Una
investigación llevada adelante por la Comisión Nacional de Energía
Atómica (CNEA) en la década del sesenta permitió detectar un
importante yacimiento de uranio en la ciudad de Cosquín, que
albergaría más de diez mil toneladas de mineral y fue bautizado con
el nombre «Rodolfo».
Cosquín.
Una investigación llevada adelante por la Comisión Nacional de
Energía Atómica (CNEA) en la década del sesenta permitió detectar
un importante yacimiento de uranio en la ciudad de Cosquín, que
albergaría más de diez mil toneladas de mineral y fue bautizado con
el nombre «Rodolfo». Se trata de una de las mayores reservas
uraníferas de la Argentina y el debate volvió a encenderse cuando
se conoció que la traza de la autovía de montaña de Punilla
atravesaría sobre el yacimiento, donde deberán realizarse
movimientos de suelo que pueden liberar gases tóxicos.
Los
ambientalistas advierten que alrededor de 1.800 metros de la nueva
autovía que se extenderá desde San Roque hasta Cosquín cruzarán
sobre la formación uranífera. El dato surge de contrastar el mapa
de la autovía con el bosquejo geológico regional donde se ubica el
yacimiento «Rodolfo», asimismo, se estima que también serán
depredados un total de 10.930 metros de bosque nativo. La obra
despierta más interrogantes que certezas y se conoció que el 12,6 %
de su trazado se haría sobre sedimentos uraníferos que tienen una
concentración de 318 gramos de uranio por tonelada.
«El
uranio no es altamente radiactivo. Sin embargo, uno de los elementos
químicos que produce la cadena de desintegración del uranio es el
radón, el cual es gaseoso. Mientras el uranio tiene una vida media
de unos 4.500 millones de años (es el tiempo para que, por ejemplo,
1 kg de uranio se desintegre quedando 1/2 kg), el radón tiene una
vida media de tan sólo 3,8 días y produce otros descendientes de
vida corta. Por eso, el radón es muy radiactivo. El mineral de
uranio libera radón, pero la mayor parte del mismo se encuentra
enterrado, por lo que no produce mayores efectos perjudiciales. Pero
cuando el mineral es extraído o removido, se libera radón a la
atmósfera (es lo que pasaría con la remoción del "chichón"
de Alta Córdoba para ser trasladado, o la remoción de un yacimiento
de uranio existente en una matriz de areniscas como el del yacimiento
Rodolfo)»; informaron desde el Foro Ambiental Córdoba, que rechazan
la obra proyectada por la Provincia.
«Al
ser gaseoso, el radón puede ser inhalado. De esta manera, es causal
comprobado de cáncer de pulmón, y la segunda causa de este tipo de
cáncer tras la exposición al humo del tabaco. Por otro lado, el
radón tiene un efecto sinérgico en el riesgo de cáncer de pulmón
en personas fumadoras»; agregaron los ambientalistas cordobeses,
quienes reclaman por un estudio de impacto ambiental.
En
1960, Enrique Linares y Antonio Timonieri publicaron un artículo en
la Revista de la Asociación Geológica Argentina y establecieron que
«Rodolfo» se ubica sobre una franja entre las últimas
estribaciones occidentales de las Sierras Chicas y el río Cosquín.
Se compone de sedimentos continentales y se habría formado en la era
terciaria, ya albergaría restos fósiles de mamíferos. En la zona
de Santa María y Cosquín se reconocen dos tipos de sedimentos
terciarios: el uranífero es el más antiguo, se habría constituido
hace 56 millones de años y corresponde al eoceno inferior. El aporte
de los sedimentos provino de la Sierra Grande, que también aportó
el uranio de «Rodolfo».
El
yacimiento generó un serio debate dentro de la CNEA. Hubo un sector
«duro» de técnicos y marinos que quiso explotarlo y propuso
trasladar la ciudad de Cosquín. La postura se sustentaba en que era
radiométricamente explotable con un valor radiactivo alto y
floraciones a superficie en ciertos barrios. La explotación hubiera
significado la desaparición de Cosquín, aunque primó en la CNEA la
postura del grupo de técnicos que admitió complicaciones técnicas
en la explotación y sostuvo que el impacto sobre la zona turística
más importante de Córdoba resultaría «tremendo».
La
existencia de un yacimiento uranífero en una ciudad no fue materia
de estudio. Sólo se evaluó la posibilidad de una hipotética
explotación. Cosquín tiene los índices radioactivos más altos del
Valle de Punilla y una movilización del yacimiento sedimentario que
posee puede producir daños inimaginables en una ciudad relativamente
pequeña sin recursos para manejan una hipotética contaminación
radiactiva. Ni la Provincia ni la CNEA se involucran en ello, y las
administraciones municipales cometieron en el pasado gravísimos
errores como la remoción de tierra en los barrios más próximos al
yacimiento. El caso más conocido se registró en el año 1992,
cuando el municipio removió tierra en el barrio La Mandinga durante
la gestión comunal del intendente Rubén Ríos (1991/1995) y provocó
una intervención de la Secretaría de Minería de la Provincia de
Córdoba.
A
raíz de ello, la Dirección de Geología quiso trabajar en una
sistematización de la información geológica de la zona, como
aporte hacia los propios habitantes y para ser utilizada en el
sector.
¿Bosque
nativo y faldeos montañosos en riesgo?
La
traza entre el sur de la comuna de San Roque y el noroeste de Cosquín
tendría una longitud de 14.300 metros. De ellos, 10.930 metros se
realizarían sobre un bosque nativo que tiene la máxima categoría
de conservación. Esto representa el 76,4 % del recorrido, superando
la estimación del 69,5 % que habían realizado los ambientalistas en
base a la unión de marcas relevadas en el lugar.
El
desmonte de bosque nativo y la remoción de laderas en el pedemonte
tendrían un «impacto sustancial en la biodiversidad y en las
escorrentías». Lo más notorio es que tendría implicancias
económicas para el turismo por la alteración irreversible del
paisaje, como ya se puede ver en la construcción de la Variante
Costa Azul, el puente sobre el lago y el sur de la comuna de San
Roque.
Fuente:
Rodolfo, el yacimiento de uranio de Cosquín que atravesará la autovía de Punilla, 20/03/18, El Diario de Carlos Paz.
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