Entrevista a
Leonardo Rossi, autor de "Córdoba respira lucha":
agronegocios, gobierno y las experiencias exitosas de resistencia
ciudadana en el interior del país.
A mediados del
año pasado el joven periodista Leonardo Rossi publicó por la
Editorial de la Universidad de Villa María (EDUVIM) su primer libro:
Córdoba respira lucha. El modelo agrario: resistencias y nuevos
mundos posibles, donde aborda la matriz del modelo del agronegocio
presente en la provincia, pero también las resistencias sociales y
las alternativas políticas que se van gestando en el mismo suelo.
El libro comienza
con un capítulo titulado “Bosques”, donde el autor estudia y
denuncia el avance de la frontera agroganadera sobre los bosques
nativos. Un tema que cobra relevancia en la actual coyuntura, ya que
desde fines del año pasado se ha desatado en Córdoba un masivo y
creativo movimiento social (sobre todo en el interior provincial) que
logró frenar en diciembre una importante iniciativa del gobernador
Juan Schiaretti en la Legislatura. Desde entonces, la “Ley de
Bosques” busca ser aprobada por el oficialismo (que co-gobierna la
provincia junto al radicalismo desde hace dos décadas), pero hasta
el momento se han topado con movilizaciones numerosas de la sociedad
civil. Incluso históricos sectores que han levantado estas banderas
han confluido con las nuevas experiencias, dando paso a un renovado
repertorio de protestas que, el próximo miércoles 1 de marzo, se
darán nuevamente cita en la capital provincial.
Rossi, periodista
nacido en Catamarca pero criado en el sur del conurbano bonaerense,
donde estudió comunicación social en la Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, conversó
sobre este tema con Revista Zoom. En la actualidad Rossi está
radicado en Colonia Caroya (norte cordobés) aunque por su oficio de
cronista suele viajar por diversos puntos del país dando cuenta de
las luchas socioambientales. Es colaborador del diario Página/12 y
becario del Concejo Nacional de Investigaciones (Conicet).
Córdoba respira
lucha… da cuenta de un proceso estatal de impulso de un modelo de
desarrollo centrado en el agronegocio y el boom inmobiliario, con la
consecuente expansión de la frontera agroganadera, la introducción
de empresas multinacionales y el auge del desierto verde de la soja,
pero también de procesos de resistencia que tuvieron momentos
emblemáticos. Por otro lado, desde hace dos décadas la provincia
está gobernada por la misma alianza y en la última elección
Mauricio Macri obtuvo el 70 % de los votos. ¿Qué reflexión podes
compartir al respecto?
Lo primero que te
puedo decir es que la resistencia y la dinámica electoral caminan
por vías distintas que se van entrecruzando pero no siempre de la
misma manera, o de la mejor forma. Una elección es una suerte de
fotografía de un momento determinado. Fotografía con la que se han
quedado los grandes medios de comunicación, sobre todo los
nacionales. Pero a esa foto le faltan otras tramas que están por
debajo y que no siempre se expresan en los medios, aunque por
supuesto hay algunos que sí lo hacen, y es eso un poco de lo que se
intenta dar cuenta en el libro. Un ejemplo claro del silencio es un
registro nacional elaborado durante el gobierno anterior que,
asumiendo sus falencias en tanto que relevamiento parcial, admite que
a 2013 existían 857 situaciones de conflicto por la tierra que
involucraban a 60.000 familias. En Córdoba hay cien mil hectáreas
en disputa en 69 casos registrados. De esto no se habla. El caso de
Monsanto es muy importante, no solo por lo que implicó en el plano
simbólico sino porque además sirve de referencia para otras luchas
que se pueden estar produciendo en la provincia o en otros lugares
del país, del continente e incluso en el mundo. El caso de Ramona
Bustamante en el norte cordobés, la abuela campesina que estuvo
resistiendo durante una década los intentos de desalojo de la
Federación Agraria, o el caso del fallo vinculado a las fumigaciones
en barrio Ituzangó Anexo condenando a un productor agropecuario
también marca un precedente muy importante. Y los periodistas no
podemos ser ingenuos. Desde nuestros espacios tenemos una
responsabilidad respecto de informar o no sobre todo esto que pasa, y
desde qué lugar lo comunicamos.
