Después de dos horas de caminata desde La Cumbrecita , se llega a
un lugar muy apreciado por los turistas. Quedó en el noveno puesto entre las
Maravillas Naturales.
por Carina Mongi
El paseo cobró notoriedad luego de quedar noveno en el
concurso de las Siete Maravillas Naturales de Córdoba, organizado por La Voz del Interior y auspiciado
por la Agencia Córdoba
Turismo.
Después de un par de horas de trekking de mediana exigencia,
se llega a una caverna de varios metros de altura, con bloques de rocas
encastradas como techo, agua cristalina y helada, un piso de arena y un par de
filtraciones por los que se cuela el sol.
“Es espectacular, la subida es interesante y terminar acá es
como la frutilla del postre”, opinó Hugo Rodas (54), oriundo de Capital
Federal, disfrutando de un mundo apacible y muy diferente al de su ciudad de
ritmo frenético. Realizó la travesía junto a sus hijos Debra (20) y Fermín
(17). Acababan de emerger de la galería subterránea y de visitar el río, y
están tomando unos mates, aguardando el regreso al pueblo. Su esposa, Rosa
(55), había comenzado pero desertó, al considerar muy exigente la caminata
previa.
Es una excursión de mediana a alta complejidad, que puede
desarrollarse con cierta condición física y algunas precauciones. Se recomienda
hacerla con guías especializados para evitar inconvenientes.
La caminata comienza en el centro del pueblo, bordeando el
arroyo y revalorizando los tabaquillos en extinción, que se encuentran en el
camino. De a poco, se comienza a subir unos metros más de los 1400 metros sobre el
nivel del mar en que se encuentra el pueblito. Un bosque de abedules que se
deja atrás, y ya la roca despojada, marca el ascenso más duro, hasta los 1715 metros de la cima
del monte Wank.
La tarea de plantar. El paseo también sirve para dimensionar
la gran obra de forestación que realizaron los pioneros en un pueblo que un siglo
atrás, era pura piedra. Unos metros más y el vuelo a poca altura de dos
cóndores, con el Champaquí recortado en el cielo, ofrecen un plus de la
naturaleza, por si hiciera falta. El último tramo es una quebrada que requiere
atención, hasta descender donde el río oculto ya se siente pero aún no se ve.
Una ladera sembrada de tabaquillos que resistieron por estar
fuera del alcance del hombre y de los animales, es la antesala.
Queda el último esfuerzo. Dos guían conducen a subgrupos de
entre cuatro y cinco personas, e indican cada paso para evitar lastimaduras.
Atravesando piedras, como en un laberinto, se llega al río
encajonado en una galería de piedras, que deja entrever la luz por un par de
lugares. Imposible no sentirse Indiana Jones en alguna de sus aventuras, pero
en un rincón del cordón de las Sierras Grandes, en el Valle de Calamuchita.
La salida, requiere, por prevención, la colocación de un
arnés, que sostiene en caso de un resbalón, por las piedras que conducen de
nuevo a la superficie. “Muy buena experiencia, distinto a todo”, apuntó
Florencia (22), de Córdoba.
Un fenómeno particular. “El arroyo emerge en varios tramos,
es como cualquier arroyo de montaña de la sierra”, señaló Matías Santantonin,
guía y coordinador de la agencia Viviendo Montañas. Precisó que el río
subterráneo se encuentra sobre el arroyo Wildbach (“arroyo salvaje”, según se
significado), que desemboca en el arroyo Almbach (“arroyo de las pampas o de
aguas tranquilas”) casi llegando al pueblo, y a su vez desemboca en el río del
Medio que culmina en el dique Los Molinos.
Tiene un recorrido de casi dos mil metros, en los que va
intercalando sectores subterráneos y otros emergentes y con gran calma. “Uno no
se imagina que se trata del mismo río”, manifestó. Hay unos 700 metros subterráneos,
en tres tramos que pueden explorarse de diferentes maneras.
El Wildbach nace a casi 1900 metros sobre el
nivel del mar en las altas cumbres y a los 1750 se hace subterráneo formando
las cascadas gemelas, un salto donde dos torrentes de agua se juntan y van a
parar al fondo de una gran grieta, allí el río desaparece y comienza su
recorrido tan singular por debajo de enormes piedras.
“Este tipo de río montañoso, al presentar un gran desnivel
en un corto tramo, tiene un poder erosivo muy grande, más aun con las grandes
crecidas que se dan en épocas de lluvias.
Dichas crecidas pueden ser muy agresivas y repentinas, ya
que el aspecto del río cambia de forma muy brusca, su caudal puede aumentar
tanto y en tan poco tiempo que puede rebalsar los cañadones para dejar por un
momento de ser subterráneo, también puede arrastrar rocas gigantes, vegetación
y volver muy rápido a la normalidad”, expresó el guía de montaña en su
argumentación de postulación como una de las maravillas y a partir de ahí, se
hizo más conocido.
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