domingo, 28 de abril de 2013

La República de Pascua Lama


Desde Chile. Cómo viven las comunidades vecinas la llegada de la mina más importante de la región. Cuál será el futuro de Pascua Lama luego de la decisión de la justicia chilena.

por Pablo Rubino

Las minas que valen oro son difíciles de cuidar. Hay quienes mueven montañas, desvían ríos y hasta derriten glaciares para sacarles el polvo y quedarse con lo valioso que guardan dentro. La mina en cuestión se llama Pascua Lama, es un poco argentina y otro tanto chilena. Hace más de diez años cayó, a fuerza de billetera, en manos de la Barrick, una red multinacional de minas que pretende explotarla por 25 años y dejarla vieja, vacía y abandonada en medio de la cordillera.

A esto, en Chile, se oponen las comunidades diaguitas del Valle del río Huasco, en la Región de Atacama, una de las más secas del continente, quienes beben y riegan sus cultivos del agua que baja por el río Estrecho desde los glaciares de la alta cordillera que están pegados a Pascua Lama: Toro I, Toro II y Esperanza.

Estos verdaderos tanques de agua naturales, que en un principio Barrick Gold había propuesto mudarlos de lugar a fuerza de palas y excavadoras, están siendo afectados por las obras de remoción de tierras que lleva adelante la compañía minera para allanar el camino al botín de más de 40 mil millones de dólares que hay -en oro y plata- en el corazón del cerro (más que las propias reservas que cuenta, a abril del 2013, la República Argentina), según folletos que distribuye la propia Barrick donde da cuenta que en Pascua Lama hay 17.8 millones de onzas de oro y 718 millones de onzas de plata.

Lo que no pudo lograr, en suelo argentino, una Ley de Glaciares dos veces votada en el Congreso (2008 y 2010) luego de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en la primera ocasión la vetara, lo están logrando -provisionalmente- unos 500 habitantes de Alto del Carmen, El Tránsito y San Félix, tres poblados que conforman la cuenca del río Huasco, y de donde sus comunidades presentaron, en septiembre del 2012, un recurso de amparo ante la Corte de Apelaciones de Copiapó denunciando que la minera con sede en Canadá no está respetando los acuerdos asumidos para obtener los permisos ambientales en perjuicio de las fuentes de agua.

Plazademayo.com visitó la zona para corroborar que efectivamente se hayan paralizado las obras. “Desde que salió el fallo nadie bajó de la mina, más que algún que otro contratista”, denuncia Solange Bordones, presidenta del Consejo Regional Diaguita sentada en la plaza de Alto del Carmen a donde se cruzó durante el recreo de la Escuela Básica Ricardo Campillay Contretras donde es maestra de cuarto grado: “En la cordillera, como una especie de refrigerador, el metal es quien está manteniendo el hielo. Y hay un cuento que dice que Dios lo puso ahí para probar la ambición del hombre, si el oro o el agua”, agrega.

- ¿Ustedes pudieron subir a la mina a verificar que se estaban dañando los glaciares?, pregunta Plazademayo.com.

- Subimos una vez el año pasado. Para mí fue terrible ver que estas inmensas montañas de hielo, que yo ansiaba conocer cuando era pequeña, estaban tapadas de tierra y que no había ningún control del agua que estaban sacando. -se quiebra y con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos agrega- yo misma vi caminos atravesando glaciares; gigantescos de ancho, mucho más que las carreteras, donde cabían dos camiones mineros de estos inmensos. ¿Pero no se suponía que no iban a intervenir los glaciares? -se pregunta.

El recurso que presentaron argumenta que hay contaminación de las aguas subterráneas y superficiales, que ha habido remoción de material que todavía no deberían haber hecho. “Nosotros mandamos las pruebas”, aclara Bordones. Por su parte el Servicio Nacional de Geología y Minería subió a la mina luego del amparo presentado en septiembre del 2012 y dijo que “el polvo en suspensión era tan fuerte que ponía en juego la salud de los propios trabajadores”. Además, un informe de la Dirección General de Aguas aseguraba que está en riesgo la cuenca.