Y respecto del
activismo socioambiental y el resto del movimiento popular, ¿cómo
ves esa relación? ¿Hay cruces fructíferos?
Yo creo que sí.
Y de nuevo, toda la lucha desarrollada contra la multinacional
Monsanto en Malvinas Argentinas fue emblemática, también, en ese
sentido. Se produjeron una multiplicidad de tácticas de espacios muy
diversos, con una estrategia común: expulsar a la empresa. Algunos
pusieron más el cuerpo en el bloqueo y enfrentando la intimidación
y la represión policial, otros accionaron más en la difusión o la
vía judicial, otros en la organización de los vecinos de la zona,
pero todos -más allá de su procedencia política- aportaron al
proceso de expulsión de la multinacional de la localidad. También
está la experiencia de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), que
con su diversidad de miradas ha sido una herramienta de lucha muy
importante contra el modelo extractivista, que todo indica se
profundizará con el modelo de Macri. Y que seguramente encontrará
en espacios como estos y las organizaciones campesinas e indígenas
la recreación de herramientas de lucha ante las nuevas avanzadas.
En el libro
detallás muy bien el avance sobre el monte que se produjo en
Córdoba, una provincia que a inicios del siglo XX tenía, de sus 16
millones de hectáreas, tres cuartas partes de bosques nativos, y
donde entre 1970 y 2000 se destruyeron un millón de hectáreas, y
entre 2006 y 2011 68.176 hectáreas. Todo este proceso, sin embargo,
siempre encontró resistencias, que en la actualidad recobran un
nuevo impulso con la emergencia de este movimiento social que busca
que no se apruebe la Ley de Bosques impulsada por el oficialismo
¿Cómo ves la situación actual de este movimiento?
El dato
interesante de todo este proceso es que la ley, según lo
reconocieron incluso algunos legisladores, estaba para aprobarse en
diciembre, y tras la movilización popular tuvo que frenarse.
Entonces, esta acción de ganar el espacio público, que muchos
quieren presentarlo como anacrónico, fue lo que logró frenar la
ley. Que haya 10.000 personas en el centro de Córdoba defendiendo
ese 3% de bosque nativo que queda en la provincia evidentemente no ha
sido un dato menor. Y en paralelo se logró quebrar la hegemonía de
un discurso que pretende colocar estos temas como una cuestión
marginal. Por un lado ha sido intensa la tematización en redes
sociales, y sin dudas que el apoyo a esta causa de figuras populares
en la provincia como Doña Jovita, Piñon Fijo o Raly Barrionuevo
fisura el discurso hegemónico. Por supuesto, no es un tema nuevo:
hay personas que desde hace 30 años vienen trabajando y denunciando
estas situaciones pero es marcada la instalación de la defensa del
bosque en un abanico amplio y diverso de sectores. Hoy en día, este
reclamo hace confluir al Movimiento Campesino de Córdoba y los
apicultores (que al perder el monte pierden su cultura, en
definitiva, su vida), las familias que se han ido de las ciudades a
las sierras en busca de una vida más sana, científicos que están
en diálogo con las poblaciones afectadas por el desmonte, las miles
de familias afectadas por las recurrentes inundaciones, que en 2015
dejaron una decena de muertos. En otras palabras, el agronegocio
tiene serias dificultadas para ocultar la relación entre desmonte e
inundaciones; entre desmonte y expulsión de población rural; entre
desmonte y desertificación de suelos. Y ante esto muchos sectores
políticos quedan descolocados. El primero de ellos es el propio
gobierno provincial, pero también el radicalismo. En fin: todos los
sectores políticos que acompañan la ley de Bosques ahora se ven en
aprietos por una agenda que está siendo marcada por la movilización
popular. Me parece interesante ver cómo el radicalismo y el
oficialismo cierran filas para que avance el agronegocio. Que hay que
recordar tuvo una notable expansión durante el kirchnerismo,
reflejando aquello que la socióloga Maristella Svampa denominó “el
consenso de los commodities”. Consenso que tiene su correlato en
los medios masivos de comunicación, donde ese modelo productivo se
presenta como el único posible, como vía y expresión de un
supuesto desarrollo inevitable. Ahí tenemos el gran desafío de
discutir, y es una deuda de los comunicadores, en sectores mucho más
amplios en torno al progreso: ¿Qué es? ¿Para qué? ¿Para quién?
