La invasión del molusco de origen asiático no se detiene.
Complica a las usinas y a las plantas de potabilización de agua y en Embalse,
hasta a la Central
Nuclear.
Embalse. El mejillón dorado, una especie exótica que llegó,
se instaló y "colonizó" varios lagos cordobeses, se transformó en los
últimos años en un problema que exige la aplicación de continuos métodos de
limpieza para contrarrestar los daños que provoca en plantas de potabilización
de agua, usinas hidroeléctricas, cañerías y en el caso de Embalse, hasta en el
sistema de refrigeración de la Central Nuclear.
El molusco llegó para quedarse. En los lagos cordobeses
señalan que está lejos de poder ser erradicado, ya que se multiplica
rápidamente y por millones. En todo caso, la estrategia es convivir con él.
Días atrás, se conoció una investigación realizada por el
científico Demetrio Boltovskoy, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos
Aires (UBA), sobre la creciente presencia de este mejillón en toda la cuenca
del Río de la Plata. El
estudio calcula que "los 47 kilómetros cuadrados del lago de Embalse
albergan unos 45 mil millones de mejillones", siendo uno de los sitios más
colonizados.
Boltovskoy precisó a la agencia española EFE que la cuenca
del Río de la Plata
registra una invasión de mejillones que causa graves problemas ambientales y
económicos ya en muchos de sus afluentes de Argentina, Brasil, Uruguay y
Paraguay.
Sobre el caso de Embalse y otros lagos cordobeses, La Voz del Interior ya planteó la
preocupación en una nota publicada el 10 de febrero de 2008. Por entonces, en
el lago San Roque, Epec ya tenía dificultades para retirarlos de las
instalaciones de su usina hidroeléctrica.
Cómo enfrentarlo. En Embalse, desde hace varios años, además
de la usina de Epec, la
Central Nuclear y las cooperativas que utilizan el agua del
lago para potabilizar, han debido instrumentar paliativos para contrarrestar
sus efectos nocivos. "Es un problema serio al que no le hemos encontrado
solución. Nos afecta parte de la refrigeración de las máquinas generadoras de
energía, por eso cada tanto debemos limpiar las cañerías. Lo controlamos así,
pero no se ha encontrado la forma de combatirlo", apuntó Gustavo
Guardabassi, jefe de la central hidroeléctrica de Epec en Embalse.
De hecho, en los últimos años debieron duplicar las tareas
de mantenimiento. "La gran cantidad que hay se advierte cuando el lago
baja; para mí hay cada vez más", opinó.
En la planta hasta debieron cambiar algunas cañerías,
demasiado tomadas por la plaga. "Avanza muy rápido, es una especie exótica
que no tiene un depredador natural y no se puede frenar con un filtro, porque
el huevo es microscópico", añadió Guardabassi.
El ingeniero Hugo Guzmán, de la Central Nuclear
Embalse, relató que apenas comenzaron a advertir el problema, años atrás, se
contactaron con técnicos de las universidades de La Plata y Buenos Aires, y
comenzaron a aplicar la misma metodología que utilizan en otros países.
"Agregamos un producto que combate la larva de este
mejillón, de esa forma los sistemas se mantienen limpios y están controlados.
Una vez por mes se agrega un amonio cuaternario, en los procesos de
enfriamiento de la planta, que es inocuo para el ambiente y es biodegradable.
Sólo así mantenemos limpios nuestros sistemas", explicó.
"En la planta está controlado, pero parece imposible
poder erradicarlos del lago", agregó Guzmán.
El gerente de la Cooperativa de Servicios de Villa del Dique,
Oscar Della Sala, explicó que para mantener la planta de extracción del agua
que potabilizan para esa localidad, "una vez al mes baja un buzo y limpia
los filtros, agregamos dos o tres filtros con pequeñas redes y colocamos
cloro", precisó.
Della Sala sostuvo que el último informe que recibieron de
los buzos, indicaría que "hay menos cantidad que antes". De acuerdo a
lo que precisó, en épocas de calor se multiplican con mayor facilidad.
Muchos defectos, una sola virtud. Martín Bustos es bombero y
buzo deportivo en Embalse. Conoce el avance del mejillón dorado y participó en
la toma de muestras para diversas universidades que lo investigan.
“Se adhieren a cualquier formación sólida bajo el agua. Todo
lo que sea caños o estructuras, por ejemplo. Hay piedras que están
absolutamente cubiertas”, contó. Comentó que se adhieren sobre otros
mejillones, formando varias capas. “Hemos notado que se pegan en todos los
materiales: plástico, aluminio, vidrio, piedra, madera. Hasta hemos visto
algunas conchillas en algunos peces más grandes, como tarariras”, agregó
Bustos.
A su vez, precisó que han advertido que vive en
profundidades de hasta 25
metros , donde incluso hay condiciones más adversas y
menos luz.
Bustos sostuvo -al igual que todas las fuentes consultadas-,
que la proliferación no se detiene, y que solamente se controla a través de la
limpieza o colocación de líquidos, para evitar problemas en filtros y cañerías. “Algunos lagos tienen más mejillones y otros menos, pero va
avanzando en todos”, apuntó. En Córdoba también se han visto en el San Roque, Piedras Moras, Los
Molinos y Cerro Peleado.
Hasta ahora, se les adjudica una sola ventaja: que actúan
como filtro natural, al consumir microorganismos y mejoran así la visibilidad del agua.
Datos clave. El Limnoperna fortunei es un mejillón de agua
dulce que invadió América del Sur desde 1991. Es de origen asiático, de donde
llegó con los barcos a Buenos Aires. De allí, fue colonizando hacia la cuenca
interior, donde halló condiciones
climáticas y ambientales óptimas para su reproducción. De adulto alcanza los
cuatro centímetros.
“Forman pequeños racimos y los de afuera protegen a los de
adentro. Pusimos uno de esos racimos con cloro puro durante una semana y los de
afuera estaban blancos y los de adentro estaban vivos; se protegen entre
ellos”, contó un buzo de Calamuchita.
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