Tenemos
los sistemas respitatorio y circulatorio afectados por la
contaminación atmosférica.
por
Federico Kopta
La
contaminación atmosférica reduce en casi tres años la expectativa
de vida a nivel global y produce la muerte prematura de 8,8 millones
de personas al año. Así surge de una reciente publicación de
Cardiovascular Research realizada por científicos que integran el
Instituto de Química Max Planck, de Alemania, y otros centros
europeos de investigación.
Según
la Organización Mundial de la Salud (OMS), nueve de cada 10 personas
en el mundo respiran aire con altos niveles de contaminantes.
Atento
a que consumimos más aire que agua y alimentos (una persona adulta
consume diariamente unos 13,5 kilogramos de aire), tenemos los
sistemas respiratorio y circulatorio afectados por la contaminación
atmosférica, cosa que hemos naturalizado y que las políticas
públicas toman con indiferencia.
Sobre
nuestros pulmones ya vulnerados, se abate ahora el nuevo coronavirus.
Si bien no existen aún estudios que vinculen la mortalidad por
Covid-19 con la contaminación atmosférica, un estudio publicado por
Environmental Health en 2003 sobre un coronavirus similar, que
ocasionó el brote de síndrome respiratorio agudo grave (sars),
mostró que los pacientes provenientes de regiones con niveles
moderados de contaminación atmosférica tenían 84 por ciento más
probabilidades de morir que aquellos de áreas con aire poco
contaminado.
El
sars tuvo 8.045 personas afectadas a nivel mundial. El Covid-19
supera unas 50 veces ese número y sigue creciendo, lo que ha
colapsado sistemas de salud del Primer Mundo como los de Italia y
España, motivo por el cual se incrementó la mortalidad.
En
consecuencia, reducir la contaminación atmosférica redundaría no
sólo en la disminución de la mortalidad por afectación previa de
la salud, sino también porque habría menos pacientes con
necesidades de internación que saturen y colapsen el sistema de
salud.
Con
estos antecedentes, se impone que el enorme esfuerzo colectivo de la
cuarentena obligatoria sea acompañado por una fortísima política
pública para disminuir la contaminación atmosférica. Esto implica
acciones concretas para cada nivel del Estado.
Acciones
municipales
La
ciudad de Córdoba está en un valle que corre de este a oeste, lo
que limita los vientos norte y sur. A esto se suma el fenómeno
estacional de inversión térmica, por el cual en las mañanas frías,
secas y sin viento del invierno, se produce la acumulación de
contaminantes en los primeros metros de la atmósfera.
Por
estas condiciones, tenemos problemas severos de contaminación
atmosférica en la ciudad de Córdoba.
Como
medida inmediata, el intendente Martín Llaryora deberá resolver la
coordinación de los semáforos, ya que incrementan en forma
innecesaria el tiempo de permanencia de los vehículos y sus
emisiones, por tener que acelerar y frenar de modo permanente.
Otra
acción inmediata es el control de emisiones de las industrias, para
lo cual existe la resolución 105 de 2017, que actualizó la
normativa. Ahora hay que aplicarla.
También
resulta urgente hacer efectivas las prohibiciones de no quemar en el
ámbito de la ciudad: desde la quema de hojas en la calle y los
neumáticos en las manifestaciones hasta los basurales.
Todas
son fuentes innecesarias de contaminación atmosférica y debemos
comprender de manera colectiva que eso mata personas, y más aún en
tiempos del Covid-19.
A
mediano plazo, es necesario un sistema de transporte que reduzca las
emisiones en general y desaliente el uso del automóvil.
Desde
la Provincia
A
las políticas citadas a nivel municipal se suma que el gobernador
Juan Schiaretti deberá tomar medidas sobre la problemática de
aplicación de plaguicidas en los sectores periurbanos.
Según
nuestra Ley de Agroquímicos, se pueden aplicar plaguicidas de clases
III y IV como el glifosato hasta al lado de una escuela o barrio, si
se realiza por vía terrestre. Además de las consabidas enfermedades
que se producen a largo plazo, eso afecta las vías respiratorias de
los habitantes de la zona productiva agroindustrial.
No
basta con apelar a las buenas prácticas agrícolas; la realidad
impone debatir y aplicar distancias de resguardo y promover la
producción orgánica en la franja periurbana.
Otra
fuente son los incendios de montes y pastizales. Como el 99 por
ciento de los incendios son ocasionados por la mano del ser humano de
forma intencional o accidental, es imprescindible invertir nuevamente
en educación formal para la prevención.
Desde
2007, no se hace. Si se hubiesen sostenido las acciones educativas en
el tiempo, la problemática de los incendios forestales sería
notablemente inferior.
Federico Kopta es biólogo; presidente del Foro Ambiental Córdoba
Fuentes:
Federico Kopta, Covid-19: es imperioso mejorar el aire de Córdoba, 29 marzo 2020, La Voz del Interior. Consultado 29 marzo 2020.
La obra de arte que ilustra esta entrada es "La Cañada", de Genaro Pérez, una representación del antiguo cauce del arroyo que atraviesa el centro de la ciudad de Córdoba.
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