“En muchas oportunidades incumplieron medidas ambientales y se les ponían multas irrisorias para una empresa como la Barrick, (las más grande del mundo en extracción de oro) que las pagaban y seguían produciendo daños”, concluye la dirigente diaguita y accede a una foto, pero antes se pone la chalina que identifica a su etnia y se ubica frente a la iglesia del pueblo, que tiene dibujada en toda una pared y la cúpula una representación de los valles y el río como el “cielo” y la minería con sus máquinas, veneno y destrucción como el mismo “infierno”.


Un camino cuesta arriba

Firmado por la Agrupación Sembrando el Desierto, un cartel colgado de un árbol en la plaza O’Higgins reza: “Necesitamos de tu ayuda para cuidar a tu familia y la mía. Sin agua y sin glaciares el Valle morirá”. Es la plaza principal de Vallenar, 663 kilómetros al norte de Santiago de Chile sobre la ruta 5 -La Panamericana-, la ciudad cabecera y último punto donde abastecerse de gasolina en el empinado camino hacia Pascua Lama.

El paisaje es una paleta de colores pasteles. Hay cerros de tonos lilas, mostaza y grises. A mitad de camino hacia Alto del Carmen está el embalse Santa Juana, una pileta inmensa de agua turquesa, que regula el caudal del río y es el más grande de la región de Atacama; aunque al paso se ve muy por debajo de las marcas grabadas en los cerros que dan fe de su caudal de agua en otros tiempo. El verde aparece al pie de las montañas, donde se forma el valle a ambos lados del “hilo” Huasco; de él se riegan los parrales que aportan el color violeta, de donde sale la uva pajarete con la que se elaboran los mejores piscos de todo Chile. La cuenca es conocida como el jardín de Atacama, un verdadero oasis en la región donde se encuentra el desierto más árido del mundo.


Después de 39 kilómetros de camino, una dependencia de carabineros (policías) y la bifurcación de la ruta, anuncian la llegada al poblado Alto del Carmen, que junto a El Tránsito y San Félix conforman la comuna de donde viven poco más de 5 mil habitantes. Un poco más arriba del puente peatonal, donde debajo no corre una gota de agua, está el casco urbano: dos cuadras a la redonda de una plaza con aljibes, horno de barro, bancos, buena sombra y muy bien cuidada. En frente están la Municipalidad, la escuela básica, la iglesia y algún comercio. A tan sólo veinte metros está la última oficina de la Barrick antes de subir a la cordillera. Una casita sencilla, pintada color oro, techo de chapa a dos aguas y rejas celestes. Un pequeño cartel le pone la firma: “Barrick, Pascua Lama”.

Con amabilidad de pueblo atiende la oficina Sandra Fica, asistente de Desarrollo Sustentable.

- ¿Cómo hay que hacer para que poder subir a la mina a realizar un trabajo de prensa?, consulta Plazademayo.com.

Se pone nerviosa. Ofrece tomar asiento y un vaso de agua. ¿Nombre completo? ¿Apellido materno? ¿Estado civil? ¿De dónde viene?, ¿Para qué medio trabaja?, ¿Número de pasaporte?, ¿Cuántos días permanecerá en Chile?, etc, etc, etc, pregunta y pone al teléfono al supervisor de comunicaciones con sede en Vallenar, Claudia Macías, quien también muy cordialmente, indica los requisitos para poder visitar Pascua Lama: un certificado médico para subir a 5000 metros de altura, y un protocolo de autorización que expide Aduana y Ministerio del Interior por tratarse de un proyecto binacional en zona fronteriza. “Este lo tramitamos nosotros y demora aproximadamente 48 horas”, explica. Al día siguiente, dando respuesta a un email con el anuncio de que está listo el certificado médico, confirma lo que se suponía: “Todos los permisos para subir están restringidos, dada la situación de paralización decretada por la Corte de Apelaciones, sólo permanecerán trabajadores de Medio Ambiente, previa autorización de la Superintendencia. Por ahora, no es posible gestionar visitas de prensa”. Se despide muy gentilmente y ofrece, “para información adicional del proyecto, tome algo del material de difusión que está disponible en la oficina”. Y en toda la cuenca.

