Destrucción
de medioambientes, desequilibrio de los animales salvajes. El
recalentamiento global expande el hábitat de los mosquitos, que
traen enfermedades tropicales a zonas templadas. La tala aumenta el
contacto con animales que pueden transmitirnos virus.
por
Darío Aranda
Se
puede creer que es un designio de Dios, se puede decir que fue un
animal exótico o se puede culpar a un mercado a miles de kilómetros.
Y también se pueden buscar las causas de las pandemias.
Investigadores de distintos países realizan una vinculación directa
entre los virus que azotan a los humanos y la mano del hombre que
arrasa territorios, cría animales de forma industrial e inhumana, y
la crisis climática global. La dimensión ambiental de los virus
hace apuntar a las causas para que no se repita.
“Destruir
la naturaleza desata nuevas enfermedades infecciosas”, señala el
doctor en biología y especialista en cambio climático Alex
Richter-Boix, de España. Escribió un extenso y detallado artículo
el que hace un repaso de la malaria, el zika, dengue y chikungunya.
“Virus y otros patógenos se encuentran en los animales salvajes.
Cuando las actividades humanas entran en contacto con la fauna
salvaje, un patógeno puede saltar e infectar animales domésticos y
de ahí saltar a los humanos. O bien directamente de un animal
salvaje a los humanos”, explica.
Richter-Boix
es uno de los responsables del proyecto Mosquito-Alert, un proyecto
de ciencia ciudadana creada para investigar los mosquitos vectores de
zika, dengue y chikungunya, destaca la preocupación científica
porque de la “degradación de los bosques puedan surgir futuras
enfermedades como el SARS, el ébola o el Covid-19, todas ellas han
emergido a partir de animales salvajes”. Y recuerda que los
mosquitos no son los únicos que transmiten patógenos desde la
naturaleza a las poblaciones humanas: “Murciélagos, primates e
incluso caracoles pueden tener enfermedades que en un momento dado
pueden saltar a los humanos. La dinámica de transmisión puede
cambiar en cuanto alteramos sus hábitats naturales”.
“Es
la destrucción humana de la biodiversidad la que crea las
condiciones para que los nuevos virus y las enfermedades emerjan. La
deforestación, la abertura de nuevas carreteras, la minería y la
caza son actividades que están implicadas en el desencadenamiento de
diferentes epidemias”, afirma Richter-Boix.
Silvia
Ribeiro es investigadora del Grupo ETC, organización de referencia
en todo lo relacionado a tecnologías y agro, y cuestiona el
“perverso mecanismo del capitalismo de ocultar las verdaderas
causas de los problemas” mientras los Estados gastan enormes
recursos públicos en medidas de prevención, contención y
tratamiento, pero tampoco actúan sobre las causas.
Le
parece cínico culpar a los animales, en este caso el murciélagos, o
al consumo en mercados asiáticos. Y apunta: “La verdadera fábrica
sistemática de nuevos virus y bacterias que se transmiten a humanos
es la cría industrial de animales, principalmente aves, cerdos y
vacas. Más del setenta por ciento de antibióticos a escala global
se usan para engorde o prevención de infecciones en animales no
enfermos, lo cual ha producido un gravísimo problema de resistencia
a los antibióticos, también para los humanos”. Explicó que el
factor fundamental es la destrucción de los hábitats de las
especies silvestres y la invasión de éstos por asentamientos
urbanos y la expansión de la agropecuaria industrial, con lo cual se
crean situaciones propias para la mutación acelerada de los virus.
En
un artículo titulado “los hacendados de la pandemia” en el sitio
Desinformémonos, Ribeiro cuestiona que la propagación de ciertos
virus no se apunte al modelo agroindustrial y sus grandes empresas.
Está convencida de que si no se apunta a esas causas, luego
sobrevendrá otra pandemia y más muertes. También llama la atención
el silencio sobre los ganadores de esos desastres, entre ellas las
multinacionales farmacéuticas.
Matías
Mastrangelo es doctor en biología e investigador del Conicet.
Escribió junto a la investigadora María Guillermina Ruiz un
artículo donde enumera y desarrolla cinco formas en las que el ser
humano transforma el ambiente y crea pandemias: tráfico de fauna,
destrucción de ecosistemas naturales, extinción de especies
silvestres, cambio climático global y urbanización-globalización.
“El
tráfico de fauna a escala global aumentó los contactos entre
animales silvestres y poblaciones humanas, que de otra manera nunca
hubieran ocurrido. Cada animal lleva en su organismo una diversidad
de virus a los que hospeda desde hace mucho tiempo. Durante esa
convivencia milenaria han desarrollado inmunidad contra esos virus.
Ese equilibrio se rompe cuando un virus se transmite a otra especie
con la que no convivió nunca, encontrando así un hospedador que no
ha desarrollado inmunidad contra él”, explican.
Respecto
a la extinción de especies silvestres, producto en gran parte de la
destrucción de hábitats, señalan que se simplificaron las cadenas
alimentarias y redujeron las relaciones entre especies que
naturalmente controlan el tamaño de las poblaciones animales. “La
ausencia de predadores naturales de especies que se han adaptado a
vivir en ecosistemas transformados permite que sus poblaciones
crezcan sin control, aumentando su frecuencia de contacto con
personas y con ello la probabilidad de transmitirles patógenos”,
afirman.
El
cambio climático, producto de la destrucción de ecosistemas y del
uso de combustibles fósiles, aumentó la temperatura del planeta y
provoca que especies tropicales encuentren un hábitat apropiado en
regiones templadas. “Especies de insectos típicamente tropicales
que son vectores de enfermedades infecciosas, como los mosquitos, han
ampliado su distribución hacia zonas templadas y han propagado
enfermedades como el dengue, el zika o la malaria a zonas donde nunca
antes habían llegado”, grafican.
La
concentración de habitantes en megaciudades y la gran movilidad
entre continentes facilitan el contagio de manera muy rápida. Los
autores resaltan que los cinco factores que puntualizan demuestra que
las formas de producir y consumir son grandes responsables de la
pandemia, por sus impactos sobre el ambiente, de la cual depende la
salud humana. Remarca que la salud del planeta y de los humanos es
una sola. Y plantean algunas acciones para cambiar el presente: la
agroecología (producción de alimentos sanos, sin transgénicos ni
agrotóxicos), reducir viajes, evitar el consumismo y “elegir
gobernantes que prioricen el ambiente”, entre otros aspectos.
Fuente:
Darío Aranda, La dimensión ecológica de las pandemias, 30 marzo 2020, Página/12. Consultado 31 marzo 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario