Varias
empresas están trabajando en el desarrollo de nuevas acciones que
les permitan medir cuánta agua utilizan en sus procesos.
por
Sandra Conte
En
una provincia en la que la crisis hídrica pasó a ser la norma,
apuntar al uso sustentable del agua resulta esencial. Algunas
empresas, sobre todo bodegas y agroindustrias, miden la utilización
que hacen de este recurso, lo que no sólo se convierte en parte de
la carta de presentación como firmas responsables en el país, sino
que les permite llegar a mercados externos más exigentes. Sin
embargo, la certificación de la huella hídrica está bastante poco
extendida, aunque sí se utilizan otras mediciones de
sustentabilidad.
Pablo
Arena, del Grupo Clíope - Energía, ambiente y desarrollo
sustentable, de la UTN, detalló que la mayoría de las empresas que
están midiendo su huella hídrica o de carbono, o el ciclo de vida,
lo suelen hacer porque alguna circunstancia los fuerza y que suele
ser por la necesidad de exportar. Aunque reconoció que también hay
unas pocas que lo hacen por inquietud propia. En cuanto a los
principales interesados en medir el uso del agua, señaló que son
las bodegas y las firmas agroindustriales que venden en el exterior.
Para
medir la huella hídrica, explicó Arena, se debe considerar el agua
que se utiliza no sólo en el proceso de producción propio de la
empresa que encara la medición, sino también en la elaboración de
todos los insumos. Además, se toma en consideración de dónde
proviene ese recurso, cuál es la disponibilidad en la zona, etc.
En
el caso de las bodegas, se utilizan los datos que aporta la propia
firma, sobre sus procesos, pero también se incorpora al análisis el
agua que se utiliza al producir la botella, el corcho, la cápsula,
la etiqueta; que es información que se debe buscar en forma
secundaria, porque no la aporta el industrial.
Este
tipo de estudios, detalló Arena, permite conocer detalles de cómo
produce, cuál es el proceso en particular que tiene más influencia
en el resultado final y de qué manera se puede mejorar el desempeño
ambiental. Muchas organizaciones, sumó, se fijan un compromiso de
reducir el impacto en un cierto plazo y es algo que pueden utilizar
en sus comunicaciones corporativas.
Dependiendo
del objetivo de la empresa, añadió, o del mercado al que quieran
llevar el producto, es que optarán por concentrarse en la huella
hídrica, la huella de carbono o el análisis del ciclo de vida (el
uso de recursos desde la elaboración de la materia prima hasta la
disposición final, pasando por la comercialización y el consumo, y
su impacto socio-ambiental).
Bodegas
Salentein es una de las que calculó su huella hídrica, en 2015, con
una consultora internacional. Juan Giacchi, director de Cadena de
Suministros, comentó que la filosofía de la empresa es hacer
negocios de forma sustentable. Esto los llevó a medir la huella de
carbono de su Portillo Malbec, en 2014; lo que los convirtió en
pioneros para esta variedad, y luego, a querer conocer cuál era su
demanda hídrica para entender qué oportunidades tenían de mejorar
la eficiencia en el manejo de este recurso clave y escaso.
El
proceso, detalló, les demandó unos tres meses. Comenzaron
recopilando la información relativa al consumo de agua en cada una
de las etapas del proceso productivo, desde las fincas hasta las
bodegas. Si bien buena parte de esta información ya estaba
disponible en los registros, debieron realizar nuevas mediciones. Los
datos se cargaron en un sistema que realiza los cálculos para
determinar los resultados. Vale aclarar que midieron pero no
certificaron.
Luego,
explicó Giacchi, comenzó la etapa de analizar esos resultados y
definir acciones para la mejora, lo que implica revisar de modo
permanente los procedimientos para ser cada vez más eficientes en el
uso del recurso hídrico. Así, cuentan con un sistema que les
permite determinar cuál es la demanda exacta de cada planta para
entregarle la cantidad justa de agua requerida, con lo que han
logrado reducir el consumo hasta 62% en comparación con los sistemas
de riego convencionales.
Además,
asesorados por un especialista, han comenzado en el año 2014 un
proyecto de caracterización y de monitoreo del acuífero que
abastece la operación. Hoy, cuentan con una base de datos única
sobre el comportamiento de este recurso clave para la sostenibilidad
de las operaciones en el Valle de Uco.