La campaña de comunicación que hay a favor y en contra de la Barrick es muy desigual. La pro Barrick es millonaria, planeada y punzante. Editan y distribuyen mensualmente “La Voz del Huasco” donde la información está orientada a destacar los beneficios y el desarrollo que la minería puede traerles a los habitantes de la zona. Además hacen campañas en radio y ponen su firma en toda obra que pueden: “Proyecto financiado por Desarrollo Sustentable, Barrick”, se lee muchas veces a lo largo de los 24 kilómetros que hay hasta San Félix.

Allí vive, desde que nació, Leo, el panadero del pueblo. “Hace diez años la carretera no estaba asfaltada, no había ni internet ni teléfonos celulares. Gracias a la Barrick hoy podemos tener esos servicios”, asegura el joven de unos 30 años. “Ni ambulancia había, cuando uno se enfermaba había que pedirle a algún vecino con auto que nos llevaran hasta Vallenar. La Barrick donó cuatro vehículos para emergencias”, agrega Leo, que dice tener un cuñado trabajando “arriba” bajo la modalidad de “nueve (jornadas laborales) por cinco (de descanso), y le pagan más de 400 lucas (850 dólares, algo más de dos veces el sueldo mínimo chileno que es de 380 dólares)”.

- ¿Y ha bajado tu cuñado luego de la paralización de la mina?, pregunto.

- No, los tienen en el campamento en cursos o haciendo otras labores supongo, porque a San Félix no ha bajado nadie, -asegura y desde su local frente a las cabañas “Camino al Oro” enfatiza- “La Barrick trajo el desarrollo a esta zona”.


La propaganda anti minera también existe. Es a mano alzada con brocha o aerosol en piedras sobre la ruta o en paredes de las casas: “Nos cagaron la juventud, no a la Barrick”, “El cianuro es muerte” son sólo algunas. En el portón de la casa de Felipe se lee: “Pascua Lama, pan para hoy, hambre para mañana”, este agricultor del valle que cultiva palta, melón, limones y uva, con la que produce vino pajarete invita una copa en el patio de su casa de Alto del Carmen mientras da más detalles de la pelea por el agua. “Desde la dictadura de Pinochet es un bien transable”, dice. “Es que en Chile el derecho al uso del agua no viene con la propiedad de la tierra. Es por medio de acciones y quienes la poseen tienen el derecho a regar sus tierras, por eso somos regantes”, explica.

“Una acción te da derecho a 1,2 litros por segundo -en el mejor de los casos cuando hay suficiente agua- y alcanza para una hectárea”, aclara. Esa acción “cuesta entre 8 y 10 palos” (15/20 mil dólares). “Aunque la Barrick ha estado pagando hasta 65 mil dólares por cada una de ellas pero asegurándose tantos litros de agua por segundo -haya o no suficiente caudal de agua-”, aclara.

El control del agua en este valle está en manos de la Junta de Vigilancia del río Huasco pero “están todos comprados”, dice Bernardo Torres, regante de 42 años del poblado de Piedra Junta, más arriba de San Félix, donde llegaba el camino hasta que la Barrick completara la ruta para llegar a la mina por lo que antes era un sendero. “Estamos presentando demandas contra la Junta de Vigilancia para que se intervenga por el estado. Todos los dirigentes de ahí están con la minera, el actual presidente (Wilhelm Von Mayemberger) tiene el negocio de construcción de los canales”, denuncia.

Bernardo Torres también advierte que hace diez años que no cae nieve. “Tenemos sospechas de que bombardean las nubes para que no llueva porque cuando está a punto pasa la avioneta”, dice. Bernardo pudo subir a Pascua Lama en marzo del 2012. “Vimos cómo estaban escarpando la parte alta del cerro”, cuenta y muestra una foto: “Es el glaciar Guanaco, a 1,8 kilómetros del proyecto, dentro del área de influencia, estaba lleno de polvo e intervenido, a ese también se lo están llevando puesto”, denuncia y aclara: “Está justo en el límite, es mitad chileno y mitad argentino”, mientras muestra otra foto que se la dejó el “Nene” Páez, un vecino de Cuesta Baja que la Barrick lo echó por subir fotos al Facebook. “Trabajaba en el glaciar Esperanza, lo mandaban a abrir camino con una topadora”, dice.


