela" las laderas serranas, y las
crecientes son cada vez más fuertes. Toda el agua baja en un día, genera
riesgos de inundaciones y acumula en los lagos los sedimentos que arrastra.
En cambio, donde hay protección vegetal, la tierra hace de
esponja, y va liberando agua por las vertientes naturales, paulatinamente,
durante el resto del año.
El informe expone que la deforestación en los últimos años
se debe al sobrepastoreo ganadero, a la mayor urbanización y al efecto de los
incendios. La tala, en la alta montaña, ya no es tan marcada.
Según Renilson, sobre esa área vital por encima de los 1.500 metros de
altura, el desmonte por tala se dio décadas atrás y hoy es bajo. "En la
zona alta de las Sierras Grandes, estimamos que del 50 por ciento que estaba
cubierto por bosques nativos, debe quedar un 15", calculó, tras plantear
la utilidad que tendrían políticas activas de mayor control sobre lo que queda
pero a la vez de reforestación de áreas.
Especies autóctonas por sobre las exóticas
A la hora de pensar en la forestación, los expertos
consideran importantes las desventajas que tiene la inclusión de especies
exóticas.
La otra conclusión del informe preliminar puede sonar
llamativa. El grupo investigador admite que no se da en todas las zonas de
montaña aunque sí se percibiría en Córdoba. Se trata del impacto que para la
"producción" de agua tendría la presencia cada vez mayor en las
sierras de árboles exóticos, como pinos, olmos, siempreverdes y paraísos, entre
otros. "Por sus altos requerimientos de transpiración, consumen más agua
que los árboles autóctonos", cita un párrafo.
"En lo alto de las sierras, donde están las cabeceras
de cuenca de la mayor parte de los ríos, la invasión por especies exóticas es
aún incipiente", precisa, aunque advierte que esa invasión va en
crecimiento. En las sierras bajas ya es notoria. Cingolani dijo que hay un
antecedente de investigación en esta cuestión: años atrás, la Universidad de San
Luis concluyó en un estudio sobre las sierras de Calamuchita que las áreas con
pinares dejaban "bajar" menos agua durante la estación seca que las
pobladas con pastizales autóctonos.
Cuando se marcha a contramano
Los datos sugieren que en la actualidad, los ríos originados
en las sierras están proveyendo en la estación seca menos agua que si se
hubieran conservado los bosques nativos en buen estado.
El informe de los investigadores de la Universidad Nacional
de Córdoba (UNC) advierte que el agua no sólo bajaría en cantidad sino también
en calidad. Y reducir la calidad implica mayores costos para su potabilización
y menor potencialidad para uso recreativo. Cita otros trabajos científicos
extranjeros para señalar que "se ha demostrado que si la deforestación de
parte de una cuenca es inevitable, conservar al menos una franja de 200 metros de bosques a
ambos márgenes de los ríos serranos atenúa la pérdida de calidad".
Pero un simple párrafo expone un punto quizá crucial para el
futuro del agua que necesitaremos los cordobeses: "Por eso, para mantener
la cantidad y calidad del agua y bajar los costos de potabilización, cada vez
más ciudades del mundo promueven la conservación del bosque en las cuencas que
les proveen agua".
No lo dice el informe, pero es sabido que Córdoba no ha
avanzado en ese sentido. Por el contrario, en los últimos 15 años la provincia
tuvo una de las tasas de deforestación más altas del mundo. Mientras, como si
nada hubiese pasado, la reciente ley aprobada en la Legislatura que regula
los bosques nativos apunta poco y nada en esa dirección y se parece más bien a
otro gran paso hacia atrás.
Fuentes:
La Voz del Interior, 24/08/2010, "Menos bosque serrano, menos agua para Córdoba".
La Voz del Interior, 24/08/2010, "Especies autóctonas por sobre las exóticas".
La Voz del Interior, 24/08/2010, "Cuando se marcha a contramano".
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