La UE obliga al
Gobierno a eliminar el radón en viviendas y lugares de trabajo tras
30 años de alertas científicas ignoradas.
por Sonia Vizoso
Las mujeres de la
provincia de Ourense encabezan una triste y misteriosa estadística:
son las españolas más golpeadas por el cáncer de pulmón. “Eso
no puede ser por el tabaco, la culpa es del radón”, afirma,
rotundo, desde su despacho de la Facultad de Medicina de Santiago el
investigador Alberto Ruano, que lleva tiempo siguiéndole la pista a
este gas radiactivo, imperceptible, que emana del subsuelo de buena parte de la Península y que se concentra en viviendas y lugares de
trabajo, sobre todo en sótanos y plantas bajas. La Unión Europea
reconoce que esa exposición constante al radón supone un importante
riesgo para la salud y, tras 30 años de alertas científicas,
obligará a partir del año que viene al Gobierno español a tomar
medidas.
Es en los
subsuelos graníticos donde más radón se genera porque sus rocas
son ricas en uranio, el elemento origen de este gas. Las zonas de mayor riesgo en España son Galicia -con las provincias de Ourense
y Pontevedra a la cabeza-, un área importante de Castilla y León,
Extremadura, Comunidad de Madrid y ciertas zonas de Castilla
La-Mancha, según el Consejo de Seguridad Nuclear. Lo que hace este
elemento es emitir partículas alfa, muy energéticas, que impactan
de forma continua contra el epitelio pulmonar y multiplican el riesgo
de sufrir cáncer, incluso en mayor medida que el humo ambiental del
tabaco, incide Ruano.
Este profesor de
Medicina Preventiva dirige junto a Xoán Miguel Barros el Laboratorio de Radón de Galicia, que acaba de publicar el mapa más preciso
hasta el momento de los puntos críticos del territorio gallego,
basado en 3.000 mediciones. “La práctica totalidad de Galicia es
una zona de riesgo y hay áreas en las que casi todos los lugares de
trabajo tienen esta consideración”, advierte Ruano.
La Unión Europea
aprobó en 2013 una directiva (2013/59/Euratom) que entrará en vigor
el año que viene y que por primera vez obliga a los gobiernos a
realizar mediciones en lugares de trabajo ubicados en áreas de
riesgo y mitigar la concentración de radón en los que se registre
un mínimo de 300 becquerelios por metro cúbico, la unidad de medida
utilizada con este gas y que equivale a la desintegración atómica
que se produce en un segundo. Los países miembros deberán además
introducir requisitos específicos en los códigos de edificación
que eviten la entrada de este gas en los inmuebles de nueva
construcción y “fomentarán” su reducción en las casas ya
existentes.
Los expertos del
Laboratorio de Radón de Galicia se felicitan de que por fin se exija
a la Administración que proteja a los ciudadanos de este agente
cancerígeno pero consideran “insuficiente” el “nivel de
acción” marcado por la UE (300 becquerelios por metro cúbico),
teniendo en cuenta que en Estados Unidos es de 148 becquerelios y que
la Organización Mundial de la Salud fija en 100 la frontera del
peligro. En este centro universitario de investigación recuerdan
mediciones en viviendas gallegas en las que se detectaron hasta 3.000
y 4.000 becquerelios.
El Ministerio de
Sanidad ha creado un grupo de trabajo para redactar un plan estatal
de actuación contra el radón “en viviendas, edificios públicos y
lugares de trabajo”. El Ministerio de Fomento tramitará a lo largo
de 2017 un decreto para introducir en el Código Técnico para la
Edificación “exigencias reglamentarias relativas a la protección
frente al gas radón en edificios residenciales”. Los cambios,
sostienen fuentes oficiales de este departamento, incluirán
requisitos para las obras que haya que realizar en inmuebles
construidos donde se supere el nivel de referencia que el Gobierno
español determine, que no podrá ser mayor que los 300 becquerelios
fijados por la directiva europea.
Borja Frutos,
arquitecto del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo
Torroja, cree que la nueva normativa contra el radón, un
contaminante “olvidado”, ayudará “a mejorar notablemente la
calidad del aire” de los espacios cerrados sin ser “traumática”,
añade, porque el sector de la construcción “está bien
preparado”. “El radón es un desconocido incluso para muchos
médicos en España”, lamenta Ruano. “Y las autoridades españolas
hasta ahora han mirado para otro lado”.
La peligrosidad
de este agresor invisible se descubrió en 1985, cuando Stanley
Watras, empleado de una central nuclear de Pennsylvania, hizo saltar
las alarmas del complejo con una insólita radiación en el cuerpo
que no había adquirido en su puesto de trabajo sino en su hogar. En
Estados Unidos se tomaron medidas contra el radón solo tres años después de
aquel incidente y en Reino Unido los niveles de este gas influyen
hasta en el precio de una casa. El modelo a seguir, indican los
expertos, es Irlanda, donde se realizaron entre 2000 y 2005 decenas
de miles de mediciones para conocer al detalle su incidencia en todo
el país. Tres empresarios irlandeses fueron condenados en 2010 a
penas de cárcel, señalan desde el Laboratorio de Radón de Galicia,
por no controlar el radón en sus centros de trabajo.
Fuente:
Sonia Vizoso, Cerco al gas cancerígeno que invade casas de media España, 15/02/17, El País. Consultado 15/02/17.
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