El libro es una
contribución al estudio de la temática y también una buena
introducción. Hay muchos datos que acompañan las denuncias de los
procesos de despojo, y también, numerosos testimonios de quienes
vienen protagonizando sus resistencias. El último capítulo se
titula “Otros mundos posibles”. ¿Los hay? Circula mucho
escepticismo en estos días.
De algún modo el
objetivo del libro es poder contribuir a la denuncia de estos temas
que, como decía hace un rato, no siempre están presentes en las
agendas de la clase política y los medios masivos de comunicación.
De allí el trabajo documental respecto del impacto del desmonte, del
uso de los agroquímicos o de los desalojos a las familias campesinas
para avanzar con la frontera agropecuaria, que ayuden a concientizar
sobre lo que está pasando, así como las resistencias que se le
oponen. Pero no sólo. Porque al calor de esas luchas también se van
gestando otros mundos posibles. Y que son bien concretos. Por
ejemplo: no es cierto que no exista otra agricultura. Hay una que es
histórica, ancestral y que en lugares como el norte cordobés no
solo pervive sino que está muy arraigada. Es una agricultura sin
agroquímicos, que parte de la mancomunicón del trabajo familiar,
con un fuerte anclaje territorial y lógicas más comunitarias. Otros
hablamos de la agroecología. Y bajo este concepto se agrupan por
ejemplo más de veinte ferias en toda la provincia, más tantas otras
experiencias de compra directa, de compras comunitarias, que se
plantean otras lógicas de consumo. Todo esto suele ser
invisibilizado por ese “consenso de los commodities” que
atraviesa a la sociedad desde distintas perspectivas: políticas,
comunicacionales, etcétera. Y otras veces no es invisibilizado pero
es presentado de un modo tramposo: como una alternativa exclusiva
para ciertos sectores con un buen pasar, alto poder adquisitivo,
cuando en realidad este tipo de agricultura está muy extendida en
muchísimos pueblos y parajes de la provincia de Córdoba. Pero
claro: parte de este consenso también incluye a las grandes cadenas
de supermercados, que como todos sabemos invierten muchísimo dinero
en publicidad, y todos nos quedamos con la idea de que la única
forma posible de consumir alimentos es ir a esos supermercados a
comprar la comida que está procesada por las grandes industrias, que
hoy tienen niveles récords de concentración. Esto nos deja
atrapados en toda una red de control biopolítico notable, ante la
cual muchos intentan construir otras dinámicas, y a partir de las
cuales se intenta -desde el trabajo periodístico, desde libros como
este– mostrar otros caminos posibles, que necesitan del fomento y
el apoyo concreto de políticas de Estado. Pero también que sectores
populares urbanos (que son los más perjudicados por este tipo de
alimentación más dañina para la salud) puedan tomar contacto con
estas experiencias productivas para intentar ir gestando, además,
otras formas de distribución y de consumo.
Fuente:
Mariano Pacheco, “Hoy la política está atravesada por la agenda que marca la movilización popular”, 23/02/17, Revista Zoom. Consultado 24/02/17.
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