Aunque
en lo inmediato no se tradujo en nuevas oportunidades de
comercialización, Giacchi consideró que producir de manera
sustentable y responsable, logrando una mejora continua de los
procesos, es algo fundamental para el mediano y largo plazo en la
vitivinicultura y cualquier otra forma de producción.
Sin
embargo, en ocasiones la certificación sí se convierte en una llave
para acceder a mercados. Oscar Pinco, director de Green Solutions
Argentina, planteó que una reconocida bodega decidió lanzar una
línea de vinos sustentables porque apuntaban a los países nórdicos
y Canadá. En este último, subrayó, cuesta mucho ingresar con
vinos, porque exigen muchas cosas. Sin embargo, lo lograron cuando
certificaron la huellas de carbono e hídrica. De hecho, señaló,
Kauzo Wines es la primera del país en certificar ambas.
La
certificación, detalló, es en definitiva un sello de calidad, que
posiciona a la empresa ante la sociedad como responsable con el medio
ambiente. Pero también la ubica de otra manera en el comercio
mundial. Chile, señaló, logró insertar su varietal estrella en los
mercados internacionales, pese a no ser muy conocido, porque
replicaron el modelo australiano de sustentabilidad, lo que le abrió
las puertas (más allá de que cuentan con tratados de libre
comercio).
Las
grandes economías, explicó Pinco, son las que le dan mucha
importancia a los estándares medioambientales, también las cadenas
de retail como los supermercados, y cuando uno busca proveedores
sustentables, habitualmente los otros empiezan a hacerlo, y la
competencia en esos mercados son los países que producen cumpliendo
ciertos parámetros.
El
titular de Green Solutions comentó que también se pueden medir las
huellas de un evento. Su empresa midió la de carbono del Wine Rock
durante tres años consecutivos. Para hacerlo, tomó en consideración
la electricidad que consumían los equipos de audio y las pantallas;
la diferencia entre lo que gastaba mensualmente la bodega y ese día
en particular; el traslado de las bandas y del catering; la cantidad
de elementos que se servían; los autos de los espectadores y cuántos
venían en cada vehículo.
Una
diferencia importante entre la huella de carbono y la hídrica,
destacó, es que una firma puede convertirse en neutral si compra
bonos de carbono; aunque también puede reducir su impacto si realiza
determinadas acciones. Con la del agua sólo se puede conocer cuánta
se consume y de qué manera mejorar ese uso, pero no hay modo de
compensarla.
Pinco,
quien mide ambas -lo que denomina huella ecológica- señaló que la
medición de la hídrica, aunque no se complete la certificación, ya
permite contar con un sello, que se puede utilizar en todas las
comunicaciones, desde etiquetas hasta la página web. Y añadió que
es muy raro que una empresa simplemente se quede en esta instancia de
medir, sino que en general avanzan en medidas que contribuyen al
cuidado del medio ambiente.
Luis
Romito, coordinador de sustentabilidad Bodegas de Argentina, comentó
que la huella hídrica por sí sola es un parámetro poco utilizado,
y que hay otras herramientas de medición más completas, como el
protocolo de autoevaluación de sustentabilidad que estableció la
entidad. Este contempla el uso de agua, energía, químicos, desde el
viñedo al establecimiento elaborador e integra la relación con la
comunidad. Si bien reconoció que es difícil de cumplir, indicó que
más de 40 firmas lo han certificado.
De
todos modos, expresó que las certificaciones por las que opta cada
empresa dependen de las demandas del mercado específico al que
apunta. En el caso de los países nórdicos, ilustró, la normativa
es muy exigente con el cumplimiento de ciertos requisitos de
inocuidad de los productos, como también de cuestiones sociales.
Romito
añadió que hay una herramienta, que es la huella ambiental que
utiliza la Unión Económica Europea, que incluye aspectos como la
afectación de cauces o la reducción de emisiones de polvo, y tiene
requerimientos muy complejos. De ahí que temen que pueda convertirse
en una traba pararancelaria en el marco del acuerdo Mercosur-UE, que
les permita a los países europeos proteger su vitivinicultura. Y por
eso, Bodegas de Argentina ya ha empezado a trabajar activamente para
calcular esta huella.
Fuente:
Sandra Conte - sconte@losandes.com.ar, Huella hídrica: hacia una producción agrícola sustentable, 21 marzo 2020, Los Andes. Consultado 24 marzo 2020.
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