La
manifestación por las festividades de mayo en Kiev, que a causa del
viento absorbió la nube radiactiva en primer lugar, sería llamada
con los años el «desfile de la muerte» debido a las terribles
consecuencias que tuvo para la salud.
por
César Cervera
Mañana
debería celebrarse el Día Internacional de los Trabajadores, una
fiesta obrera que en las naciones comunistas se denominaba Día de la
Solidaridad Internacional de los Trabajadores y que, por razones
obvias, en Rusia sigue siendo una fecha importante. Y es que mayo, en
general, no es un mes cualquiera para la nación presidida hoy por
Putin. El 1 de mayo, las fuerzas de Stalin izaron la bandera
comunista en el Edificio Reichstag y días después, el 9 de mayo, se
produjo la rendición incondicional del ejército nazi en su
contienda con la URSS.
Vladimir Putin ya ha anunciado que el coronavirus va a condicionar mucho este
año ambas festividades. Especialmente dolorosa ha sido su decisión
de cancelar gran parte de los actos del desfile por el Día de la
victoria en Moscú, del que se conmemora el 75º aniversario. El jefe
de Estado rusa ha aseguró que, en todo caso, el país celebrará su
«fiesta sagrada, el Día de la Victoria», el punto final a la
llamada Gran Guerra Patria (1941-1945), en la medida que se pueda
respetar las distancias y el aislamiento.