El viaje siguió río arriba y preguntando, este cronista llegó a la casa del “Nene”: “ahora trabaja hacia el norte, cerca de Antofagasta”, manifestó su vecino más cercano que dijo que solo vuelve cada tanto.

Los trabajadores siguen llegando

Ya en el kilómetro 70 y emplazado a 2400 metros está el campamento “El Colorado”, que recibió este nombre por el color del cerro que lo resguarda. Es el más grande de Pascua Lama. Allí comen y duermen alrededor de 500 trabajadores bajo la modalidad de diez por diez.

Son las 8 de la noche. Es el cambio de turno. Siete micros de larga distancia están estacionados en fila con la culata apuntando al Colorado. Llegaron con 350 trabajadores frescos y llevarán a sus merecidos descansos a otros tantos. Una fila larga se hizo para registrar el ingreso e ir directo al comedor donde los espera la cena. El menú: una sopa de porotos con verduras y albóndigas con tallarines. Manzana o gelatina de postre.

- ¿Por qué llegaron tantos si supuestamente están paralizadas las obras?, le pregunto a Ricardo, uno de los guardias de seguridad que parece querer conversar un rato.

- Es que toda esta gente son out side, no entran a Pascua Lama, la mayoría son los del tendido eléctrico y el resto está en talleres o son los que acondicionan el camino. También hay personal de seguridad, de cocina o de aseo, -explica-. En total, sumando los campamentos de abajo, El Colorado, Potrerillos y Corrales hay casi mil trabajadores, detalla.


El campamento está montado con 30 bloques tipo contenedores, por ahora se alimenta de un generador electrónico. Tienen internet pero están todas las páginas bloqueadas menos la cuenta corporativa de Barrick para mandar y recibir correo. Hay una solo televisor en el comedor, que ahora está dando un partido de la U de Chile. Acá no hay sala de juegos.

Los 350 trabajadores que llegaron son de la empresa de capitales bolivianos Improlec, encargada de levantar y conectar las 91 torres de alta tensión que llevarán electricidad a la mina desde la subestación de Punta Colorada, donde la Barrick levantó un parque eólico para generar, según dicen los carteles, “Energía limpia para Chile”.

“Eso es pura vidriera, los diez molinos que instalaron en el mejor de los casos producen 20 mw; la mina requiere más de 100 mw que los van a sacar de la termoeléctrica que construyeron ahí mismo pero que nadie cuenta”, denuncia Juan Riquelme, un superior de Improlec que no tiene reparos en criticar a la minera, “No tengo ni un peso invertido en la Barrick”, aclara con una sonrisa. “No es para el desarrollo de Chile, como dicen, lo hicieron para el desarrollo de su proyecto minero. No hay un solo pueblo en todo el recorrido de la nueva carretera que hicieron (de Punta Colorada a Pascua Lama) que se beneficie, tampoco el tendido eléctrico le llevará luz ni a un solo chileno”, sostiene Riquelme.


Bernardo no fue el último que mencionó lo de las avionetas “dispersa nubes”. Poco antes del kilómetro 95 está, al costado del camino, el rancho de Don Danilo de la Torre, un criador de cabras de 65 años. Vive solo junto a dos gatos, varios perros y sus cabras. Llegó a tener 600 cuando vivía en el poblado de El Corral pero ahora apenas le quedan 70.

“Me vine para arriba a engordar las cabras. Abajo ya no hay casi pasto y no quiere llover”, dice mientras hecha un poco de leña al fuego para invitar un té calentito. Cuenta que desde el ’97 no cae una buena nevada “como las que caían antes”, y confirma las sospechas que tienen los regantes del valle. “Cuando está goteando pasa una avioneta y ya no llueve. Yo creo que le tiran algo para que se disuelvan las nubes porque a ellos no les conviene tener nieve allá arriba”, dice.

- ¿Se puede ir río arriba a caballo hasta llegar a los glaciares?, pregunto.

- Se puede, pero ya no dejan -responde-. Nosotros nos criamos en la cordillera. Ahora ya todo es de la Barrick. Nos dejan vivir acá porque nosotros somos chilenos, los verdaderos dueños. Pero río arriba ya no nos dan paso, se queja.


El camino cuesta arriba continúa, la carretera ahora es de tierra, pero muy ancha y pareja. Ya pasó el cruce con la ruta pavimentada. El movimiento que se ve es exclusivamente minero. Camionetas 4 x 4 doble cabina con antena de radio y sirena en el techo. Cinco kilómetros antes de la barrera está el taller donde reparan y arman los inmensos camiones mineros que llegan en partes hasta estos 2800 metros de altura. Cargan 35 toneladas, usan seis ruedas de tres metros de diámetro y para llegar a la cabina hay que subir 24 escalones. “Hay 30 en todo el proyecto”, dice uno de los custodios del predio. 18 trabajando en la mina porque acá sólo se ven 12.

Tan solo falta darle la vuelta al cerro y se divisa, a mano izquierda, la central de transmisión eléctrica que todavía está en construcción y será la más alta del mundo. A un lado está Potrerillo, el campamento que hay en la misma “frontera”, sobre el kilómetro 100 de la carretera. Allí está la barrera de acceso a la famosa frontera entre Chile y Pascua Lama. Gendarmes vestidos de naranja que se hacen llamar “Security” exigen documentos, certificados y permiso de todo tipo a los trabajadores “on side”, que son los que sí entran a la “República de Pascua Lama”, como le dicen en la zona. También revisan los vehículos y bolsos cuando entran o salen del perímetro.

“Del cono para allá el paso está prohibido”, dice un “Security” que no deja que me acerque a tomar una foto del cartel que da aviso de que estamos en un puesto de control fronterizo.

De ahí para arriba hay una hora y cuarto. Son 60 km. Hay alrededor de 1500 trabajadores entre todos los turnos. Se alojan en Barriales, el campamento a 3600 metros de altura. “Están construyendo otro campamento en cumbre a 5200 metros para 300 personas, allí, en invierno, puede llegar a 50 grados bajo cero”, comenta Marcelo Gorbol, otro “gendarme” de Barrick.

- Se supone que las obras deberían paralizarse, ¿en cualquier momento los bajan a todos verdad?, pregunta Plazademayo.com.

- No hombre, -responde-. A esta mina no hay quien la pare. Esto es porque estamos en año electoral y los políticos se hacen los que cuidan el medio ambiente, pero hay mucho dinero en este cerro. De los 1500 trabajando que debería haber arriba solo faltan 200 o 300. El resto ahí sigue. Si ayer hubo cambio de turno y subieron diez buses llenos. Esto no se para caballero. Es sólo cuestión de tiempo, -asegura- . Como en todos lados, si quieren apurar el tema, tendrán que correr las lucas, concluye refiriéndose a “la cometa”.

Este cronista se vuelve por la nueva ruta pavimentada que fue construida para transportar los materiales que necesita la mina para ser explotada y no justamente para conectar o llevar el “desarrollo sustentable” a las comunidades. A los 100 kilómetros se llega a lo que es la puerta trasera de Pascua Lama, por donde entran y salen maquinaria pesada, materiales, explosivos y sustancias peligrosas sin ocasionar molestias a las comunidades ya afectadas del Valle del Huasco. Allí están las diez turbinas eólicas, solo cuatro mueven sus astas. Se alcanza a ver el humo negro que genera la termoeléctrica que producirá la energía suficiente para abastecer a la mina sin darle luz en su camino ni a un ciudadano chileno. En 25 años se habrán llevado todo el oro, no quedarán glaciares y el valle del Huasco estará muerto. No habrá uvas ni pisco para ahogar las penas de este nuevo saqueo si las comunidades diaguitas no logran, lo que han conseguido provisionalmente, la revocación definitiva del permiso ambiental para explotar a Pascua Lama, al menos, en suelo chileno.

Fuente:
Pablo Rubino, La República de Pascua Lama, 25/04/13, Plazademayo.com.

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